Rescatando los pasajes del centro
Aunque poseen falencias, como la presencia de cafés con piernas y cines triple X, las históricas galerías comerciales de Santiago tienen cualidades únicas que si son potenciadas podrían ser un aporte a la ciudad. Aquí, destacados arquitectos hacen sus propuestas.
por La Tercera
Hay cerca de 70 galerías, pasajes y portales comerciales en el centro de Santiago. Desde la década del 30 se empezó a desarrollar una verdadera red o trama oculta que hoy conecta todos estos espacios a través de 5,8 kilómetros. Ahí la clase alta de la época paseaba, compraba y se dejaba ver por sus pares. En la galería Agustín Edwards, con fuerte influencia art deco, incluso existió el famoso Café Santos, gran punto de encuentro social de la elite de la primera mitad del siglo XX. Hoy, dentro de este recinto hay una multitienda, pero también cafés con piernas y cines pornográficos, lo que ha provocado el deterioro de algunos de sus sectores.
“Para solucionar estas falencias hay que atraer a más usuarios, más diversos y más exigentes. El problema histórico es que el centro ha perdido miles de residentes en las últimas décadas”, explica el arquitecto Sebastián Gray.
“En la medida que el centro vuelva a poblarse con jóvenes parejas y familias -fenómeno que ocurrirá eventualmente por la escasez de suelo edificable en la periferia-, aumentará la demanda por comercio y servicios de calidad. Auguro que en pocos años el centro volverá a estar de moda”, añade.
La red de pasajes ofrece varias ventajas para el transeúnte. En verano permite caminar a la sombra y en invierno protege del frío y la lluvia. Tampoco hay autos que entorpezcan el tránsito del peatón y se acortan las distancias entre un punto y otro. Fueron, de alguna manera, un anticipo de los malls.
“Santiago tiene la red más extensa de pasajes y galerías en el mundo. Lo que hace única esta trama es que constituye un vasto circuito interior paralelo al de las calles, de manera tal que se puede atravesar una extensión del centro y siempre a cubierto”, señala Gray.
Karl Brunner, el urbanista austríaco que propuso la creación del Barrio Cívico de Santiago, en su primer viaje a Chile entre 1929 y 1931, sugirió la perforación de la mayoría de las manzanas del centro para crear un flujo de transeúntes y conectar los espacios libres al interior de los terrenos.
El planteamiento de Brunner fue seguido por influyentes arquitectos, como Sergio Larraín García Moreno (autor de la galería Edwards), Emilio Duhart (galería Astor), Josué Smith Solar (remodelación Portal Fernández Concha), Jorge Arteaga y Alberto Cruz Eyzaguirre (rediseño del Pasaje Matte).
Verdaderas calles cubiertas, muchas galerías surgieron junto a sus cines y teatros construidos en los enormes interiores de manzanas. Es el caso de la galería Imperio, que además alberga historias de apariciones y fantasmas al ser construida en los terrenos donde se ubicaba la casa de la legendaria Quintrala durante la Colonia. A su vez, la galería Juan Esteban Montero, de 1958, acogió al ex cine Huelén, que exhibe un valioso mural del artista Nemesio Antúnez, y mosaicos, en blanco y negro, en el piso, con forma de artesanías chilenas. Paradójicamente, la coordinación de estos pasajes surge desde el ámbito privado, sin ninguna participación municipal.
“Es necesario darle un golpe de gracia a las antiguas galerías. Buscar alternativas para aprovechar los segundos niveles, construir escaleras mecánicas y atraer a más tiendas comerciales”, dice el arquitecto Cristián Boza, decano de la Facultad de Arquitectura y Arte de la Universidad San Sebastián.
Estas galerías tuvieron su esplendor entre 1930 y la década del 60 y disfrutaron de una gran demanda de habitantes del sector y de visitantes ocasionales. La crisis empezó a partir de los años 70. La aparición del nuevo polo de servicios de Providencia, la migración de habitantes fuera del centro de Santiago, la creación de los caracoles como nueva forma de comercio y el aumento de las distancias producto del crecimiento de la ciudad colaboraron a este fenómeno.
Uno de los primeros fue el Pasaje Matte. Surgió en una propiedad del Presidente de la República Manuel Bulnes, quien era dueño de una manzana al sur de la Plaza de Armas. Bulnes encargó al arquitecto francés Claude Francois Brunet des Baines la creación de este nuevo concepto de infraestructura comercial.
Fue inaugurado en 1852, pero tiempo después, el pasaje de 56 locales fue adquirido por el banquero Domingo Matte. En 1932 fue contratado el arquitecto Jorge Arteaga para rediseñar el recinto. En 1954 y producto de un incendio, hubo otra reconstrucción, a cargo del arquitecto Alberto Cruz Eyzaguirre. Hoy, la multitienda Ripley ocupa un quinto del pasaje, cambiando su fisonomía y dividiéndolo en dos sectores.
A juicio de los expertos, las tiendas comerciales se han convertido en las grandes aliadas de las galerías y están renovando estas grandes zonas interiores del centro. Es el caso de una bodega de Falabella, en la galería Agustín Edwards; Ripley, en el Pasaje Matte y galería Astor, y París, en el Pasaje Aníbal Pinto. Según el arquitecto y académico de la Universidad de Chile, Alberto Texidó, hay que construir alternativas para los habitantes permanentes del centro como para los transeúntes, especialmente ahora que barrios como Lastarria, Brasil y Parque Forestal han ido rejuveneciendo. “La presencia del retail, de tiendas ancla o locales de servicios públicos permitirían un flujo permamente de personas y el renacimiento de estos espacios”, remata Texidó.