Julio más seco de la última década agrava crisis por sequía que afecta a la zona central
Comparando el mismo mes en el registro histórico, es uno de los seis con menores precipitaciones desde 1950:
En las últimas 4 semanas, entre Coquimbo y Santiago el déficit es de 87% respecto de igual mes para el período 2002-2011. Agricultores advierten riesgo para ganado y cultivos, y escasa acumulación de nieve en la cordillera que afectaría deshielos.
Por Matías Rovano, Mauricio Silva y Sergio Bustos, El Mercurio.
Aunque en junio todo parecía encaminarse a un año con lluvias normales, lo ocurrido en las últimas semanas frenó en seco el optimismo y alertó a los agricultores de la zona central del país, ya en crisis por una larga sequía.
El mes de julio de 2012 fue el menos lluvioso, para el mismo período de la última década, y uno de los seis más secos desde 1950, en que las precipitaciones -en promedio- no han superado los 10 mm acumulados.
En las últimas cuatro semanas, en La Serena y en Ovalle no ha caído nada de agua, mientras que Valparaíso registra 9 mm y Pudahuel 15 mm. Esto lleva a que el promedio entre La Serena y Santiago registre un déficit de lluvias de 87,7% para julio, respecto de igual mes para el período 2002-2011. Y entre Curicó y Concepción, ese déficit es de 59%.
“Este es el mes de julio más seco de los últimos 11 años, y uno de los seis ‘julios’ con precipitaciones extremadamente bajas desde 1950. Esto en base a Santiago, pero es un patrón de lo que ocurre entre La Serena y Chillán, con las variaciones propias de cada zona”, afirma Jorge Carrasco, climatólogo de la Dirección Meteorológica de Chile.
Cristóbal Juliá, meteorólogo del Centro de Estudios Avanzados en Zonas Áridas (CEAZA), dice que si bien se espera que las lluvias se normalicen en agosto, “esto no significa que se vaya a recuperar el sistema hídrico”.
A ello se suman temperaturas anormalmente altas en los valles de Coquimbo (sobre 30°C en Elqui y Limarí), lo que adelantó la floración de vides. Juliá advierte que si llueve en agosto o septiembre podrían estar propensas a enfermedades, y “esto tendrá consecuencias en la producción”.
Agricultores en alerta
“Parecemos bipolares”, dice el presidente de la Asociación de Agricultores de Quillota, Santiago Matta, respecto del cambio vivido entre junio -cuando celebraron las lluvias- y julio.
Las casi nulas precipitaciones del último mes -dice- empeoraron la situación de la principal reserva de agua para el verano: la nieve de la alta cordillera. “Hay 240 mm de nieve en Portillo frente a los más de 500 del año pasado, y la isoterma 0 grados subió de los 2.000 a los 2.500 metros de altitud”, advierte.
En la zona temen que esto afecte las 22 mil hectáreas de cultivos de las provincias de Quillota y Marga Marga, donde en 2011 las pérdidas sumaron US$ 300 millones.
En Petorca y en La Ligua, la escasez de lluvia llegó a tal punto que por primera vez desde que los agricultores tienen memoria se secaron canales como los de El Bajo y El Medio, en Cabildo.
“El invierno pasado, con sequía y todo, tenían 300 litros por segundo”, afirma el director de la asociación de canalistas Los Molinos, Ricardo Sangüeza. Él cree que la situación hará crisis en octubre, cuando se inicie la época de riego, y anticipa que se agudizarán los conflictos por los derechos de agua en el valle. En Petorca hay 12.500 hectáreas de paltos que regar, y 30 de los 35 canales están secos, advierte.
Hoy, una de las zonas más críticas es Coquimbo, donde la sequía tiene en serio riesgo a unas 400 mil cabezas de ganado caprino por falta de alimento. “No hay nada de pasto y las cabras andan comiendo tierra (…) Muchas crías nacen muertas, y algunos animales viejos también se están muriendo”, dice Luis Pérez, presidente de la Comunidad Agrícola Barraza.
Aunque allí el Estado ha entregado $500 millones en alimento para animales, parte de los crianceros se están moviendo hacia sectores costeros al sur de la región en busca de pastos.
El ministro de Agricultura, Luis Mayol, reconoce que la situación más complicada está en Coquimbo. “En el resto del país hay preocupaciones también, pero no de la misma intensidad. En O’Higgins y parte de Valparaíso aún hay un pequeño superávit de agua (…) El problema sería si esto persiste y no lloviera más en el invierno, y los embalses no pudieran recuperar un nivel de normalidad”, dice.
En Maule, una de las zonas más afectadas es Cauquenes, donde sin la ayuda estatal “estaríamos en una catástrofe”, afirma la agricultora Brígida Muñoz. “La falta de agua provocó menor crecimiento en las praderas, afectando directamente la principal fuente de alimentación del ganado”, ratifica la seremi de Agricultura, Anita Prizant.
