27F. A dos años del terremoto ¿Qué es lo que esperamos de la Reconstrucción?
Hoy se cumplen 2 años desde el terremoto del 27F, el cual devastó gran parte de las costas y zonas interiores de nuestro país. Luego de este episodio, y como se ha manifestado en varias oportunidades, más de 370.000 familias se vieron damnificadas por el evento. La reconstrucción se volvió una de las principales tareas pendientes del actual gobierno.
Hoy el panorama muestra una evidente discrepancia entre los distintos medios y canales de comunicación en cuanto a las distintas visiones y cifras respecto a los avances de la reconstrucción. Por un lado se revelan los últimos números entregados por el gobierno, mientras que por otro lado diversas agrupaciones y actores políticos y sociales, han salido a hacer frente a estos números, indicando que todo es un engaño. ¿Quién tiene la razón? ¿Qué es lo que estamos esperando, más allá de los números en cuanto a tiempo y avances en esta materia?
La página web del Minvu, tiene disponible el Informe de Avance en la reconstrucción de viviendas hasta el día 31 de enero del 2012. Este informe entrega información sobre el número de subsidios, inicios y términos de obra totales y comunales. Hasta la fecha en el informe se habla de 76.152 obras terminadas, lo que correspondería a un avance del 34% del total de obras en el plano de la vivienda. Sin embargo al analizar las cifras, están lejos de encontrarse en el estado de avance que había sido propuesto por el gobierno hasta el año pasado.
Por otro lado, durante todo este proceso y con mayor intensidad en el último tiempo, han surgido críticas que hacen referencia a la falencia de resolución de problemas producidos por el terremoto que afectan en el largo plazo, como la reconstrucción de los bordes costeros y pueblos interiores, y la reconstrucción patrimonial de poblados completos y obras arquitectónicas de gran valor que fueron arrasadas por el terremoto. La urgencia y la eficacia, primaron en varios casos por sobre la eficiencia y el criterio. Sin embargo, en este punto es pertinente agregar que en algunos casos, la reconstrucción sí ha tomado parte de la carrera por mantener características y valores tradicionales en las construcciones que otorgan la identidad e imagen urbana y rural, como es el caso de la VI región, donde han ido implementando un plan que considera cambios importantes en la institucionalidad e instrumentos normativos, de manera que se facilite potenciar el desarrollo económico y local de los sectores afectados.
Por otro lado, y en relación también a los tiempos de la reconstrucción, los profesionales y organismos a cargo invirtieron gran parte de su tiempo en entender los procesos y las herramientas que les serían útiles para desarrollar una apropiada reconstrucción. Sin embargo, no todo el proceso ha sido un bien ganado en el tiempo y hoy se diagnostica una falencia en cuanto a la continuidad de los equipos a cargo de la reconstrucción. Cabe recordar que los principales rostros a cargo de la reconstrucción ya no se encuentran trabajando en el ministerio, como el ex subsecretario Iacobelli, la ex ministra Magdalena Matte y el ex encargado de los planes maestros, Pablo Allard. De esta manera las responsabilidades se van diluyendo en el tiempo, y es más difícil pedir resultados concretos cuando no se tiene claridad de quién está a cargo. A esto se suma que ni la experiencia ni los procesos han sido transmitidos de forma acertada de manera de poder analizar las ventajas y desventajas de ciertas decisiones.
Un primer diagnóstico de lo que se ha desarrollado en este tiempo, es que la información de los estados de avance reales no ha sido lo suficientemente transparente y certera a lo largo del proceso. En este sentido, se obstaculiza el proceso de sacar conclusiones respecto a las herramientas, presupuestos, normativas y sinergias políticas necesarias ante una catástrofe, que pudieran servir ante futuros escenarios de esta índole.
¿Qué es lo que se debe esperar de la reconstrucción a estas alturas? Primero, no más damnificados. Hoy las cifras oficiales demuestran que el número de damnificados luego del terremoto no se ha reducido como se había esperado en un primer momento. Este número debe llegar a cero, mereciendo primar a estas alturas la eficacia.
En segundo lugar, más transparencia. Lamentablemente, ante la inminente llegada del aniversario número dos del terremoto, la clase política está más preocupada de defenderse tras cifras que avalen un avance, mientras el otro extremo de la esfera se deshace en elucubraciones sobre las responsabilidades del tsunami.
En tercer lugar, volver a considerar que Chile es un país de terremotos, por lo tanto es importante poder establecer en este período, una estructura institucional y normativa que resguarde ante próximos eventos catastróficos.
Es necesario que la cantidad, calidad y análisis de la información, permitan entender correctamente los escenarios actuales, lo que derive luego en la generación de metas objetivo mucho más acertadas hacia el futuro. Esta creación de una imagen a largo plazo es necesaria de ser generada tanto por las autoridades, como por los damnificados y ciudadanos de los sectores afectados, de manera de consensuar las vías que mejor aseguren un desarrollo futuro.