Frontis de hospitales convertidos en ferias persas: médicos acusan delincuencia e intoxicaciones
Pese a ello locatarios cuentan con permisos municipales
Los accesos a los hospitales San José y Roberto del Río están colmados de locales que afectan a pacientes y funcionarios.
Por El Mercurio, René Olivares y Nadia Cabello
Completos, sopaipillas, zapatos, papas fritas, chatas, ropa interior, dulces, pañales y artículos de aseo. Incluso, afirmadas en una reja, hay alrededor de diez tragamonedas. Un mix de productos tan variopinto como los 77 locales que conforman el mercado persa que se aprovecha un público potencial de más de de 1,5 millones de personas en la comuna de Independencia.
¿El problema? Su ubicación a escasos metros de los hospitales San José y Roberto del Río. Tan escasos, que la proliferación de estos comercios ha vuelto una tarea sumamente difícil poder encontrar las entradas de ambos recintos, porque están prácticamente obstruidas.
La dificultad para ingresar a los establecimientos viniendo desde Av. Independencia es tal, que el director del hospital San José, Raúl Vásquez, afirma que “existe un riesgo permanente para nuestros pacientes, los que muchas veces tienen limitaciones para desplazarse y tienen que transitar por la calle, ya que las veredas están ocupadas por este comercio, que incluso está en el borde de la legalidad, como las máquinas tragamonedas”.
Una situación que tiene a directivos y médicos de ambos recintos decididos a darles batalla por las dificultades que -dicen- están provocando no sólo a los usuarios, sino también a quienes trabajan en el lugar.
Aseguran que la situación, además de provocar bloqueos al paso de las ambulancias, genera frecuentes intoxicaciones por las escasas condiciones de higiene en que se ofrecen las comidas preparadas. Un hecho que se explica porque ningún local tiene acceso a alcantarillado y, en consecuencia, no cuentan con autorización sanitaria para funcionar, como confirma la Seremi de Salud Metropolitana.
“Nosotros nos podemos esforzar por darle tratamiento a un niño, pero si a la salida la mamá le compra un completo, el niño va a llegar enfermo igual a su casa”, se queja Emilio Gallardo, de la Asociación Médica del Hospital Roberto del Río.
Por otro lado, la aglomeración de personas en el entorno ha provocado un aumento de los hechos delictivos en el sector. Según los médicos, la hora más riesgosa para quienes transitan por el lugar es cerca de las siete de la tarde, justo cuando al interior de ambos hospitales se hace cambio de turno.
El problema se repite al otro lado de Santiago, en el hospital Sótero del Río de Puente Alto, aunque en este caso los 28 locales cuentan con patente o permiso municipal, sujetos a una fiscalización del municipio.
En el caso de Independencia, pese a las irregularidades y el escaso control, los locatarios no están solos. El edil Antonio Garrido asegura que no sacará ningún local “mientras sea alcalde” (ver nota relacionada).
Con permiso, no hay problema
Pese a los reclamos, el alcalde Antonio Garrido realiza una férrea defensa de los comerciantes: “No hay delincuencia. La gente que está ahí está trabajando, que es mejor a que esté robando”.
“Me han pedido cien veces que los saque y me lo van a pedir mil más, pero no se van a mover de ahí mientras yo sea alcalde”, añade.
Garrido asegura que los funcionarios del hospital “deberían preocuparse de atender a la gente que tienen hasta en los pasillos, y no de quienes trabajan para comer”.
En Puente Alto, el administrador municipal René Borgna dice que hace dos años tuvieron los mismos problemas que hoy se observan en Independencia. “Y se creó un plan de fiscalización semanal con Carabineros. Cuando vemos gente sin permiso o vendiendo productos pirata, les requisamos la mercadería y llevamos el caso al juzgado de policía local”, explica.