Cien años del Mercado Cardonal, con un entorno que lo estigmatiza
Por HERNÁN CISTERNAS ARELLANO, El Mercurio
Edificio mecano fue construido en 1912 en barrio Almendral, de Valparaíso:
Los pescados y mariscos constituyen uno de los atractivos de su gastronomía, pero para degustarlos hay que salvar áreas urbanas descuidadas y riesgosas.
Con una apuesta por la gastronomía popular porteña, para atraer a turistas y diversificar sus actividades, el Mercado Cardonal de Valparaíso celebra cien años de la construcción del edificio que lo alberga. Se trata de uno de los más emblemáticos del puerto, cuya estructura tipo mecano comenzó a levantarse en 1912 y es el único de su categoría que ha resistido sin problemas los terremotos y el paso de los años.
Las dificultades que enfrenta el principal punto de abastecimiento de frutas y verduras de Valparaíso -tal como hace algunos años ocurrió con el Mercado Puerto, que está cerrado- tienen relación con las malas condiciones del entorno urbano, que limitan sus posibilidades de desarrollo.
No obstante estar al lado de la Universidad Católica de Valparaíso, a pasos del rodoviario local, a un par de cuadras del Congreso Nacional y frente a la Prefectura de la Policía de Investigaciones, el Cardonal arrastra el estigma de la basura, el desorden, los olores y la delincuencia que afectan al sector. Todos los males se los atribuyen a él.
Manuel Ruete, presidente de la Asociación Gremial de Comerciantes del Mercado, y Boris Díaz, administrador del recinto, señalan que dicha situación no depende de los 115 copropietarios -quienes desde que adquirieron el inmueble a la Municipalidad de Valparaíso, en 1988, se han esforzado por mejorarlo-, sino de las autoridades locales, que al otorgar permisos precarios permiten la proliferación del comercio ambulante en su entorno.
El público ignora que la mayoría de quienes ofrecen verduras, frutas y hortalizas en las veredas y calzadas, rodeando el mercado, no son extensiones de los locales establecidos, sino personas ajenas a ellos que aprovechan la demanda de los clientes para competir y ofrecer sus productos, generando confusión. La aglomeración es propicia para lanzazos y otros delitos.
El concejal Máximo Silva, hijo y nieto de familias ligadas históricamente al Cardonal, indicó que “no hay decisión política para ordenar y erradicar el comercio ambulante y evitar que se perjudique el comercio establecido, que por años ha dado vida a la ciudad, generado recursos y pagado tributos. Todo pasa por la alcaldía”.
Potencial turístico
En sus inicios, el Mercado Cardonal estuvo en los terrenos que hoy ocupa la Casa Central de la Universidad Católica de Valparaíso. El edificio construido allí en 1876 colapsó y se incendió durante el terremoto del 16 de agosto de 1906.
La actual edificación fue construida por el ingeniero Eduardo Feureisen Harms, que concibió el proyecto como un verdadero mecano, con una estructura metálica traída desde Europa. Abarca una manzana completa, delimitada por las avenidas Uruguay y Brasil y las calles Yungay y Rawson. En el primer piso tiene cuatro corredores que se cruzan en el centro. Allí se concentran las pilastras y locales que ofrecen frutas y verduras frescas, además de productos secos, mermeladas, quesos y variedades lácteas.
El segundo piso, que en el pasado cobijó a las carnicerías, pescaderías, venta de pollos y conejos vivos, está transformado en un patio de comidas, con 16 restaurantes, cocinerías y locales especializados en mariscos, pescados y comidas típicas chilenas.
A pesar de los resquemores de algunos por las condiciones del área, una vez que se llega al segundo piso -las escalas están por el acceso de la avenida Brasil-, los comensales se olvidan del mal rato y disfrutan de los congrios, pescados fritos y mariscos, cazuelas recién hechas y porotos con riendas.
En el mismo recinto comparten sin distinción social los cargadores del mercado con académicos, estudiantes universitarios, empleados bancarios, políticos, oficinistas y turistas.
Según Manuel Ruete, el área gastronómica en medio de un ambiente típico de Valparaíso -los restaurantes debutaron recién hace diez años- ha potenciado el rol turístico del Cardonal. Esto ha hecho que varios eventos de la ciudad se realicen en el lugar. Recuerda en especial el encuentro de 40 alcaldes de diversos países, quienes para conmemorar los 100 años del natalicio de Pablo Neruda degustaron el “congrio nerudiano”, que se preparó en presencia de ellos siguiendo al pie de la letra la receta contenida en la Oda al Congrio. “Neruda colocó ingredientes para rimar con su poesía, felizmente le resultó bien”, acotó.
Como el Mercado Cardonal comienza a trabajar cuando la ciudad aún duerme -los camiones llegan con sus productos entre las 3 y 4 de la madrugada-, tres locales se han especializado en ofrecer contundentes desayunos que se prolongan hasta las 3 de la tarde. Se pueden degustar sándwiches de pernil, lengua, arrollado, malaya y churrascos, junto a una taza de café, por $1.500 o $1.600, según señala Miriam Figueroa, del local “El que quiere más, más”. Explica dicho nombre porque “el que se come uno, pide el otro”. Lo mismo ocurre en “La Paloma”, donde Katerina Cerda López indica que lo contundente, rico y barato motiva a algunos a preferir estos bocados en vez de un almuerzo.
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FUE MODELO
El Cardonal se concibió a principios del siglo XX como mercado modelo, digno de imitar.