Edificios con fachadas de vidrio de Santiago tienen un alto consumo de energía
Un estudio UC concluyó que los cubiertos de este material no tienen buena climatización.
Durante décadas, en la esquina de Catedral con Puente, funcionó el tradicional Bazar Alemán. En los 80, esta construcción neoclásica fue demolida y en el lugar se levantó Plaza de Armas, un edificio que de inmediato llamó la atención de la gente, porque estaba cubierto por completo con vidrios espejados.
Esa torre de oficinas fue una de las pioneras en Santiago en usar fachadas de vidrio, una solución arquitectónica que, una década después, se convirtió casi en norma general en los barrios financieros capitalinos. Fue utilizada en la construcción del complejo World Trade Center, ubicado en la Costanera Andrés Bello, en Titanium y también se está usando para revestir los 62 pisos de la Gran Torre de Costanera Center. De hecho, el reflejo de la ciudad sobre este material es una imagen icónica de estos barrios.
Según un estudio elaborado por el arquitecto y académico de la UC, Claudio Vásquez, entre 2003 y 2011 se levantaron en Santiago 45 edificios de oficinas premium, que son las de más alto estándar. Están distribuidos, principalmente, en El Golf, Nueva Las Condes, Ciudad Empresarial, Av. Providencia y el centro. De ese total -complementa el estudio- el 75% tiene sus fachadas cubiertas de vidrio. “Se trata de una tendencia internacional. En la capital comenzó a mediados de los 90 y, desde entonces, ha dominado en las construcciones de oficinas”, asegura el arquitecto.
Aire acondicionado
Vásquez se embarcó en esta investigación luego de publicar un libro sobre el uso del vidrio en la arquitectura chilena. Su objetivo fue analizar la temperatura y humedad interior en los edificios con este tipo de fachada y, también, su gasto energético asociado.
Para concretar su trabajo, financiado por Fondecyt, el arquitecto seleccionó una muestra de siete plantas (de 800 m2 promedio de superficie), repartidas en cuatro edificios de Nueva Las Condes, donde predomina el muro cortina. Durante un año (entre los meses de agosto de 2011 y 2012), se midieron diferentes aspectos de esos espacios: además de la humedad y temperatura, la iluminación y el consumo de energía. Todo, para saber si los ambientes eran o no confortables.
Los resultados arrojaron que al interior de estas oficinas existe un alto nivel de radiación solar. “La transparencia del vidrio produce un efecto invernadero, lo que significa que el mobiliario se calienta y emite un calor que el vidrio no deja salir”, explica Vásquez.
Esto, genera situaciones anómalas, como pasó en una de las plantas estudiadas: ahí, durante un fin de semana, cuando el aire acondicionado estaba apagado, se registraron más de 40 grados, mientras la temperatura en el exterior era de 28.
Dadas las altas temperaturas, se hace habitual que el aire acondicionado esté prendido todo el año, incluso en invierno, a niveles que fluctúan entre los 20 y los 25 grados.
Juan Carlos Guzmán, gerente técnico de CBRE, compañía que administra la mayor parte de las oficinas premium de la capital, confirma esta situación: “En este tipo de plantas el aire siempre está encendido”.
Este hecho provoca que el consumo de energía para refrigerar estos espacios sea elevado. Según el estudio, los edificios analizados consumen para climatización entre 45 y 90 kwh/m2. En cambio, el consumo de una torre eficiente desde el punto de vista energético está entre los 20 y 30 kwh/m2.
“El problema es que, pese a ese elevado consumo, los resultados de confort en estos ambientes no son satisfactorios. Es decir, no resuelven el problema de la temperatura interior. De todos modos, no es el vidrio el causante de esta situación, sino que estos edificios no están bien diseñados para el clima de Santiago, que tiene un nivel de radiación solar similar al del desierto del norte de Africa”, plantea el arquitecto.
A su juicio, lo que se debe hacer es incorporar en el diseño elementos que controlen la radiación que entra y que, al mismo tiempo, optimicen la iluminación, como celosías y aleros.
Según Vásquez, un buen ejemplo de esto es la cubierta de acero que reviste el edificio del GAM, conocida por su color óxido. “Es una solución bien pensada para el clima de la capital, porque permite que entre cierta cantidad de radiación, pero controlada”, sostiene.
“El aspecto positivo es que el clima de Santiago no es tan extremo. De todos modos, esto demuestra que los arquitectos tienen que aceptar que la integración del diseño climático debe influir en el diseño estético”, agrega Ulrich Knaack, arquitecto de la Delft University of Technology, de Holanda, y quien asesoró la investigación.
La idea del estudio es que sus resultados sirvan como parámetros de comparación al momento de construir este tipo de torres en la ciudad.