Red de Agricultura Urbana: arando el cemento de Santiago
En medio de la “selva de cemento” -como es también conocida la ciudad de Santiago- nació en 2011 la Red de Agricultura Urbana (RAU); una iniciativa que conjuga las necesidades de incrementar las áreas verdes en la ciudad y de difundir una cultura que vuelve al origen de los alimentos saludables gracias a la participación libre y abierta de la comunidad, hecho que se puede traducir también en una alternativa a la pobreza. Desde ese entonces, la ONG respaldada por la Oficina Regional de la FAO, ha plantado sus semillas en lugares de la capital como Américo Vespucio o la calle Club Hípico, y ha participado recientemente en el Lollapalooza y el Festival del Medioambiente de Santiago (FEMAS).
Esta iniciativa dirigida por profesionales, técnicos y agricultores urbanos de Chile busca promover, difundir y legitimar la agricultura urbana para proporcionar información validada sobre la producción de alimentos en las ciudades y sin restricciones legales.
Papas, zapallos, lechuga, topinambur, tomates, quinoa, caléndula, albahaca. Prácticamente todo puede crecer si se conocen bien las características del suelo donde se está sembrando, pues la única restricción para sembrar es un suelo contaminado. Es así como -a pesar del difícil acceso a la tierra- la Red de Agricultura Urbana se ha tomado lugares privados, públicos, huertas comunales, lugares cedidos por alcaldías, escuelas hospitales y otros, con un fin que trasciende la agricultura. Para Julia Franco, integrante de RAU “es importante que los habitantes de las ciudades utilicen espacios públicos para cultivos de alimentos como una forma de mejorar su calidad de vida, de relacionarse con la naturaleza y de acceder a alimentos frescos y económicos. Cuando las personas cultivan sus propios alimentos se producen cambios muy importantes en su forma de relacionarse con el ambiente, con la alimentación y con otros vecinos“.
Volver al origen
Según un estudio realizado por CIREN-CORFO en 1991, a mediados del siglo pasado comenzó un crecimiento sostenido de urbanización en el Gran Santiago, llegando a cuadruplicarse la superficie de cemento en desmedro de las zonas rurales del valle central. En el momento del estudio, “de las 34 comunas que componían el gran Santiago en esa fecha, sólo 10 poseían superficies significativas de suelos agrícolas. Ellas eran Huechuraba, Quilicura, Renca, Pudahuel, Maipú, Peñalolén, La Florida, La Pintana, Puente Alto y San Bernardo. Las 24 comunas restantes estaban ya urbanizadas en su totalidad en 1970 o terminaron de hacerlo en los últimos 20 años“. El plano a continuación muestra cómo se dio este proceso de urbanización en relación al crecimiento por presión residencial o industrial.
Pero pese a esta exacerbada urbanización, lo que proponen las diversas iniciativas de agricultura urbana, al igual que RAU, podría describirse como la conformación del “campo del siglo XXI”. Pero ¿es esto factible? Santiago se ha transformada en una gran ciudad, pero existen muchas poblaciones que funcionan como pequeños pueblos, donde sus habitantes se conocen y participan de la vida comunitaria. Las amenazas a estas huertas urbanas pueden ser las basuras propias del vecindario, robos de plantas, contaminación directa (autos, smog, origen del relleno del suelo). Pero ante esto, Álvaro Pumarino, uno de los directores de RAU, afirma que lo fundamental “es la apropiación del espacio público por parte de los vecinos y/o huerteros, compartir los trabajos y las cosechas, realizar actividades conjuntas participativas anexas a la huerta y apoyo municipal (fondos, permisos, agua de riego)“.
Organizaciones consolidadas en este tema, como la Huerta Municipal de La Reina, el Programa de AU de La Pintana y los huertos escolares de la municipalidad de Renca, operan bajo conceptos similares. Por otra parte, recientemente de autorizó la ampliación del Programa de Desarrollo Local PRODESAL (del Intituto de Desarrollo Agropecuario) y que, entre otras cosas, busca articular los esfuerzos realizados por los actores del territorio que estén incorporados, para que se constituyan ejes de desarrollo económico, social, humano y medioambiental.
Pero también en el sector privado existe una amplia participación en agricultura urbana, más bien enfocados a la provisión de insumos y servicios como capacitación, siendo éstos los casos del Huerto Hada Verde, Canvis, Plataforma Neta, Cultivos Urbanos, Ciudad Viva, entre muchas otras iniciativas.
Dentro de la línea de acción de RAU para este año, están contemplados el desarrollo de un manual de buenas prácticas agrícolas urbanas (ya existen algunos realizados por la FAO), la instalación de un centro demostrativo de capacitación, charlas abiertas al público general sobre agricultura urbana y un catastro del estado de la agricultura urbana a nivel metropolitano, el cual ya tiene su modelo listo y se encuentra en la etapa de búsqueda de financiamiento para su desarrollo. Uno de los objetivos de este catastro es conectar a las personas y organizaciones para que estas iniciativas se consoliden y se repliquen.
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