Nueva York desde el lente de una cámara
Por Diego Pascual. Arquitecto UNAB.
Quizás uno de los mejores ejercicios al momento de recorrer ciudades, es caminar con cámara en mano, de modo que sea posible obtener una lectura única de lo observado y plasmado en las fotografías.
El caso de Nueva York es sin duda de un interés considerable para nosotros como arquitectos tanto por el valor cultural que posee, como por su organización urbana y la cantidad de construcciones emblemáticas que alberga. Recorrer la ciudad cámara en mano significó el descubrimiento de detalles que quizás a simple vista no descubriríamos, y que van emergiendo dependiendo de la perspectiva de dónde y quién los captura.
Llama particularmente la atención el ritmo irregular que se genera por medio del recorrido, así comprendiendo que la fachada es una superficie heterogénea que toma identidades, transformándose en cada barrio que aparece. Encontramos de esta manera situaciones tan disímiles como por ejemplo la estética propia del barrio chino con la monumentalidad del Rockefeller Center, situaciones que, si bien, a simple vista no corresponden a una misma realidad, conviven y son parte de esta misma ‘superficie’.
Esta textura heterogénea observada desde el espacio público se modifica en su percepción dependiendo de 3 formas de observación claves, según mi experiencia personal:
Una de ellas es la horizontalidad, reflejada en el recorrido peatonal de sus calles, veredas y parques; donde las perspectivas y el campo visual permiten la percepción de los hitos urbanos y de la superposición de estilos y épocas que se manifiestan de diferente manera a lo largo de la ciudad. Nos referimos al recorrer del peatón común y corriente.
Una segunda sería desde la verticalidad, que se percibe por medio de sus miradores y azoteas de rascacielos. Desde este ángulo es posible comprender la ciudad como una superficie que tiene sus puntos de inflexión en sus rascacielos mas significativos y en los vacíos generados por sus parques.
Y por último la tercera manera podemos experimentarla en sectores intermedios como, por ejemplo, el New York High Line. Donde se manifiesta un recorrido horizontal desde una condición vertical, proporcionando una escala y comprensión de las texturas y formas que conforman el imaginario urbano que no es posible lograr desde el nivel calle o desde la altura de los rascacielos.