¿Cómo hacemos efectiva la participación ciudadana en los procesos de transformación urbana?
Por Alex Nohra Arquitecto Magister en Urbanismo ©
En la historia de Chile podemos identificar una normativa de participación ciudadana en los primeros programas que desarrollaban los estudios de agua potable rural (A.P.R.). Actualmente la norma respecto de la participación ciudadana es mínima y en cuanto a la Ley existe desde Enero del 2011 la ley 20.500 que regula esta actividad de manera aún muy genérica.
Los habitantes de un determinado asentamiento pueden definir los roles, visiones y proyectos de desarrollo de su territorio e involucrarse en la gestión y sustentabilidad socio económica de éstos, pero frente a un escenario participativo escaso, afloran preguntas como: ¿Cuáles son las escalas territoriales en las cuáles inciden los diferentes grupos sociales organizados? ¿Qué puede ser decidido planificado y diseñado por la sociedad civil? Y lo que toma con mayor interés este artículo ¿Hasta dónde la definición del diseño urbano, de sus edificaciones, densidades, infraestructura y espacios públicos, puede ser el resultado del proceso de participación ciudadana?
Actualmente el marco normativo o legal en el cual se inscribe la participación ciudadana para la formulación de proyectos de planificación territorial es de carácter muy general y solo se encarna de manera más específica en las bases de licitación de cada instrumento de planificación que se renueva. Estas se basan en la L.G.U.C. y en la O.G.U.C. que define diferentes grados de participación según la escala del instrumento en cuestión (Regionales, Metropolitanos, Intercomunales, Comunales y Seccionales) siendo considerada la sociedad civil de manera extensa y abierta solo en los instrumentos de escala Comunal y Seccional, quedando la planificación superior en manos de los técnicos de las diferentes carteras, municipios o ministerios y de los grupos privados más influyentes sobre el territorio, también llamados “actores relevantes”.
Por otro lado las bases de licitación de los IPTs (Instrumentos de planificación Territorial) solo tienden a definir una cierta cantidad de talleres consultivos asociados a cada etapa del proceso de ejecución del Plan Comunal, en los cuales en el mejor de los casos solo se trata de abarcar informativamente los diferentes sectores o centros poblados que están involucrados. Pero en ningún caso ésta tiende definir la estructura organizativa de la participación ciudadana y mucho menos a pormenorizar que objetivos y alcance esta tiene dentro de la formulación del Plan Comunal.
Desde esta perspectiva se pueden distinguir por lo menos tres deficiencias o problemas centrales que están en juego en la falta de una participación ciudadana efectiva en la formulación de los IPTs.
1-. La falta de un catastro previo de parte del Municipio de los grupos civiles organizados comunales existentes. Es poco eficiente definir y organizar para cada proyecto de desarrollo, el registro de los representantes de todas las organizaciones civiles existentes de la Comuna, esta situación en cambio, debiera estar previamente reconocida, llevando un catastro actualizado de las diferentes asociaciones, juntas o grupos civiles organizados existentes.
2-. La falta de un conocimiento previo de las demandas, problemáticas y propuestas existentes en el interior de cada uno de los grupos sociales organizados o juntas vecinales de la Comuna. En esta medida la definición del Plan de Desarrollo Comunal (Pladeco) es muy poco ilustrativa de esta realidad comunal, ya que en la mayoría de los casos solo se limita a definir las necesidades de la planta municipal a nivel territorial, educacional, de salud y socio económicamente hablando. La existencia de un trabajo previo del municipio con su población identificando todas las demandas y aspiraciones de sus diferentes organizaciones sociales sería muy enriquecedora y formulación y definición de sus IPTs.
3.- La falta de un trabajo permanente con los grupos civiles organizados de la comuna, no solo de manera informativa sino también en el desarrollo de capacitaciones básicas para poder enfrentar de manera informada y creativa la formulación del diseño de los IPTs. Esta que es capaz de hacer de un proyecto urbano verdaderamente sustentable, donde sus participantes tomarían un rol resolutivo.
A partir de estas tres problemáticas centrales surge la pregunta ¿Cómo se hace para que desde la participación ciudadana se originen las imágenes y responsabilidades del proyecto de ciudad que buscamos, validando de esta forma su génesis, objetivos, gestión y resultados en el tiempo? O ¿Cómo nace el diseño y la gestión urbana desde la participación ciudadana?
