Las galerías de arte se reinventan en edificios del centro de la capital
Tienen menos de 50 metros cuadrados, pero albergan obras de arte que cuestan un millón de pesos.
Para entrar hay que subir una escalera y pasar por la ventana. Es la nada convencional galería de arte que funcionó en un edificio residencial del Parque Forestal. En la esquina de la calle Merced con Paulino Alfonso se ubicó durante un año la singular Oficina Barroca, que tuvo su puerta de acceso en una ventana y operó en lo que de lunes a viernes es una oficina de publicidad.
“No hay que tocar el timbre, es cosa de entrar por la escalera que se coloca para cada exposición. De esta forma, también reconectamos con el espacio público”, señala Catalina Fuca, quien junto a Matías Labbé, artistas visuales de la U. Católica, son los creadores del proyecto que durante el verano toma un receso y vuelve en marzo, manteniendo la idea de la escalera.
Cada muestra de este espacio dura prácticamente un día y a ellas asiste un público que supera las 60 personas, visitantes que no tienen problemas con formar parte de la lúdica bienvenida en este residencial edificio de los 50. “Este tipo de lugares nace de la necesidad de los propios artistas que requieren espacio para exponer”, precisa Labbé.
Algo similar sucede con el departamento de Olivia Eliash, que se ubica en un segundo piso de la misma calle Paulino Alfonso. Junto a unos compañeros de Arte de la U. de Chile, esta artista visual acordó hace tres años destinar el living-comedor a una galería. Así nació A lugar, el espacio que ha llevado a sus muros obras de más de 20 artistas, entre fotografía, ilustraciones e instalaciones.
“Colocamos unos rieles para las obras. Tuvimos una exposición mensual con tres días de apertura. El departamento se llenaba con una convocatoria de boca en boca. Ahora, la idea es crear una galería de pequeño formato, en donde la obra esté contenida en una caja que simule una sala”, explica Eliash.
En el caso de Galería Hall, esta se instala, como su nombre adelanta, en la entrada de una antigua casona en calle Clemente Fabres, en la comuna de Providencia. “Partimos con la feria Chacoff, como un espacio de experimentación de arte contemporáneo y generación de diálogo entre artistas jóvenes y consagrados”, dice Paula Rodríguez, quien facilita el espacio y también busca posicionar a los creadores y comercializar sus obras.
“Vivo acá, es mi taller junto a otros tres artistas. Y las exposiciones se acoplan al lugar, el artista se adapta al espacio, incluso usando los muros de la escalera”, agrega sobre las exhibiciones, que para ver hay que pedir cita previa. La próxima inauguración será el 31 de enero: una muestra de experimentación en base al dibujo.
Arte en el barrio
Algunos locales comerciales se suman a esta tendencia. Es el caso del restaurante de comida tailandesa y sushi Cabeza de Pescao, que mes a mes monta exposiciones de artistas emergentes aprovechando un muro estructural que no pudo botarse a la hora de una ampliación. “Acá los creadores tienen un lugar para exponer. Han sido amigos e incluso clientes que se toman el muro, con lo que también adornan el local”, explica Marcelo Medina, administrador y bartender, sobre esta galería-restaurante con obras a la venta, que abre hasta medianoche.
Por su parte, en Local 1 (Marchant Pereira 2104, Ñuñoa), las paredes adquieren nuevo valor. Junto a la vitrina de chorizos, arrollados huasos y longanizas de este almacén de barrio se exhiben serigrafías, pinturas y artefactos de Javier Molina, María Jesús Schultz, Grace Weinrib y Sebastián Robles.
“Las serigrafías de Javier Molina, en el exterior, le dan identidad al local”, cuenta Claudio Fernández, uno de los dueños, sobre este mural con imágenes de animales, autos y bicicletas.