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$25 mil
millones ha invertido el Ministerio de Agricultura para enfrentar la sequía.
108
comunas se han declarado bajo emergencia agrícola en el país, las que son destinatarias de esos recursos.
US$ 300
millones en pérdidas por la sequía se registraron en 2011 en las provincias de Quillota y Marga Marga.
90
millones de metros cúbicos de agua del río Aconcagua se han descargado al mar entre abril y julio, los que no se han podido aprovechar por falta de embalses, según agricultores de la zona.
$41 mil
millones destinó este año el Gobierno para infraestructura de riego, mientras que en 2009 este ítem llegaba a $29 mil millones. A esto se suma el plan para construir cuatro embalses: Chacrilla (Valparaíso), Valle Hermoso (Coquimbo), Chironta (Arica) y Punilla (Biobío).
Agua para Chacrilla
Tras la polémica que se generó en Putaendo por el agua que la DGA otorgó a la hidroeléctrica Colbún, y que la facultan a desviar caudal del río Rocín antes de que éste alcance el embalse Chacrillas -aún en construcción- y retornarlo aguas abajo de esta represa, el titular del MOP, Laurence Golborne, garantizó que esto no afectará a la obra.
Durante una visita al valle de Aconcagua el fin de semana, afirmó que si bien Colbún cuenta con estos derechos, el Gobierno no aprobará un proyecto hidroeléctrico que implique “by pasear” a Chacrillas, una obra emblemática para combatir la sequía en la zona.
“Esos proyectos deben ser autorizados y cumplir una serie de normas. El Gobierno no va a autorizar un proyecto que ponga en lo más mínimo el riesgo de la seguridad de riego de un embalse que estamos construyendo”, afirmó.
Situación climática interrumpió “bombardeo de nubes”
La ausencia de sistemas frontales en la zona central llevó a interrumpir el plan de estimulación artificial de lluvias que el gobierno había comenzado a aplicar entre las regiones de Atacama y O’Higgins.
El secretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Riego, Felipe Martin, explica que el bombardeo de nubes con yoduro de plata se alcanzó a aplicar durante las lluvias de junio, con una evaluación muy positiva, por cuanto contribuyó a generar un superávit estadístico que este mes de julio extraordinariamente seco ya revirtió.
“El retraso de los agricultores en entregar sus aportes económicos para concretar el plan demoró la instalación de equipos quemadores de yoduro de plata en Petorca, Aconcagua, Casablanca y San Antonio. Por ello, durante mayo y junio se optó por traer a esa zona aviones que aplican el químico y que estaban sin usar en Coquimbo y Atacama, por la falta de frentes de mal tiempo en esas regiones”, aseveró.
La idea es que a partir del próximo año en Valparaíso operen 27 equipos quemadores de yoduro de plata, a cargo de la misma empresa que realiza el procedimiento en la Sexta Región. El plan de “bombardeo de nubes” tenía como expectativa un incremento de las precipitaciones de agua y nieve de entre 15 y 20%. Sin embargo, requiere la presencia de un sistema frontal para aplicarlo, lo que no ha ocurrido durante julio.
Por qué este último mes no registró lluvias
Todo indicaba que tras dos años de causar estragos, “La Niña” al fin se retiraba. El aumento de la temperatura del océano Pacífico sudamericano y las lluvias de junio, que marcaban a esa fecha un superávit, presagiaban el fin de la sequía.
¿Qué pasó? Jorge Carrasco, climatólogo de la Dirección Meteorológica de Chile, explica que en julio la atmósfera de la zona central del país no se acopló a la condición oceanográfica: las altas presiones siguieron obstaculizando el paso de frentes lluviosos.
“La Niña no ha recrudecido. Seguimos en transición a las temperaturas marinas más altas de El Niño. Pero entre ambos se intercalan ciclos lluviosos y secos de corto plazo. El fenómeno se llama oscilación Madden-Julian”, dijo.
Según Carrasco, a partir de agosto se entra en un microciclo lluvioso, que además coincide con la fase de ingreso al fenómeno de El Niño, lo que hace prever que en ese mes y en septiembre precipitará.
Carlos Gana, consultor en agroclima, explica el fenómeno en ciclos que cubren décadas, que alternan períodos fríos y secos (con fenómenos de La Niña largos e intensos), y otros cálidos y lluviosos (con predominio de El Niño). A su juicio, estamos en una fase fría que probablemente se extenderá por los próximos 15 años.
“Cuando estamos en fase fría, como ahora, ocurre exactamente lo que ha pasado en los últimos 5 años en Chile: las ‘Niñas’ son más largas (…) no cae mucha agua y hace frío. Es probablemente lo que vamos a seguir viviendo por los próximos 15 años. Llega un ‘Niño’, pero es débil y corto, entonces no hay suficiente lluvia y no se acumula suficiente nieve”, explica.