Se vende Dharavi: el “slum” de emprendedores más grande del mundo
Fuente imagen: Leclercle
Lamentablemente, la única imagen que suele brotar en occidente al referirnos a Dharavi, Bombay es la puesta en escena de la película Slumdog Millionaire del director británico Danny Boyle. A este prejuicio mediático, que perfila la apocalíptica informalidad -mediante superficiales fotogramas que no alcanzan a retratar su dinámica interna-, se le ha llegado a clasificar como “pornografía de la pobreza”. En el otro extremo, el cine escapista bollywoodense suele evadir la realidad por temor a dar señas del estado de vulnerabilidad al que están afectos millones de habitantes en India. Entremedio de éstos, no existe ningún canal que capture la unicidad autocontenida de la villa más grande de su continente, donde se podría llegar a discutir que reside la mayor y más densa cantidad de emprendedores en invertir progresivamente en su capital social.
Este asentamiento se encuentra hoy amenazado a desaparecer bajo la mirada de los especuladores inmobiliarios. Pero antes de describir este advenimiento, Dharavi merece ser retratado como un aporte al desarrollo de las comunidades locales, junto con levantar el injusto y paralizante sello del estigma.
En el siglo XVIII se conoce a Dharavi como una isla dentro de las seis grandes Koliwadas de Bombay, es decir, los más importantes centros de pesca que permitió a los Kolis desarrollar esta actividad productiva. Una presa en el pueblo contiguo de Sion aceleró los procesos de drenaje, inhabilitando la pesca, pero disponiendo terrenos para nuevas migraciones. Poblaciones de Gujarat llegaron a establecer una colonia que trabajó la cerámica, mientras llegaron curtidores de Maharashtra y otros especialistas en tejidos de Uttar Pradesh. Hoy, a diferencia de otros asentamientos informales que buscan oportunidades laborales extramuros, la aglomeración de actividades generada por los mismos inmigrantes les permite sostener una cultura de trabajo al interior de la comunidad. Es esta consolidación de redes interiores la principal herramienta para volverlos resilientes frente a la vulnerabilidad del territorio.
Pareciera que, al mismo tiempo que han construido independencia respecto al resto de la ciudad, ésta los ha olvidado con el mismo esfuerzo que invirtió el cine bollywoodense. Autopistas atraviesan el barrio formalizando los límites con el tejido formal, el ferrocarril pasa con una frecuencia de tres minutos, pero no cuenta con ninguna parada en su interior. Impresiona ver cómo se extiende una pila de tiendas por el costado de la vía con la esperanza que en su súbito tránsito, los pasajeros del tren conozcan, reconozcan y se tienten con alguno de los productos locales. Es evidente la falta de atención por parte de las autoridades al ver que dos colectores de dos metros de diámetro atraviesan Dharavi para proveer de agua a la capital, siendo que éstos no cuentan con agua corriente.
Fuente imagen: Leclercle
Entre la desidia de las autoridades y la autogestión de los residentes, han surgido creativas estrategias para mantener el desarrollo comunitario. No figura en Slumdog Millionaire el capítulo que describe el principal capital desarrollado al interior de las comunidades. La característica de cúmulo urbano ha permitido traducir en la mayor rentabilidad a partir del intercambio desde su interior y de manera automática, sin el apoyo externo unidireccional en que se esfuerzan muchas políticas urbanas para generar sinergia en las comunidades y así rescatar barrios vulnerables. Es así como han brotado mercados consolidados, escuelas clandestinas, templos religiosos, hospitales y hasta un sistema de trueque que les permite autoabastecerse. Todos los habitantes se han convertido en emprendedores: no trabajan en las proximidades de la ciudad formal, sino que han desarrollado la cultura de trabajar para ellos mismos.
Se calculan 15.000 fábricas informales de una habitación y sus productos han sido distribuidos al mundo entero. Dado que las actividades productivas ocurren en casi cada hogar, la economía se encuentra descentralizada, a escala humana y genera trabajo intensivo con sus productos artesanales, reducidos en tecnología y muchas veces reciclados. Curiosamente, este modelo económico deriva en una morfología urbana que muchos espacios locales de altos ingresos hoy promueven. Se trata de un barrio orgánico, peatonal, de uso mixto y alta densidad, que, debido a la falta de infraestructura y comodidades públicas, se les estigmatiza como otra población callampa más.
La amenaza de Dharavi
Esta capacidad de emprendimiento -a partir de la energía de la supervivencia- está por desaparecer en el anunciado plan del gobierno municipal para arrasar con el sector y convertirlo en terreno para los especuladores. Mientras los paños se venderán a empresas privadas para construir centros comerciales, cines y supermercados, se promete erigir edificios que acomodarían a la población actual del barrio (“ustedes nos dejan trabajar y les prometemos que van a tener una vivienda segura, limpia y barata”). Es así como la metrópoli financiera busca posicionarse a través de una imponente estrategia de reconstrucción, alineándose con los estándares de planificación urbana en las grandes capitales del mundo.
Pero la resiliencia que ha manifestado la población de Dharavi proviene de la misma organización social que pretenden eliminar de cuajo. Este impacto atacaría con mayor fuerza la misma arma que les permitió sobrellevar el drenaje culpable de la obsolescencia pesquera. La población potenció las redes interiores en su incapacidad de acceder y establecer contacto con el resto de la ciudad. Bombay excluyó a Dharavi por no tener poder de demanda sobre él. Es por esto, que en el supuesto intento por adherir a la población al tejido formal, paradójicamente se desmiembra la única posibilidad de integración de sus habitantes.
Un proyecto que relocalizaría a los habitantes en torres de miles de departamentos de 30m², los privaría de mantener ciertas actividades que han contribuido a la economía local, principalmente por su capacidad de reciclaje y producción de nuevos materiales. Al mismo tiempo, el inevitable proceso de gentrificación los expulsaría no sólo de acceder al suelo urbano, sino que a consumir los bienes y servicios que ahí se ofrecen.
Para el caso de Dharavi, una estrategia de desarrollo urbano de innovación debiera trabajar en conjunto con el principal capital que se ha forjado localmente. La cualidad de la regeneración urbana radica en el hecho de considerar las preexistencias de mayor valor que permiten perpetuar el desarrollo en el tiempo. En Dharavi, las redes sociales territorializadas en un gran barrio denso, activo y de uso mixto, sostiene la capacidad de autogestión de sus habitantes. En la medida en que se inviertan recursos en infraestructura pública y en los espacios comunitarios, se incentivará la acción de un pueblo que está capacitado para reconstruirse a si mismo, extendiendo los beneficios más allá de los límites de la intervención. Hay que recordar, ante todo, que no se está lidiando con una población callampa más, ya que todas estas poseen características distintas. La particularidad de Dharavi es precisamente el hecho de engendrar el conjunto de emprendedores más grande y denso del planeta.