Las joyas patrimoniales que tendrán nueva vida
Treinta y tres edificios recibieron financiamiento en la tercera etapa del Programa de Apoyo a la Reconstrucción Patrimonial del Consejo de la Cultura, que además de los recursos estatales incluye aportes privados, y desde 2013 será el Fondo del Patrimonio. Aquí, algunos proyectos destacados: “Son presentados por las comunidades, son aquellos lugares donde los padres se educaron, donde bautizaron a sus hijos, donde se casaron”, dice el ministro de Cultura, Luciano Cruz-Coke.
Después de vivir un siglo
Raúl Irarrázaval, el mismo arquitecto que este año terminó de restaurar la Hacienda San Agustín de Puñual -la cuna de Prat- y la escuela jesuita de Calera de Tango, estará al frente de la evaluación del rescate de uno de los grandes testigos de la arquitectura señorial republicana. El Palacio Íñiguez fue encargado en 1908 por Antonio Íñiguez Larraín a los arquitectos de moda de la época, Alberto Cruz Montt y Ricardo Larraín Bravo, y después de cien años y cuatro terremotos, el 27-F terminó por comprometer estructuralmente su seguridad. El proyecto desarrollado por la Fundación Procultura buscará diagnosticar su estado y proponer una rehabilitación. Para ello reunió recursos por casi $240 millones. El edificio de calle Dieciocho y la Alameda pertenece a Duoc, y su mayor atractivo está ubicado en la planta: allí se emplaza la famosa Confitería Torres.
Ex Cervecería Ebner
Un nuevo epicentro
En “Cuando era muchacho” (1951), el Premio Nacional de Literatura de 1950, José Santos González Vera, rememora su adolescencia y relata su trabajo como repartidor de cerveza de una planta ubicada en avenida Independencia 565. Es la misma dirección de la antigua casona, hoy abandonada y derruida, que fue del empresario bávaro Andrés Ebner y donde desde 1879 funcionó una de las más importantes cervecerías capitalinas. “La casa ha sufrido robos, y con el terremoto tuvo daños que hacen dudar de la posibilidad de recuperarla. Sin embargo, estoy empeñado en lograrlo. Tengo un informe del ingeniero calculista Manuel Saavedra que asegura que es posible”, dice el empresario Luis Echavarri, dueño del edificio y promotor del proyecto de rescate, que aseguró un aporte de $323 millones. Actualmente la casa está sin uso, pero en mayo de 2014 se instalará allí un polo cultural y comercial, con una plaza de 6 mil m {+2} , un teatro, un centro de eventos y restaurantes.
Viviendas típicas de Zúñiga
El tiempo recobrado
Desde que fue absorbida por la comuna de San Vicente de Tagua Tagua en 1928 y la instalación de nuevos ramales le dieron mayor protagonismo, la localidad de Zúñiga quedó prácticamente suspendida en el tiempo. “Para los zuñiganos eso se convirtió en un punto a favor, porque la vida tranquila que tenemos desde entonces es una riqueza que valoramos mucho”, dice Amanda Droguett, encargada del Comité de Reconstrucción y Conservación de la Zona Típica y su entorno, que reunió $358 millones para recuperar dieciséis casas de fachada continua y sus cubiertas de techumbre que están en el casco histórico del pueblo. “Casi todas son del siglo XIX. Aquí vive gente de edad, que nació y se quedó en Zúñiga. Yo, por ejemplo, soy de la sexta generación de zuñiganos”, completa.
Fachadas de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas
El factor Beauchef
El espacio se había hecho pequeño para albergar a la Escuela de Injeniería (con J) en la Casa Central de la Universidad de Chile en los primeros años del siglo XX. De manera que con la presencia del Presidente Ramón Barros Luco, el 23 de agosto de 1911 se realizó la ceremonia de colocación de la primera piedra del edificio de la antigua calle Benavente -hoy Beauchef-, donde antes existió una cárcel y donde entonces se instalaría la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas. Una superficie de 13 mil m {+2} albergó a sus escuelas, que empezaron a funcionar en 1922. “Este edificio ha sufrido mucho con la erosión del tiempo y los terremotos. Se pueden ver muchas soluciones parche mal ejecutadas y una veintena de grietas. La restauración de sus cuatro fachadas homologará los arreglos”, dice la arquitecta de esa facultad Maytia Sáez. La restauración cuesta $366 millones y finalizará en 2014.
Terraza Neptuno del cerro Santa Lucía
Gran paseo republicano
Construida entre 1898 y 1903 por el arquitecto Víctor Villeneuve, representa uno de los máximos atractivos en la transformación del antiguo cerro Huelén, hasta allí un tosco peñón rocoso, impulsada en 1872 por el intendente de Santiago, Benjamín Vicuña Mackenna. El nuevo paseo ciudadano se llamó Santa Lucía y allí destaca su Terraza Neptuno, bautizada así por la estatua del dios romano ubicada al centro del acceso de estilo neoclásico. Los daños sufridos se reparten entre el terremoto de 2010 y el paso de un siglo: deterioro en muros y cielos, lesiones provocadas por la lluvia; daño de balaustres, pasamanos y bancos de plaza; roturas en solerillas; pavimento gastado y parchado. La próxima restauración, que contará con $260 millones, considera la impermeabilización de la terraza, recambio del pavimento del segundo nivel, mejoramiento del sistema de evacuación de aguas lluvias, restauración del perímetro con balaustres y mantención del arco de triunfo, en uno de los espacios que reflejan la vida señorial y de bonanza económica del Chile decimonónico.
Azudas de Larmahue
Únicas en su especie
Según recuerdan los vecinos más antiguos de Larmahue, una localidad agrícola de unos 2.500 habitantes en la comuna de Pichidegua, en un momento llegaron a funcionar hasta 108 ruedas de azudas en el canal Almahue. Hoy existen 39, pero sólo están operativas 17, las mismas que fueron declaradas Monumento Nacional. “Es un sistema único en Chile”, apunta Radomiro Núñez, encargado de proyecto de la Municipalidad de Pichidegua, que se adjudicó el fondo del Consejo de Monumentos con puntaje máximo. En total, contará con $26 millones para restaurar las antiquísimas ruedas de regadío. “La gente con recursos económicos pudo adquirir bombas y otros sistemas modernos de riego, pero los agricultores más humildes dependen de esta mecánica que data de 1850 y que les permite llevar agua a los terrenos que están a mayor altura”, dice. Hasta el día de hoy no existe una sola versión sobre cómo llegaron hasta allí, aunque la historia dice que es herencia arábiga, que llegó con los colonos españoles que venían desde Levante.