La deuda de Chile con Federico Assler
Por Rodrigo Guendelman, fundador de @santiagoadicto.
Hace cuarenta años, una de las obras más importantes en la vida del escultor chileno Federico Assler (1929- ) fue aislada del ojo público. Su espectacular trabajo, “Conjunto escultórico” (ver foto 1), donado para la edificación que se levantó con motivo de la III UNCTAD (Conferencia Mundial de Comercio y Desarrollo de las Naciones Unidas) en 1972; así como todo el resto de las pinturas y esculturas que regalaron otros grandes artistas chilenos (Matta, Castillo, Colvin, etc.), fueron guardadas o simplemente eliminadas por el gobierno militar. Es más, al elegir el edificio de la UNCTAD como sede del poder ejecutivo, al que luego renombraron Edificio Diego Portales, no se permitió que quedara a la vista ningún recuerdo del pasado reciente. Como la obra de Assler era de un tamaño importante -sólo en altura tiene cinco metros- y había sido hormigonada en ese mismo lugar por su creador, decidieron opacarla y humillarla con la indiferencia: fue condenada a decorar un estacionamiento de los funcionarios del edificio hasta el día de hoy.
“Yo tenía 43 años cuando terminé la escultura. Ahora tengo 83. Llevo 40 años esperando que vuelva a ser de la gente”, dice Federico Assler en una reunión ampliada en el GAM, en la que se juntan organizaciones y personas que cuyo único objetivo es devolver la escultura de Assler a la comunidad. Hay integrantes de las fundaciones Procultura y Chile Patrimonial, de Lateral Arquitectura y Diseño, del Ministerio de Defensa, de Plataforma Urbana, de Santiago Adicto y, por supuesto, está la directora del GAM. La impaciencia de este genio nacido en 1929 y que tiene su obra repartida en varias ciudades del mundo, pero principalmente en Santiago, es demasiado entendible. No sólo por las cuatro décadas en que su pieza escultórica ha sufrido el ostracismo de la política y la burocracia, sino por su propia declaración de principios. “Me interesa que la obra escultórica esté en la calle, en una vereda, en un parque, incorporada a la arquitectura, que emerja donde está el hombre, que vaya al encuentro del hombre. Siempre he querido eso, desde que partí con la escultura. No hacer que el hombre vaya al museo a ver una obra escultórica, sino incorporada en el espacio”.
Si se preguntan porqué la escultura en cuestión no fue reincorporada en septiembre de 2010, cuando se inauguró el GAM -como sí sucedió con otras piezas-, la explicación tiene estrecha relación con la etapa dos de este centro cultural, que quedó pendiente. Es decir, la sala de eventos para dos mil personas que hoy es un gigantesco hoyo. Como se había planificado cambiar la ubicación de “Conjunto Escultórico” a esa segunda etapa, y debido a que el teatro quedó sin financiamiento en este gobierno, se sumador otros varios años más a la deuda que el país tiene con el trabajo de Federico Assler.
Pero es hora de ver el vaso medio lleno, pues la posibilidad real de volver a apreciar y tocar esta escultura ya tiene cuenta regresiva. El segundo semestre de este 2013 debiera estar lista la plaza que hace de encuentro entre el GAM y la calle Villavicencio, y donde la hermosa obra de Assler es la protagonista indiscutida. Si bien es cierto que aún hay que superar ciertos aspectos relacionados con el financiamiento y los permisos legales, es tal el interés del comité que se ha formado para este objetivo que todo hace pensar que don Federico verá cumplirse su anhelo.
Mientras tanto, para disminuir la ansiedad de la espera, les proponemos un recorrido para profundizar en la trayectoria de este gigante, quien considera a Henry Moore como su “padre”, que fue gran amigo Nemesio Antúnez y que dice de sí mismo: “no soy un escultor, soy un constructor”. Desde oriente hacia el poniente, la sugerencia es partir visitando el Centro Cultural de Las Condes, donde Federico Assler tiene en préstamo la obra “Acontecer matérico” (foto 2), tan hermosa como polémica, pues alguna vez estuvo en el centro de Santiago pero fue retirada porque la gente con discapacidad visual chocaba con esa escultura.
De ahí la ruta se desplaza a Casa Piedra, el conocido centro de eventos, donde hay cuatro joyas de este maestro del aislapol y el hormigón (3). Luego, una buena idea es dirigirse a Ciudad Empresarial para ver esa gran obra llamada “Homenaje al hormigón” (4) y una segunda, más pequeña, ubicada frente al lugar donde se ubica el Cirque Du Soleil (5).
Posteriormente, el turno es de La Pastora, una pequeña calle que da al Centro Cívico de Las Condes y donde está “Doble relieve y columna” (6). Una vez en Providencia, corresponde quedar boquiabierto con el gigantesco mural (7) que está al interior del edificio Forum (Providencia 2653). Al otro lado del río, en el Parque de las Esculturas, está esa preciosa escultura en degradé llamada también “Conjunto Escultórico” (8), claro que ésta es de 1988. En el mismo lugar se encuentra también “Oda al río” (9). Muy cerca de ahí, en el Campus Lo Contador de la UC, está “Estela para Benjamín” (10).
Bajamos hasta la Clínica Santa María y, en el lobby veremos otro espectacular trabajo de Assler (11). Ya en el centro de Santiago, en la Torre Metlife de Agustinas 640, hay otra escultura-mural de gran tamaño (12). En plena Estación Mapocho, exactamente en los jardines que están al lado de los estacionamientos, hay una de esas esculturas de Federico que usan el agua como interlocutor del hormigón (13). Nos dirigimos a la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Chile y, exactamente en la Facultad de Ingeniería Hidráulica, hay otra parte de la historia de este creador (14).
No tan lejos, en el barrio Yungay, está la pieza que Assler donó al Museo de la Solidaridad cuando éste se encontraba en Herrera 360. Por disposición del artista, no se mudó con el Museo a su sede actual de calle República sino que permanece ahí, donde ahora se encuentra el Departamento de Derechos Intelectuales de la DIBAM (15). A partir de este momento, la obra de Assler se divide en varias comunas: en Renca está su aporte al Condominio Antunamal (16), proyecto social de la firma de arquitectos Elemental; en La Granja, dos de sus esculturas fueron donadas al Centro Cultural Espacio Matta (17) y en Maipú, Assler le hizo el cielo a la Virgen del Templo Votivo justo antes de la venida del Papa en los años ochenta (18).
Conocer el trabajo de Federico Assler es entender la obra de uno de los artistas más importantes de Chile en los últimos cien años. Pero es opcional. Lo que es una obligación urgente es devolver su escultura del GAM a la gente, a la comunidad, a Chile. Y así será. Es una promesa, don Federico.