Columna: Expansión urbana
Marcial Echenique, U. de Cambridge y asesor Ministerio de Transportes
DIARIO LA TERCERA
EN OPINION de Louis de Grange y Ricardo Abuauad (en una columna publicada en estas mismas páginas) se inclinan en contra de la ciudad en extensión que he defendido en diversos foros, incluyendo el que citan en dicho artículo, realizado en Inglaterra. No obstante, cabe aclarar que sin lugar a dudas estoy totalmente de acuerdo que la planificación urbana debe ser en conjunto de suelos y transportes. En esta línea, hoy, como asesor ministerial de Transportes (anteriormente fui asesor ministerial de OO.PP. en la planificación de las concesiones), estamos promoviendo en seis ciudades de Chile la planificación integrada del transporte y el uso del suelo en la iniciativa “Ciudad Modelo”.
En cuanto a la conveniencia de planificar ciudades densas en la cual las personas viven en departamentos en altura, con un rígido límite urbano, ha resultado ser poco sustentable desde el punto de vista socioeconómico y ambiental en los países desarrollados, lo cual aspiramos ser.
Desde el punto de vista socioeconómico, la restricción de la oferta de terrenos hace subir los precios de los terrenos, como es el caso de Santiago, que reporta un aumento de 1.000% desde que se impuso el límite urbano. Esto hace inalcanzable el acceso a la vivienda propia a los sectores populares. Aun más, los edificios en altura para los sectores de bajo ingreso no permiten la ampliación o mejora de sus viviendas que finalmente se transforman en guetos de problemas sociales. Es por esta razón que en los países desarrollados se han demolido la mayoría de estos conjuntos y han sido remplazados por viviendas unifamiliares.
Por otra parte, el mito al que muchos arquitectos y otros profesionales adscriben es que con mayor densidad las personas dejarán de usar el auto, reduciendo la congestión; eso ha sido desestimado por la evidencia científica y empírica. Por el contrario, se demuestra que con un aumento de la densidad en 100%, aumentan en un 90% los autos en las mismas calles, aunque bajen las distancias recorridas en un 5%. El resultado es más congestión. El transporte público no es sustituto del auto para una gran mayoría de los viajes, que permite viajar desde cualquier punto de la ciudad, a cualquier hora, en forma cómoda, rápida y relativamente económica. El transporte público es esencial para los viajes a centros congestionados, pero no llevan más del 30% de los viajes diarios en ciudades desarrolladas como París, Londres o Nueva York.
La solución de los problemas urbanos es la planificación integrada del transporte y de los usos del suelo en el territorio, con más áreas verdes, respetando el paisaje y descentralizando los servicios en metrópolis como Santiago. También la política de transporte debe internalizar los costos a los automovilistas a través del pago por su uso (peajes), por congestión (tarificación) y por contaminación (impuestos a los combustibles). Incentivar a los vehículos con estándares de baja emisión como los híbridos y eléctricos. Finalmente, hay que mejorar los transportes públicos de calidad como el Metro y los trenes suburbanos para acceder a las áreas centrales. Con esto y no con densidad, Santiago crecerá en forma sustentable ambientalmente, socialmente equitativa y económicamente eficiente.