¿Cómo sería Nueva York en el siglo XXIV?
Esta fue la pregunta que dos arquitectos italianos, Enrico Pieraccioli y Claudio Granato, se hicieron antes de crear una propuesta futurista para participar en la competencia CityVision New York, organizada por la revista CityVision. En ella, decenas de arquitectos, diseñadores, artistas, creativos y estudiantes enviaron sus ideas de cómo sería Nueva York en el siglo XXIV, con el objetivo de estimular la formulación de nuevas propuestas para las ciudades contemporáneas.
Para que los proyectos fueran previamente aprobados, debían incluir ciertos factores claves, como globalización, temas ambientales, políticas económicas y culturales. Estos debían conjugarse de tal forma que pudieran ser representadas a través de herramientas digitales.
Considerando que actualmente Nueva York puede ser vista como un monumento abierto y un paradigma urbano del siglo XXI que conlleva acontecimientos y fenómenos territoriales únicos, los arquitectos orientaron su propuesta en torno a la preservación de la ciudad, tal como ocurrió con Pompeya en Italia, ciudad que hasta hoy en día es admirada por su valor patrimonial. Pero, ¿que gatilló esta conclusión?
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Partiendo de este fundamento, postularon que Nueva York en el siglo XXIV se convertiría en una verdadera pieza de museo, específicamente en un “Patrimonio de la Humanidad”. Incluso consideraron que su legado cultural no se puede perder, ya que serviría de base para la gestación de nuevas civilizaciones. Sin embargo, para que esto se cumpla, hay que tener en cuenta los factores que lo podrían afectar y, entre ellos, el más dañino sería el cambio climático que protagoniza el planeta.
Como efecto de este fenómeno, la contaminación – ya presente en Nueva York – repercutiría en la capacidad de absorción de dióxido de carbono (CO2) por parte del planeta Tierra. Además, los niveles del mar aumentarían sus niveles a tal punto que podrían llevar a esta ciudad estadounidense a la desaparición. Según los arquitectos, esto se podría evitar si se construyera una gran muralla de hormigón en torno a la ciudad.
Si bien una ciudad amurallada no es el ideal de la planificación urbana, esta sería la única forma en que la civilización pasada podría dejar sus indicios a las sociedades futuras para que se gesten nuevas culturas. El único problema radicaría en que la cantidad de hormigón para construir esta gran muralla no estaría disponible para este proyecto, ya que actualmente es utilizado para satisfacer otras necesidades de más de siete mil millones de humanos que habitan en la Tierra.
Para los arquitectos creadores de esta propuesta, las actividades que se desarrollan en Nueva York y las funciones que cumple en el panorama mundial están reflejadas en la arquitectura de la ciudad y en las calles de la misma, por lo que no puede ser “borrado ni olvidado”.
Vía homedesignfind.