Slackline: el deporte urbano que se expande por los parques de Santiago
Por Diego Villegas C., La Tercera.
La técnica, que consiste en caminar y hacer piruetas sobre una cuerda tensa, viene de EEUU, se practicaba en los 80.
De poco, a medida que las temperaturas van subiendo, las actividades al aire libre empiezan a multiplicarse en las plazas y parques de Santiago. Una de ellas es el slackline, una disciplina que consiste en equilibrarse sobre una especie de cuerda floja, sólo que ésta se practica en espacios abiertos y sobre una cinta que está a un metro de la superficie y no a 15, como la de los acróbatas circenses.
La técnica llegó a Santiago hace cinco años y comenzó a popularizarse hace tres. Tal ha sido el éxito, que hoy ya existe una comunidad slacker con 7.000 integrantes -llamados riders- que lo practican por diversión y, también, en forma más profesional. De hecho, según indican en el grupo oficial de practicantes de este deporte urbano, cada año se integran cerca de 1.000 nuevos seguidores. Y de ellos, el 40% son ejecutivos jóvenes de entre 24 y 30 años.
Cristián Reyes (27) practica la disciplina desde hace dos años y medio, cuatro veces a la semana. El escoge el Parque Los Dominicos para probar durante dos horas su destreza sobre la cinta. Lo que a él le gusta es la energía que se gasta y estar al aire libre. “Además, el impacto muscular y articular es muy reducido”, explica Reyes.
Todas esas veces que él concurre a esta área verde lleva su propia cuerda -una de nailon de 2,5 centímetros de ancho- y la amarra a dos árboles. “Son cerca de 20 metros de cinta. Lo importante es que ésta quede tensa para poder rebotar”, detalla este ingeniero en administración de empresas.
A diferencia de la cuerda floja, sobre el slack (cinta) se puede rebotar con la espalda, las rodillas o el abdomen. Lo importante es que se pueden ejecutar mortales y otros tipos de acrobacias.
El ingeniero informático de 27 años Ricardo Nasek ensaya esta técnica hace tres años y prefiere el Parque Padre Hurtado y el de Inés de Suárez. Perfectamente podría estar en el Bicentenario, de Vitacura, o en el Mahuida, de Peñalolén -los otros parques que congregan a los fanáticos de esta disciplina, por lo amplio de sus espacios-, pero opta por las otras áreas verdes por la cercanía con su hogar.
Los inicios
El slackline tiene sus inicios en los 80, en California, EEUU. Allá se practicaba sobre cadenas, como una forma de pasar el tiempo y acá llegó de la mano de la empresa Slacker, quienes, además de potenciar el crecimiento de la comunidad, fabrican las cintas.
Quienes llegan a los parques a instalar las cuerdas deben considerar la resistencia de los árboles. “Básicamente, que tengan un tronco grueso para soportar un promedio de 130 kilos, explica Bernardo Salvi, representante de Slacker.
Salvi cuenta que últimamente los ejecutivos jóvenes se han sumado con fuerza a este deporte urbano. “Se escapan a la hora de almuerzo o después de su jornada de trabajo. Llegan de a cuatro, porque es mejor que haya varios para tensar la cinta. Sólo les basta una mochila donde quepa la cinta o los tensores”, explica.
Varios lo hacen para divertirse o para liberar tensiones. Pero otros se lo toman más en serio y participan en competencias nacionales e internacionales.
Como Cristián Reyes, quien viajó este año a Alemania al mundial de la especialidad, donde quedó entre los 12 mejores del mundo.
Carlos Zúñiga, guía de turismo aventura, también estuvo en un mundial hace dos años en Holanda. Asegura que los chilenos están dando qué hablar y agrega: “Ha sumado hartos exponentes porque es un deporte fácil de practicar; sólo bastan los parques o grandes explanadas”, dice Salvi.