Niños aprenden hábitos para cuidar el medioambiente
Por Daniela Muñoz S., La Tercera.
En los 100 jardines ecológicos de la Junji enseñan a cuidar la naturaleza.
Un centenar de jardines infantiles ecológicos tiene la Junji en todo el país. La característica de estos establecimientos es que orientan sus prácticas pedagógicas hacia el cuidado del medioambiente.
En Puente Alto, el jardín infantil Lucerito de Los Andes cuenta con un sello de excelencia que otorga el Ministerio de Medio Ambiente, el que certifica que cumple con altos estándares en su gestión interna y en su relación con el entorno. Allí se educan 150 niños, quienes cada día aprenden técnicas de reciclaje, reutilización de materiales y técnicas de cultivo.
La directora de este jardín, Mónica Orellana, explica que se realiza un trabajo muy fuerte con las familias, las que “en general responden positivamente y colaboran con las actividades ambientales que se realizan con los niños”.
En las instalaciones, desde la decoración hasta el manejo de los desechos están orientados a inculcar el cuidado de la naturaleza. Los párvulos cuentan con un espacio donde abundan los árboles frutales y nativos. También hay una huerta con hierbas medicinales y un vivero donde se cultivan hortalizas.
La vicepresidenta ejecutiva de la Junji, María Francisca Correa, explica que los primeros años de vida son vitales para la formación de hábitos. “La educación medioambiental en los jardines infantiles permite que los niños se transformen en motores de la conciencia ambiental en sus familias, lo que genera también un cambio en la conducta de sus padres”, señala.
Lombricultura
Entre las actividades que realizan los niños del jardín Lucerito de Los Andes se encuentra la preparación de humus, mediante la utilización de lombrices que se alimentan de residuos orgánicos. Para los párvulos, este aprendizaje es tomado como un juego, pero los conocimientos son asimilados. “Con las lombrices las plantitas se alimentan mejor”, dicen los pequeños mientras mueven la tierra.
Entre los apoderados, la evaluación de la enseñanza que están recibiendo los niños es positiva. Susana Martínez tiene una hija de cuatro años en nivel medio mayor, quien tiene sus propias plantas en la casa. “Ella las cuida, las riega y está siempre preocupada de recoger la basura en la calle”, resalta.
La directora del jardín explica que se trabaja con “las tres erres”, enseñando a reducir, reutilizar y reciclar. “Acá los niños pueden descubrir cosas a través de los sentidos. Huelen las hierbas medicinales, pueden reconocer las texturas de las hojas y comparar los tamaños. Todos esos elementos van permitiendo que tengan nociones de áreas como la ciencia y las matemáticas”, detalla la educadora.