De la Quinta Normal a la Avenida del Mar. Sin escalas y sin diferencias
“Tengo la impresión de que antes de que la ciudad se vuelva fea, son las personas las que se afean”. Tengo esa sentencia en mi cabeza desde que la leí hace un par de días, ¿Qué quiere decir: “son las personas las que se afean”?.
Hace un par de semanas se entregó a la comunidad (existe eso aún?) el parque Quinta Normal, en estos días hemos sido testigos del cuidado que los mismos beneficiarios le han entregado. No es una situación inusual, la de un espacio nuevo, recién entregado, arruinado por sus usuarios.
En La Serena, tenemos una vía paralela a la costa, la Avenida del Mar, un paseo costero que cuenta con una serie de mobiliarios que ayudan a que sea un espacio de paseo agradable. Asientos (algunos en buen estado, otros rotos), ciclovías, utilizadas en su mayoría por peatones (haciendo ejercicio), debido al mal estado de las veredas y sus pavimentos, y bebederos, de los cuales durante el año ninguno funciona (este verano creo haber visto 4 funcionando).
Este paseo, principal atractivo costero de la ciudad, se encuentra en tan mal estado que, ver mobiliario en buen estado es lo que llama la atención.
En el centro de la misma ciudad, en ese híbrido llamado paseo semi-peatonal, es cada vez mas frecuente ver basura, a todo hora en las calles, situación que se ve empeorada en las primeras horas de la mañana, en que el olor y color de la ciudad está dado por los líquidos percolados, producto de la basura que es dejada en ellas durante la noche esperando que en algún momento pasen esos “otros”, encargados de mantener limpia y sin basura la ciudad.
En ambos casos, su lamentable estado ya no llama la atención (de las autoridades al menos), la ciudad es así.
¿Qué ha pasado con nuestra educación cívica?, esa que nos enseñaba a comportarnos en sociedad, que la ciudad es de todos y no de “otros”.
Vivimos tan pendientes de nosotros que nos olvidamos del resto. De alguna manera nos acostumbramos al hecho de que todo sea hecho por esos “otros”, tanto lo bueno como lo malo.
Volviendo al parque, ¿qué pasó?, ¿no hay basureros?, ¿no hay “otros” que limpien?, ¿no hay otros que lo cuiden, mientras yo lo uso?, ¿Es el diseño el malo?
“La ciudad más limpia no es la que se barre más, es la que se ensucia menos”
Quizá nos acostumbramos a la idea del espacio público privado, ese que no nos pertenece, ese que es mantenido limpio por manos ajenas, que nos cobra por entrar (cines, estadios, conciertos) y que podemos ensuciar sin cuidado, nos acostumbramos al Mall, esa pequeña ciudad controlada, ese parque cerrado que se mantiene limpio, no por nuestra cultura, sino porque constantemente “alguien” lo limpia.
Vivimos cada vez mas en espacios privados, en condominios cerrados, ya no viajamos en transporte público, lo hacemos en nuestros autos y si es posible en autopistas, y cuando nos entregan un espacio público no sabemos que hacer ni como comportarnos en él.
“Es la gente la que ensucia” dice una señora en las noticias, “son los que vienen de otro lado a ensuciar”, dice luego otra. “Es un asunto de cultura” dicen otros, con un tono más reflexivo. Nadie se hace cargo, y ¿por qué lo harían?, no es su propiedad, no les pertenece, el espacio público tiene esa extraña condición de ser de todos y a la vez de nadie, al final siempre es culpa de otros, son otros los que ensucian o limpian, los que cuidan o destrozan.
“Es que ya no hay sentido de comunidad” dice el lector de noticias con un tono grave y sombrío y da paso al fútbol, con un tono más alegre. Tal vez tenga razón, y si es así ¿que hacemos?. ¿no hacemos más parques ni paseos ni costaneras?.
En el caso Quinta Normal, los “otros” culpados de sus destrozos, corresponden a un sector de la sociedad, mismo sector que se ha visto relegado por malas políticas públicas de vivienda y carentes de espacios públicos de calidad, el mismo sector al que le hemos dicho mediante éstas, que las áreas verdes no son necesarias (un triángulo residual no es área verde), que lo que importa es tener algo propio (vivienda), no importa su ubicación y menos su entorno.
Si algo bueno nos dejó el año 2011, fueron los resultados entregados por fundación mi parque, esos que nos dicen en fríos números y porcentajes, que cuando hablamos de espacios públicos, las cosas se pueden hacer mejor y que si se hacen bien, los resultados son positivos. Números que nos dicen que crear comunidad, sentido de ésta, es aún posible, solo hay un pequeño inconveniente, hay que estar dispuesto a ello.
Es bueno que situaciones como la ocurrida en el parque Quinta Normal ocurran, porque parece que solo así, nos damos cuenta que no somos todo lo que creemos que somos, que nos falta camino por recorrer, que hacer ciudad es una carrera de largo aliento y que no por hacer un parque, un teatro o un museo, podemos darla por terminada. Es bueno que nos moleste y nos preguntemos porque pasan estas cosas, significa que aún nos importa y todavía estamos a tiempo de hacer algo. El problema es que cada vez nos importa menos, el problema no es mío, es de “otros”.
Tal vez nunca vayas a la Quinta Normal, o a la Avenida del Mar, pero compartes la ciudad con gente que si lo hace, lo que sucede en esos lugares, por lejano que parezca y aunque sea difícil creerlo, también es tu problema, nuestro problema.
Si Paulo Mendes da Rocha tiene razón y es verdad, que antes de que las ciudades se vuelvan feas, son las personas las que se afean, habrá que embellecer primero a las personas, luego a la ciudad.
Las preguntas entonces son obvias: ¿Cómo embellecemos a las personas, si no es con una bella ciudad?,¿Se puede embellecer a las personas con una ciudad fea?, antes iban de la mano pero ahora, ¿Que hacemos primero, ciudad o comunidad?