Instituto Nacional inaugurará centro cultural para mil personas en 2014
Por Patricio Cofré A., La Tercera.
El recinto será subterráneo y tendrá teatro, galería de arte, salas de música y cine.
“Labor omnia vincit”, el trabajo todo lo vence. El lema en latín del Instituto Nacional sirvió de impulso para retomar la construcción de su centro cultural subterráneo, que quedó inconcluso por falta de financiamiento, hace 43 años. Las “catacumbas”, como llaman hasta hoy los institutanos a estas “ruinas”, son la obra gruesa del Aula Magna ubicada a 10 metros bajo la oficina del rector, a mitad de cuadra de calle Arturo Prat.
Durante 2013, cuando “el foco de luz de la nación” cumpla 200 años, se iniciarán las obras, luego de que a principios de diciembre el Consejo Regional (Core) aprobara la entrega de $ 3.500 millones para concluir los trabajos.
El recinto para recitales, obras de teatro y muestras de cine tendrá 5.800 metros cuadrados, repartidos en cinco pisos, y contará con una entrada independiente por calle Arturo Prat.
Incluirá un anfiteatro para 800 personas, un espacio para conciertos de cámara con una capacidad de 200 espectadores, dos salas de proyección de cine para 70 personas, y una galería de arte bajo el teatro. Ahí se instalará un museo sobre la historia del colegio, donde estudiaron 17 presidentes de la República.
“Es un proyecto emblemático, porque estuvo abandonado por más de 40 años. Era una deuda histórica”, asegura el rector Jorge Toro.
Tras año y medio de obras, el recinto se inaugurará a mediados de 2014. “No sólo lo ocuparán los 4.400 alumnos, será un recinto abierto a toda la comunidad”, afirma el rector.
La iniciativa fue encargada a la oficina HLPS Arquitectos. “Nos basamos en la idea original de 1963, que incluía un centro cultural de cinco niveles para múltiples actividades artísticas”, explica Jonathan Holmes, uno de los arquitectos a cargo de la propuesta.
El mismo equipo, compuesto además por Martín Labbé, Osvaldo Spichiger y Carolina Portugueis, evaluó las instalaciones inconclusas, que hoy se encuentran con rayados y basura.
“No existían daños estructurales, pero sí tenemos que reparar algunas zonas que están deterioradas por el paso del tiempo”, asegura Holmes.
El nivel de calle coincidirá directamente con la platea alta del recinto, que tendrá una capacidad para entre 200 y 250 butacas. “Generamos un foyer doble para unificar el acceso a las dos plateas y, además, ayudar al ingreso de luz natural”, apunta el arquitecto.
Para la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, el espacio se convertirá en un nuevo polo cultural del centro de la ciudad: “Esto nos reafirma como una de las comunas con mayor cantidad de espacios públicos. Además, es relevante que un centro cultural de esta magnitud y calidad se encuentre en un liceo público”.
Las “catacumbas”
En 1963, hubo presupuesto estatal para terminar el nuevo edificio del colegio. Los dineros para la flamante sede salieron de una pequeña tajada que el senador Angel Faivovich -por cierto, institutano-, propuso en 1959 sacar de los montos asignados para organizar el Mundial de 1962.
El gobierno aprobó la idea de inmediato porque el Presidente de la República, Jorge Alessandri, también era institutano. A fines de 1963 demolieron la mitad del edificio antiguo, que era de adobe -levantado en 1843-, mientras que los 1.500 alumnos fueron reasignados al ala de calle Arturo Prat. Ahí se celebraron los 150 años del colegio.
Según crónicas de la época, en marzo de 1964, el Presidente Eduardo Frei Montalva inauguró la primera mitad hacia San Diego, pero como no había suficientes salas, se expulsaron a 15 alumnos por curso. La mitad restante -donde está el Aula Magna- se empezó a construir lentamente en 1965. El establecimiento ya no contaba con el padrino de antes: Frei Montalva había estudiado en el Instituto Luis Campino.
Los estudiantes convivieron por años con las obras, y como el centro cultural tardaba, nadie quiso hacerse cargo del sobreprecio por la espera. La constructora dejó la obra abandonada, tal como está hoy.