Deseo y Ciudad
Por Eduardo Ismael Martínez Santos
Arquitecto PUC
“Las ciudades son el intento más exitoso del ser humano por rehacer el mundo en el que vive de acuerdo con el deseo más íntimo de su corazón”
La cita es de Robert Park y se la leí a David Harvey en un artículo titulado “El derecho a la ciudad”. No soy erudito en ninguno de los dos autores por tanto mi idea es solo colgarme de la cita para desarrollar un punto que me parece interesante: el papel que juegan los deseos humanos en la configuración de las ciudades. Me interesa darle una pequeña vuelta a ese poder de las cuestiones intangibles (como los deseos) para levantar enormes artefactos (como las ciudades). Pero quiero aterrizarlo un poco ¿Cuales son los deseos que mueven hoy día a Santiago? ¿Cuales son los impulsos que redundan en esa forma que hoy día observamos? Acá mi humilde ranking. Tres deseos claramente reconocibles.
1. Desear dinero
Nuestra sociedad se sostiene sobre un principio que a estas alturas parece dogma: el crecimiento económico es siempre bueno, deseable y necesario. Habrán matices pero ningún partido o grupo predica la idea de “no crecer”. El crecimiento económico se sostiene a su vez sobre la base del consumo, lo que implica como derivada natural que también el consumo (aunque requiere más control) es también bueno, deseable y necesario. Pero para consumir se necesita plata. Así, el deseo por tener plata (y poder consumir) mueve, literalmente, a miles y millones de personas. El deseo de tener dinero está en la base de los desplazamientos físicos que explican buena parte del crecimiento de las ciudades. Algunos dirán que no es solo por eso que la gente migra (del campo a la ciudad, de ciudades menores a capitales). Estoy de acuerdo. No es lo único, pero sí lo primero. ¿Esta ud. dispuesto a irse a trabajar a regiones? Probablemente si el sueldo es bueno está dispuesto a pensarlo.
Pero el deseo de tener dinero es también lo que estimula miles de ingeniosas relaciones comerciales que afectan la “forma física” de las ciudades. Desde la ampliación de la casa para tener un peluquería hasta la construcción de un mall. El deseo de hacer negocios (y así obtener dinero) no solo mueve físicamente a las personas, sino que mueve a las personas a hacer “cosas” físicas…
2. Desear una “casa”
Sin duda un deseo ancestral que se ha sofisticado con el tiempo pero que a mi juicio sigue en la base de los deseos que mueven y dan forma a una ciudad. Si el deseo por dinero es capaz de mover a las personas de un lugar a otro, el deseo de un hogar, una vez que se arribó allí donde el dinero nos condujo, es una obviedad. Dicho de manera muy burda, la modificación del plan regulador de Santiago (MPRMS-100) abre suelo para poner 350.000 casas. Casas que van a desear el cerca de millón y medio de santiaguinos que se sumarán a la capital de aquí al 2030. Deseo por viviendas que se traduce en deseos por departamentos o casas que finalmente representan buena parte de los millones de m2 construidos que tiene una ciudad.
3. Desear tiempo
¿Porqué cambiar la carreta por un auto? ¿Porqué cambiar el auto por el metro? Me parece que la comodidad es un factor importante, pero con lo incomodo del metro (hoy) me inclino más por esta respuesta: Porque con el cambio “gano tiempo”.
Nuevamente, no es la única razón, estoy de acuerdo, pero sí una razón fundamental. Dentro de la evaluación social que determina la ejecución de un camino o una autopista, un elemento clave es la disminución de tiempos de viaje. Eventuales rebajas son consideradas ganancias para las personas, y las personas (y también las empresas) siempre valoran el tiempo. Tiempo para dormir más, para hacer más entregas de mercadería, para estar más temprano en la casa, etc. En otras palabras el deseo por tiempo redunda en un esfuerzo permanente por hacer obras de infraestructura que disminuyan los tiempos de viaje y acorten las distancias. Dicho en simple, redunda en metros, trenes, autos, buses y en millones de m3 de asfalto y hormigón para mover esos aparatos.
Se me ocurren varios otros deseos, pero la idea es atender unos pocos que expliquen elementos gruesos observables en una ciudad como Santiago. La pregunta ahora es la siguiente: si es defendible la idea de que parte de la construcción de Santiago responde a estos tres deseos. ¿Será Santiago algún día la ciudad que queremos? Yo quiero una ciudad sin contaminación menos segregada y con más parques. ¿Es eso compatible con mi deseo de ganar plata, comprarme una casa grande y llegar luego a la pega? Las ciudades son fruto de los deseos humanos pero muchas ciudades no son lo que uno quisiera. ¿No será entonces sano sentarse a revisar lo que deseamos? ¿O será que en realidad el gran identificador y encargado de satisfacer deseos ya existe, es el mercado…y con eso estamos?