Rafael Moneo: “La torre Costanera es el mayor ejemplo de una idea estadounidense de ciudad”
Por Evelyn Briceño, La Tercera.
El premio Pritzker 1996 y autor de la ampliación del Museo del Prado alaba íconos capitalinos, como el centro, la ribera del Mapocho y el cerro San Cristóbal.
Santiago no le es desconocido. Pero en su cuarta visita -la primera fue hace 18 años- hay algo que llama la atención de Rafael Moneo, el arquitecto español premio Pritzker 1996 y reciente premio Príncipe de Asturias: la Gran Torre del Costanera Center.
Instalado en la casa de Pedro de Valdivia Norte de su amigo, el arquitecto y académico Fernando Pérez, y con el edificio a sus espaldas, da su opinión. “La torre de César Pelli -también autor de las Petronas, los rascacielos más altos del mundo entre 1998 y 2003- es el mayor ejemplo de la presencia de una idea estadounidense de ciudad, que aquí se siente. Pero la fuerza de la topografía y de la vegetación, del Mapocho, del San Cristóbal, hacen más suave esa presencia”, dice Moneo, quien forma parte del jurado que escogerá el proyecto ganador del concurso internacional de ideas para revitalizar el Eje Bulnes, proyecto Legado Bicentenario.
El autor de las ampliaciones del Museo del Prado y de la Estación de Atocha disfruta del centro capitalino y de la idea de que, a pesar de que Santiago sea una ciudad extendida, éste se use de una manera “intensa y viva”.
Destaca la fuerza de sus espacios abiertos, como la Plaza de Armas y los alrededores de La Moneda, y la intención de los arquitectos de los años 30 de concebir el barrio Cívico. “Le dieron cierta sobriedad que hace que esa zona esté más consolidada que la de otras ciudades de Latinoamérica”, dice.
¿La idea es remodelar el Eje Bulnes de manera juiciosa?
Se intenta equilibrar hacia el sur el crecimiento que ha tenido hacia el norte. Prolongarlo hacia el Parque Almagro o hacia una calle tan bonita como San Diego. Incorporar áreas prometedoras y que no se reducen al eje, sino que se amplían hacia el parque, Zenteno, Santa Isabel y más allá.
Fernando Pérez, su amigo desde hace más de 30 años, y director del concurso Eje Bulnes, lo invitó a participar como jurado. Recién llegado a la capital, el martes Moneo fue a reconocer en terreno ese lugar y a apreciar las propuestas de los participantes. “Hay que estar abiertos a lo que nos ofrezcan. Un jurado siempre entiende desde lo que uno hubiera propuesto, pero hay que esperar que otros den una visión que uno no tiene. Es la actitud que me gustaría mantener”.
¿Cuál es su veredicto sobre esa zona del barrio Cívico?
No es un área degradada, pero sí una cuyo potencial no se ha explotado. Además, hay que encontrar propuestas arquitectónicas y urbanísticas que rescaten, para la ciudad y no sólo para quienes viven a su alrededor, un parque (Almagro) que tiene mucho futuro y que hoy es modesto, tanto en su trazado como en sus especies arbóreas. Ese debería ser el logro simbólico de este concurso. Por otro lado, una calle tan viva como San Diego no puede olvidarse al revitalizar Bulnes. Después del concurso, la acción debe ser inmediata, no un plan para 30 años más.
El proyecto de barrio Cívico se concibió en los años 30…
Cuando una iniciativa no se concreta, sea por motivos económicos u otros, no tiene sentido mantener estrictamente lo que se propuso. Los años 30 dejaron planteado un eje poderoso aquí. Esa cabecera con las calles Zenteno y Nataniel Cox es un episodio urbano de mucho valor. Pero la ciudad tiene capacidad de responder al feedback y al uso que hay 80 años después, para hacer un proyecto atractivo.
No se trata de desconocer la historia, pero se debe ofrecer un plan que no sólo se base en el respeto por la normativa urbanística de una época.
¿Es un eje único en el mundo?
Se me viene a la mente el de los Campos Elíseos, en París. Pero la particularidad de Bulnes es que puede incorporar elementos revitalizadores -como las oficinas públicas que ahí se harán- y al mismo tiempo consolidar una zona formalizada previamente. A pesar de la globalización, las ciudades tienen su peculiaridad e identidad que no permiten tan fácilmente establecer similitudes.
Moneo habla también de la arquitectura en España: “Fue bastante optimista en los últimos 40 años. Pero hubo un corte brutal en 2008 que desarboló la profesión. Puede que tenga que volver a una racionalidad y a una disciplina”.
Y de la actividad a nivel global, cree que los arquitectos actuales “están dando demasiada prioridad a lo que de personal la arquitectura tiene. Hoy la persecución de una expresión individual ha hecho perder esa condición colectiva, coral, más amplia y menos propia”.
¿Qué le parece este esfuerzo por rescatar el patrimonio?
No cabe duda de la importancia que tiene saber de dónde venimos. La ciudad es un depósito de generaciones, historia y edificios.
“El arquitecto construye sobre lo construido”, dice. Y remata: “Rara vez un edificio puede considerarse tan sólo en sí mismo. No se responde al tema del respeto por la historia sólo con prohibiciones, sino entendiendo que contar con ella es más satisfactorio. Construir no permite autonomía o condición autista. La arquitectura necesita pensar en la continuidad de la historia, pero sin eliminar la novedad”.