Los extranjeros que conocen Santiago de barrio en barrio
[a CORRER] Dos sábados al mes organizan carreras por la ciudad, mezcladas con preguntas y pruebas tipo gimkana. Finalizan la actividad con una gran fiesta.
Por Catalina May, La Tercera.
Para celebrar la carrera número 100, el pasado sábado 16 de junio, el grupo de amigos de Hash House Harriers se reunieron a eso del mediodía en Los Dominicos. Como siempre, recibieron pistas: primero, subir al Metro, bajarse en Santa Lucía, y luego subir al cerro para dar con otra pista: ir a un bar en la esquina de San Antonio con Merced, luego al Mercado Central y, por último, a Bellavista.
Lo que este clan de extranjeros organiza son correrías por la ciudad, mezcladas con preguntas y pruebas tipo gimkana y luego finalizar la actividad con una gran fiesta, ya sea en la casa de alguien o en un bar (suele ser el Flannery’s, en el barrio El Bosque).
Los Hash House Harriers -o HHH o H3- se realizan en ciudades de todo el mundo. Son clubes formados principalmente por extranjeros -en el caso de Santiago por unas 25 personas de Europa, Canadá, EE.UU. y Australia- que se reúnen a hacer unos circuitos de trote y caminata, que terminan con asados y cervezas. La idea es hacer ejercicio y socializar, en un ambiente de buena onda y relajo. “A mí me encanta Santiago, pero aquí viven siete millones de personas y a veces uno se puede sentir muy solo. Para evitar eso tenemos los H3”, dice Annetta Metselaar, holandesa que vive en Chile hace cuatro años y participa en estos eventos hace dos.
Los H3 nacieron en Malasia en 1936, donde fueron bautizados con ese nombre intraducible, que hace referencia a la comida que ingerían los fundadores y a los perros cazadores Beagle harriers. No hay claridad sobre cuándo empezaron en Santiago, porque el grupo nace y muere con las generaciones de extranjeros que llegan y se van, pero se sabe que alguna vez llegó a contar 450 carreras.
Dos sábados al mes, los miembros de HHH se reúnen en la casa de un anfitrión, que cambia cada semana, en el verano a las 4 de la tarde y en el invierno a las 2. Juntos hacen un precalentamiento, que incluye canciones que ellos mismos han inventado. El inglés es el idioma oficial en estas reuniones, aunque aseguran que los chilenos también pueden participar.
Cuando están listos para empezar a ejercitar, salen a la calle a buscar las pistas que el dueño de casa ha marcado por su barrio un par de horas antes, y que serán las que definirán el circuito. En general, son flechas hechas con tiza, que llevan a los participantes a recorrer entre tres y siete kilómetros, caminando o corriendo, según cada uno decida. Annetta recuerda recorridos por el barrio Brasil, República y Manuel Montt, aunque después de 100 carreras el grupo ha conocido casi toda la capital, causando a veces la extrañeza de los vecinos.
“A veces cuando pintamos las flechas la gente cree que somos ladrones y estamos marcando sus casas, así que tenemos que explicarles que es un juego. Una vez estábamos en San Damián, cerca de la casa del Presidente, y había muchos policías que nos preguntaban qué estábamos haciendo, así que tuvimos que invitarlos a participar”, cuenta.
Mark Raymond es de Toronto y hace tres años vive en El Quisco. Empezó a participar en los H3 en Kabul y también lo ha hecho en Bangkok, Las Vegas y Montreal. A Santiago viaja cada vez que hay un hash. “Estaba inscrito para participar dos meses antes de llegar a vivir a Chile. Mi barrio preferido es Bellavista, por las terrazas al aire libre”, dice.
Tras cada carrera, el grupo hace un asado en la casa del anfitrión de esa semana, o va a algún bar en Tobalaba, Plaza Ñuñoa o el barrio Brasil. “A mí me gusta ir al barrio Concha y Toro, que es tan bonito. También me encanta el centro, porque está lleno de sorpresas”, dice Annetta. Sea el barrio que sea, lo importante es la cerveza, que incluso reemplaza al agua bendita en los bautizos de H3, que se realizan cuando un integrante completa cinco carreras.