Cómo hacer ciudad: Popup Hood en Oakland
El proyecto Popup Hood tiene como escenario una ciudad lienzo, en su potencial de ser transformada, activar su uso y promover una forma inteligente de habitarla. El término anglosajón Popup es una onomatopeya que describe un brote rápido y espontáneo similar al fenómeno “callampa” con que nos referimos a las poblaciones en nuestro país. Así, el proyecto se asocia a un barrio que germina en un sector decaído, desencadenando nuevos brotes de actividad y como palanca para mayores transformaciones urbanas. En Oakland, un par de emprendedores deciden entregar alquileres gratuitos durante 6 meses para promover la ocupación de una pila de locales comerciales. El sector desarrolló inmediatamente un sello de fomento a la creatividad y las economías locales, beneficiando por sinergia a aquellos que ahí decidieron instalarse y aglomerarse.
Se trata de una clusterización – o fenómeno de concentración- inducida. El curso natural para la consolidación de un cluster tiende a funcionar por tiraje: un primer local atrae a un segundo de tal forma que se benefician de su especialización. Este se trataría de un caso forzado, ya que los grupos comerciales fueron instalados al mismo tiempo, generando una reacción simbiótica simultánea. A partir de ahí funcionan de forma colaborativa, abriendo y cerrando al mismo tiempo y promoviéndose entre ellos como sistema.
El distrito se conoce como Old Oakland y a pesar de su buena ubicación, no ha logrado revitalizarse en el tiempo. Como víctima de la recesión económica que ha significado grandes desafíos de la población local (con una tasa de desempleo de un 16%), se puede llegar a entender el factor disuasivo por abrir nuevas tiendas y emprendimientos en el sector. En este escenario surge la iniciativa de Alfonso Domínguez y Sarah Filley, que estratégicamente buscan ser el puente entre entidades públicas, desarrolladores privados, negocios de menor escala y las necesidades de los residentes del barrio. Es así como constituyen una incubadora de economía local, reformulando el concepto de retail y consumo hacia uno que oriente a un mejor modelo de ciudad. La idea que promueven de cómo habitar los barrios presume ser sostenible, revirtiendo la limitada convicción de que una ciudad más sustentable se vincula a espacios verdes, en directa oposición al desarrollo urbano. La regeneración de un paño en desuso a un barrio denso, activo y ruidoso, operando a través de la innovación, puede traducir en una mayor calidad de vida.
Frente a la falta de estrategia por parte de las entidades públicas y de iniciativa por parte del privado, el colectivo de emprendedores también cubre el vacío en cuanto al capital de la participación ciudadana para potenciar el desarrollo del barrio. Así surge la consulta a residentes para conocer más de cerca sus demandas y expectativas, que lo volverían un proyecto urbano más apropiable por parte de quienes ahí viven. En definitiva, un barrio exitoso se vuelve más atractivo si aquellos que ahí viven apuestan por él.
Lo que más llama la atención del proyecto Popup Hood es que su éxito proviene de la energía de la superviviencia. Así, la economía local ha encontrado caminos alternativos para fortalecerse a través de una reformulación de la tendiente mecánica del retail, que suele beneficiar a ciertos segmentos sociales y territorios, dejando en el olvido a otros.
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