La espera de los dueños de las “casas de nailon”
Por Oriana Fernández G., La Tercera.
Desde hace 15 años que los vecinos de villa Estación Ferroviaria aguardaban una reparación por las viviendas de mala calidad, que colapsaron en 1997.
“Mire, acá lo que se entregó fue un bloque de ladrillos con puerta y ventanas. No se pensó en la gente”. Las palabras son de Fernando Manríquez (48), a quien le entregaron su casa nueva de la villa Estación Ferroviaria, de Puente Alto, en la primavera de 1996. El invierno siguiente, un temporal dejó su vivienda convertida en un charco. Recuerda que puso aserrín en el piso, para intentar que este permaneciera seco, y que todos los días debía secar la humedad de las paredes.
Era el invierno de 1997 y Manríquez era uno de cientos de propietarios que decidían cubrir su vivienda con un delgado plástico, para intentar evitar las filtraciones de agua. Esta decisión de los vecinos cambiaría el paisaje urbano de esas poblaciones y daría origen al término “casas de nailon”.
Este miércoles, la Corte Suprema emitió un dictamen, de acuerdo al cual 592 familias deberán ser indemnizadas con $ 2,9 millones cada una, por el perjuicio que enfrentaron al vivir en las propiedades construidas por la empresa Copeva.
Según explicaron en el Ministerio de Vivienda, en esa villa fueron levantadas 2.017 casas pareadas, de 46 metros cuadrados y bloques huecos de hormigón. Estas presentaban filtraciones y fallas en los techos, entre otros defectos.
Para los vecinos de Estación Ferroviaria, la pesadilla no terminó en 1997: luego vinieron los gastos derivados de numerosas reparaciones, que se sumaron al pago de dividendos.
Carlos Fuentes (45) cuenta que nunca olvidará que hace 15 años despertó con el agua a sus pies: “No se lo doy a nadie. Por eso tuve que revestir las paredes y tapar el patio con cemento, porque no quise vivir más en una piscina”.
Detalla que ha invertido un millón de pesos en arreglos, pero que, cansado de esta realidad, decidió vender su propiedad de calle Manzanal.
Hoy, algunos vecinos rechazan pagar dividendos por inmuebles que presentaron problemas de construcción y que tuvieron un costo de 400 Unidades de Fomento (cerca de $ 9 millones).
Genoveva Contreras (49), quien reside en el pasaje Purranque, señala que “cuando arrendaba, nunca pasé humillaciones como las que he vivido acá. Pero juntar plata y comprar una casa nueva con este tipo de fallas es injusto”.
Por eso, afirma, decidió dejar de pagar dividendos: “Es que esta casa no vale más”. Asegura que aún tiene hongos en las paredes.
Algunas vecinas de la villa se han reunido en una organización denominada Asamblea Popular, que pide la condonación de la deuda de las casas. Alegan que, además de los daños constructivos, los inmuebles de Estación Ferroviaria fueron emplazados en paños que fueron parte del vertedero La Cañamera, lo que habría impactado en la salud de algunos vecinos.
En este lugar se levantará un parque de 27 hectáreas.
“Cuando nos vinimos a la villa, mi hijo y sus amigos jugaban en el vertedero”, dice Irene Badillo.
Añade que su hijo “tuvo la enfermedad de Guillain-Barré, que genera un daño neurológico, y quedó con secuelas, como un temblor en las manos”. Ella contabiliza a 25 vecinos con esta patología: “Queremos que nos eliminen la deuda de estas casas, porque, además de estar mal construidas, la contaminación nos enfermó”.
Debido a las denuncias de los vecinos, en 2007 los terrenos aledaños a la población fueron sometidos a trabajos de limpieza por el Serviu: se retiraron escombros y basura. Además, se efectuó un sellado y ventilaciones para evacuar los gases provenientes de los desechos.
Jaime Riquelme, quien tiene su casa en calle Sargento Menadier, señala que muchos vecinos, cuando cavan para hacer un jardín, “se encuentran bolsas con basura, jeringas, pañales e incluso huesos”.
El ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez, sostiene que “no basta con corregir las políticas habitacionales del pasado, también debemos resarcir sus malos resultados. Por ello, el Presidente Piñera nos ha encomendado recuperar departamentos de 38 metros construidos en las dos últimas décadas”.