Vandalismo contra monumentos en Providencia deja daños por US$ 1 millón

Mala iluminación y la ausencia de rejas -pero sobre todo la falta de una política clara de seguridad enfocada en preservar los monumentos- aparecen como las principales falencias por resolver.

por Enrique Morales El Mercurio

Ni siquiera los famosos leones de la intersección entre la avenida del mismo nombre y Providencia se salvan. Las célebres esculturas ahora yacen sobre bases de piedra roja rayadas por grafitis y fracturadas por el efecto de los golpes propinados con un objeto contundente.

La lista de piezas patrimoniales estropeadas en la comuna de Providencia es larga.

Al recuento se suman el Monumento de la Colonia Italiana, obra de Roberto Negri; la estatua de Manuel Rodríguez, de la artista nacional Blanca Merino; las esculturas de Francisco Gazitúa en la Fuente de los Enamorados, de la Plaza Pedro de Valdivia; la Cruz de San Esteban de Hungría, en Bustamante antes de llegar a Santa Isabel, y el mural con motivos mexicanos de la chilena Marta Martner y el azteca Juan O’Gorman, en el cerro San Cristóbal.

La cuantía de estos perjuicios es millonaria, observa Osvaldo Rivera Riffo, director del Instituto Cultural de Providencia: “Una escultura, un mural, una estatua son únicas e irrepetibles; por lo tanto, ostentan de por sí un gran valor en esencia, que es el otorgado por sus particularidades. Y si a esto le añadimos que en casi todos los casos referidos los autores de las obras ya fallecieron, tenemos que el menoscabo es irreparable”. De ahí, que el único camino viable es financiar la costosa restauración de las obras. Según las estimaciones del instituto, esto requerirá de al menos US$ 1 millón.

En agosto de 2011, “El Mercurio” denunció la sustracción de tres de las cuatro placas de bronce que tenía originalmente el león alado de Plaza Baquedano, que donó a Chile la comunidad italiana residente con motivo del Centenario de la Independencia. Hoy, la lámina que quedaba también está desaparecida. A lo que se agregan trozos de mármol de la base que lo sostiene, diseminadas alrededor, en testimonio del despojo que ha sufrido.

A metros de ahí, al comienzo del Parque Bustamante, la estatua ecuestre de Manuel Rodríguez presenta un profundo deterioro -a causa de pintura y otros elementos erosivos- en la figura y en el alto pinto que la mantiene.

Por último, la Cruz de San Esteban donada por Hungría -y rodeada de cuatro columnas de hierro-, en calle Bustamante con Santa Isabel, muestra laceraciones en la pátina que cubre su estaño y sendos grafitis en la plataforma.

En la búsqueda de responsabilidades, Rivera apunta a las falencias en seguridad que existen con respecto a la conservación patrimonial en el país, especialmente cuando las creaciones artísticas o conmemorativas se hallan en lugares públicos.

El primer punto -asegura- es la ausencia de una política clara por parte de las autoridades en torno al cuidado de lo que bien podrían considerarse museos al aire libre. “Es cierto, están Carabineros, la PDI, los guardias municipales, pero se echa de menos la existencia de un cuerpo de seguridad especializado, en reemplazo de esa multiplicidad de actores que deben atender otras emergencias”, afirma Rivera.

POR RESTAURAR
Los monumentos han perdido placas de bronce e incluso pedazos de mármol.