Las olvidadas termas de Vital Apoquindo
por P. Cabrera – 15/12/2012, La Tercera
Hace siete décadas, en la quebrada que se ubica al final de Av. Colón, existió un concurrido balneario con termas, hotel y restaurante. De la construcción quedan restos de cimientos, pero el agua con propiedades minerales sigue emanando desde las grietas de las rocas.
“Balneario Apoquindo. Benéficas aguas. Hotel de primer orden. Orquesta de lo mejor. Ambiente distinguido”. Así se publicitaba hace 78 años las bondades de las desaparecidas Termas de Apoquindo, que funcionaron entre 1840 y 1942 en los predios que hoy pertenecen al Hospital de la Dirección de Previsión de Carabineros (Dipreca).
Del hotel de dos pisos, con pista de baile, donde los santiaguinos del siglo pasado tomaban un descanso los fines de semana, no queda prácticamente nada. Apenas restos de sus cimientos de adobe, sobre los cuales se emplaza hoy una cancha de tenis perteneciente al centro recreacional de los funcionarios de Dipreca, en los terrenos contiguos al recinto médico.
Unos metros más abajo permanece, sin embargo, el agua, que continúa aflorando con propiedades minerales desde la quebrada. En el mismo lugar donde funcionaban los baños, se puede ver hoy una rústica instalación, un galpón techado que lleva décadas intacto, rodeado de vegetación y en cuyo interior se observa el agua brotar desde las grietas del suelo rocoso.
Hasta hace dos años, la fuente era encauzada para llenar la piscina del recinto recreativo, pero ahora sigue su curso natural por las napas subterráneas. “Antes del terremoto de 2010 se ocupaba para la piscina. No era termal, pero sí mineral”, explica Joseph Núñez, jefe (S) de la División de Servicios Generales del hospital sobre el agua que alimentaba la alberca de 500 metros cúbicos que resultó dañada el 27 de febrero de 2010.
La temperatura ha descendido levemente con los años, pero según el geólogo Arturo Hauser siempre se trató de un manantial con aguas hipotermales, con un promedio de entre 19 y 22 grados Celcius. “Las filtraciones subterráneas probablemente han contaminado la temperatura de las termas, sin embargo, el agua mantiene sus concentraciones de calcio, magnesio y potasio”, indica el autor de un exhaustivo estudio sobre los componentes del fluido. Al tiempo que precisa que esta fuente termal, que se ubica sobre la Falla de Ramón, se alimenta de aguas fluviales que se filtran por la corteza terrestre y que luego de pasar por un foco de calor salen a la superficie con los componentes solubles de las rocas.
El balneario estaba en la que fuera la propiedad rural de la familia Guzmán Montt, en el Fundo Santa Rosa de Apoquindo. Ahí funcionaba también el Hotel Apoquindo, rodeado de árboles, con un jardín para pasear, una laguna, restaurante y alojamiento en casas independientes ordenadas en hilera en la dirección de la quebrada.
El torrente cristalino proveniente de cuatro vertientes y era embotellado para el agua mineral Vital Apoquindo. Decantaba en piscinas que a través de cañerías surtía a las tinas de mármol que se encontraban en cada una de las casas. Según las crónicas del químico y mineralogista alemán Ludwig Darapsky (1857-1916), que destacaba las ventajas de las termas comparándolas con las de Cauquenes, se disponía de un caldero para calentar el agua y otorgar mayor comodidad a los huéspedes.
“En el Santiago de antes, hasta 1950 era muy normal ir masivamente a las termas. En verano era la playa y en invierno las termas. Era una tradición, había una cultura termal que nosotros desconocemos”, detalla el historiador Miguel Laborde.
Los Baños de Apoquindo no eran exclusividad de la clase adinerada que llegaba hasta el lugar en auto con chofer. “La gente también iba en caballos y carretas. El hotel era una estupenda instalación, campestre y sólida, con comedores y terrazas bajo los árboles. Mirando fotografías de la época no se puede creer, porque parece una imagen de los Alpes”, ilustra el académico de la Universidad Diego Portales.
De hecho, desde calle Catedral esquina Puente salía diariamente una carretela a las 9 de la mañana con destino a los baños, que eran en la época una de las atracciones importantes de los alrededores de la capital.
Incluso para el Centenario se pensó en construir tres caminos que unieran el centro con las zonas rurales: uno para Maipú, otro para San Bernardo y un tercero para los Baños de Apoquindo.
“No es común encontrar una capital que en su casco urbano tenga una fuente termal”, declara el geólogo Arturo Hauser, esperanzado en que algún día se pueda recuperar el balneario o al menos el uso medicinal de sus aguas.