Administración Participativa una clave de la sustentabilidad urbana. El caso de la UVP
Hoy en día, uno de los problemas centrales de los grandes conjuntos habitacionales creados a mitad del s. XX, es el de la gestión y administración de sus espacios comunitarios. Más aún cuando en su mayoría están sujetos al régimen de co-propiedad y con una participación ciudadana sin empoderamiento. La sustentabilidad de los proyectos dependerá del compromiso, responsabilidad, poder y legitimidad de la comunidad que en ella habita.
Siguiendo los planteamientos de la columna de la semana pasada he querido profundizar en el tema de la participación ciudadana, identificando un caso específico y particular, el del conjunto habitacional Unidad Vecinal Portales. Desde sus inicios hasta los años ´80, los propietarios del conjunto gozaron de un sistema de administración que le permitió mantener el bienestar de la comunidad. Sin embargo, la Reforma Previsional ocurrida en aquella década, privatizó el sistema de protección social con la creación de las AFP, las cuales reemplazaron a las Cajas de Previsión, dejando sin tutela administrativa a la UVP, provocando un vació en su administración, lo que fue desencadenado su crisis. En ese momento detonó uno de los factores que nadie tenía previsto, y que correspondería al status de la propiedad del suelo. Existía incertidumbre en cuanto a quién le corresponderían esos terrenos y su mantención. Las entidades públicas lo declararon como BNUP, mientras que en los papeles de título de propiedad de cada propietario se estipulaba la co-propiedad.
A esto, contribuyó también la complejidad y la configuración del proyecto urbanístico-arquitectónico de la UVP, influenciado fuertemente por el Movimiento Moderno. En el cual se pretendía abarcar extensas áreas de la ciudad; contenían edificios de de alta densidad y donde se reclamaba por un espacio público abierto para todos, el cual correspondería a casi el 80% del territorio total. Hoy en día, sus más de 6000 habitantes han heredado 29 hectáreas de espacio público, una serie de blocks de muy distinta naturaleza y un lugar sin el equipamiento vecinal necesario. Sumado esto a que su organización se ha caracterizado desde entonces, por su débil institucionalidad y escasa representatividad.
El desmantelamiento de Estado de Bienestar, provocó la reducción de gasto público, eliminando los recursos destinados a la mantención del lugar; y la redefinición de un papel más creciente de la participación ciudadana en los distintas instancias de procesos de gestión urbana, desterrando la noción del ciudadano pasivo frente a las políticas gubernamentales, e implementando compromiso e involucramiento del ciudadano frente a la ciudad. Sin embargo, la administración central de la UVP no estaba preparada para este cambio, se vio desprotegida y desvalida, no poseía las herramientas necesarias para hacerse cargo de este gran conjunto habitacional ya que contaba con una débil institucionalidad. Esto fue provocando la apropiación de los terrenos por parte de los vecinos. Aquellos que vivían en casas o en los primeros pisos de los blocks decidieron tomarse radicalmente los terrenos, enrejándolos y haciéndolos propios; en cambio, quienes vivían en pisos superiores se desligaron de todo tipo de responsabilidades del espacio público, quedando así espacios marginales abandonados. Todo esto fue provocando la decadencia del Patrimonio, no solo en términos físicos y estructurales sino también en desequilibrios sociales.
En vista del deterioro y la urgente necesidad por intervenir y recuperar estos espacios públicos, en el año 2006 se pone en marcha el Programa Quiero Mi Barrio (PQMB) del Ministerio de Vivienda y Urbanismo en la Villa Portales. Este intenta contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes, a través del mejoramiento del espacio público, y de la incorporación de la Participación Social.
A pesar, que ya han transcurrido 30 años desde que la Villa Portales comenzó su deterioro, sigue conservando potenciales que nos darían las claves que permitirían la sostenibilidad de la UVP en el tiempo. Esto se debería a que aún cuenta con la presencia de fuertes relaciones sociales, con una idea consolidada de identidad, y una unidad de gestión; estos serían los factores que asentarían las bases a lo que llamaremos “administración participativa”. Con esto me refiero a que la recuperación del espacio público no sólo requiere de un orden espacial y territorial, sino que también pretende orientar una gestión que permita la sostenibilidad de esta intervención en el tiempo. Esta nueva gestión urbana debe establecer un nuevo esquema, con perspectivas y estrategias diferentes, evidenciándolas a través de la descentralización, la participación, la negociación, profundización democrática, etc, las cuales deben superar la visión eminentemente técnica que anteriormente caracterizaba a estos modelos.
Participación Ciudadana
El PQMB tiene por objetivo que los vecinos sean los principales protagonistas en el desarrollo del proyecto, otorgándole oportunidades de adaptación de la UVP al ciudadano, y para fortalecer la identidad y la apropiación del espacio público; además de dinamizar los colectivos sociales y potenciar la cohesión social, todo esto repercutiría en el bienestar en una calidad de vida sostenible. Su intervención en las decisiones de proyecto se realizan por medio de Talleres Participativos, donde los vecinos intervienen en el diseño del espacio público; y a través de la organización del Consejo Vecinal de Desarrollo (CVD) la cual tiene por objetivo promover el desarrollo sustentable del barrio y fomentar una mejor calidad de vida de sus habitantes, potenciando la integración y participación de los vecinos en instancias de reflexión sobre el barrio y en el desarrollo de proyectos físicos y sociales que contribuyan en a su mejoramiento.
En el caso de la UVP, la Participación Ciudadana no ha arrojado los resultados esperados, su intervención ha alargado los plazos. Esto se debe principalmente a que no existen experiencias previas ni metodologías claras, tampoco una institucionalidad regulada que permita la adecuada intervención de los propietarios.
No podemos dejar de mencionar que la Participación Ciudadana presenta potencialidades que asentarían las bases de la sustentabilidad en la gestión urbana. Es decir, la UVP cuenta con la presencia de fuertes relaciones sociales, las cuales se han ido forjando a través de los encuentros participativos; con una idea consolidada de identidad, materializada a través de sus propuestas de intervención, generando responsabilidad y compromiso. Estos aspectos son los que permitiría en un futuro contar con una “administración participativa”, la cual convocaría a una unidad de gestión, acentuando sus valores y objetivos de descentralización y de democracia que requiere el nuevo modelo.
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