Movilidad y Nueva Política Nacional de Transportes
Cada cierto tiempo se publica en la prensa el anuncio de medidas que ayudarían a un mejor funcionamiento de la red vial en Santiago. Hace poco fue el caso de Avenida Andrés Bello, que ha sido foco de los más diversos estudios con motivo del impacto que generaría el Costanera Center en esta avenida y que tendría un eventual cambio en su reversibilidad.
Si bien el caso de Av. A. Bello es sólo un ejemplo de solución en el corto plazo, la mayor parte de estos anuncios no solucionan ni remotamente el problema de la movilidad al interior de las ciudades. En relación a la implementación de soluciones sólidas y de largo aliento, hace algunas semanas se anunció la creación de una Política Nacional de Transporte, una iniciativa que busca entregar un marco que permita implementar sistemas que impulsen el desarrollo social y económico del país, de mano de los distintos actores del transporte.
¿Será este el primer paso para la solución de los problemas de movilidad en nuestras ciudades? ¿Cuáles son las claves para la implementación de esta política?
Una aseveración que por lógica parece bastante cierta, es que las deficiencias en el diseño e implementación de políticas públicas relativas a la movilidad y servicios de infraestructura, pueden provocar grandes daños al desarrollo futuro de la ciudad, no sólo en términos sociales o medioambientales, sino que también al desarrollo económico de ésta.
Estos problemas estructurales y operativos, se caracterizan en general por la falta de una visión común que permita la confluencia de buenas decisiones por parte de sus responsables, así como también por la falta de coordinación de las inversiones realizadas en estos sectores.
En la actualidad, una de las dificultades que ha retrasado las mejoras del sistema al menos en la RM, es que hay una desconexión funcional entre los sistemas de transporte público y sus “contenedores” o infraestructuras que permiten el desplazamiento del sistema, sobre lo cual existen responsabilidades compartidas a nivel ministerial y multiescalar en términos de las administraciones del territorio.
Una primera clave que se debe considerar en la implementación de esta política es la generación de una visión estratégica integral, que promueva una perspectiva multisectorial e interministerial, donde se integren los variados intereses y responsabilidades vinculados al transporte. Debe ser un proceso participativo entre entidades públicas y privadas que permita la confluencia de distintos actores. Por otro lado, se debe tener cuidado de generar espacios de análisis y diálogo tanto en la creación como en la implementación de la política.
Uno de los desafíos sobre los cuales se deberá trabajar en pro de la implementación de la nueva política de transportes, es la realización de un diagnóstico de la situación actual de las instalaciones e infraestructura de transportes, así como también un levantamiento de los distintos modos de transporte al interior de la RM, junto con la posibilidad de implementación de nuevos sistemas que hasta el momento no se han desarrollado.
El objetivo de la Nueva Política Nacional de Transportes recientemente anunciada, es que guíe el desarrollo sectorial en el largo plazo, desarrollando nuevos instrumentos que posibiliten el cumplimiento de éstos. Dentro de los instrumentos que se espera implementar se encuentran los planes maestros de infraestructura vial, portuaria y ferroviaria, planes de inversión y manuales de calidad.
Por último, es de esperar que la generación de una política que apunta a resolver los problemas del transporte en las ciudades, se complemente e integre eficientemente a la nueva Política Nacional de Desarrollo Urbano que ha estado elaborando desde hace meses y que funcionaría como carta de navegación para el desarrollo de las ciudades chilenas.
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