Desde el punto de vista de la Globalización y sus efectos, hay que adaptar la democracia a estos nuevos tiempos, antes la autoridad para imponer sus reglas se apoyaba en la intermediación social de la Iglesia, la escuela, y el comercio local, un gobierno de ciudades, protegido de forma más o menos centralizada; hoy en cambio nos enfrentamos a grupos sociales diversificados y a individuos multipertenecientes a territorios sociales y espacialmente heterogéneos. Se deben apoyar en lógicas que permitan consultar con los habitantes, usuarios, vecinos, actores y expertos de todo tipo en la toma de decisiones vinculadas al territorio.
De esta manera el gobierno de las ciudades centralizado, deja paso a la gobernancia urbana, que se puede definir como un sistema de dispositivos y de modos de actuación que reúne a instituciones y representantes de la sociedad civil para elaborar y poner en marcha las políticas y decisiones públicas.
Según Ascher “La gobernancia urbana supone un enriquecimiento de la de¬mocracia representativa por nuevos procedimientos deliberativos y consultivos. Se hace necesaria una relación más directa con los ciudadanos y al mismo tiempo formas democráticas de represen¬tación a escala metropolitana, que es la escala a la que deben to¬marse las decisiones urbanas estructurales y estratégicas”.
Sin pretender con este artículo modificar la estructura democrática en la deliberación del desarrollo urbano y o territorial que actualmente existe en Chile, expresado especialmente en el actuar de sus municipios y su proceso de legitimación, catastro y capacitación de su sociedad civil organizada, si, se cree posible delinear un camino participativo más representativo e instrumental a la hora de definir el diseño y la elaboración de los IPTs en las diferentes escalas del desarrollo urbano.
La determinación de los alcances de este texto nace de la comprensión de la organización de los diferentes componentes que forman parte del proceso de participación ciudadana, para lo cual se trata de elaborar un organigrama de relaciones, flujos y objetivos de todos los actores y elementos que entran en juego en la participación ciudadana en los IPTs. (ver figura 1)
Como se puede observar en el organigrama (figura 1), los objetivos de la participación ciudadana serían principalmente tres: La construcción de una gobernancia local o dicho de otra forma de un gobierno que nace de las estructuras locales y tradicionales existentes, y por lo tanto disponer de un marco legal o normativo flexible para el acomodo y desarrollo de sus propuestas territoriales. La definición de propuestas o proyectos con bases locales o nacidos desde las aspiraciones de sus habitantes, los cuales se hacen responsables de su desarrollo, gestión y permanencia en el tiempo, alcanzando desde las bases sociales el objetivo de sustentabilidad urbana. Finalmente la transformación de los sueños, aspiraciones y visiones sociales en un diseño urbano participativo concreto, que determine aspectos estructurales en los IPTs, que van desde la definición del rol del asentamiento o proyecto en cuestión, a la determinación de su diseño urbano territorial de tal manera de potenciar el sentido de pertenencia de las propuestas en desarrollo. Y de esta forma, poder responder a la variedad de gustos y demandas y pasar de una Arquitectura funcional a un diseño urbano atractivo.
Una sociedad muy diferenciada en su composición, costumbres y gustos, debe tener un menú de alternativas para desarrollarse, aboliendo las soluciones simplificadoras y ofreciendo en cambio distintas combinaciones de características urbanas, patrimonializando cada vez más el edificio existente integrándolo cada vez más a la nueva economía cultural y turística urbana.
Así se crean ciudades diversificadas, donde los estilos arquitectónicos se separan de las cuestiones funcionalistas y morfológicas e inscribe estas opciones estéticas cuando afecta a espacios públicos en el debate democrático.
El presente artículo así pretende subrayar la definición de un diseño urbano más atractivo que nace del trabajo participativo que no necesariamente se sustenta en condiciones de carácter funcional o simplificadoras de la problemática urbana, sino más bien se sustenta de nuevas metodologías o elaboración de mapas sensoriales que representen una ciudad o territorio de carácter multisensorial que nace de la experiencia y trabajo participativo. Que se construye con la lógica botton-up, planificado y ejecutado desde las bases sociales.