Sede del Colegio de Arquitectos tendrá pintura antigrafiti
Por Diego Villegas C., La Tercera.
La fachada de la casona de 1920 será barnizada con un químico que retarda el proceso de impregnación del spray.
En Alameda 115, a pasos de Plaza Italia, está la casona construida en 1920 por Luciano Kulczewski, hoy sede del Colegio de Arquitectos. Fue encargada como residencia por Martín Figueroa Velasco y en 1970 estuvo a punto de ser demolida para que en el terreno se levantara una de las torres del proyecto San Borja. Antes, albergó una tintorería, un taller mecánico y la maternidad Nightingale.
Tras 90 años de historia, el edificio ha sufrido el paso del tiempo y el vandalismo. Hoy su fachada aparece plagada de grafitis, pero desde el pasado lunes el frontis recibe una nueva mano de pintura que incluye un tratamiento antirrayado. La pared de hormigón se cubrirá con un químico que evitará que el spray se impregne en su superficie. Previo a ese proceso, se realizará un hidrolavado para sacar todas las capas de pintura que ha tenido desde 1920.
“El antigrafiti es una capa invisible que queda en el muro y que retarda los efectos del spray. Si en condiciones normales el aerosol se pega al muralla en dos días, con el químico este proceso tardará dos semanas”, explica Iván de Requesens, coordinador general del Colegio de Arquitectos.
Limpieza extrema
La institución contactó a la empresa DGS para realizar los trabajos en el exterior de la casona, que tendrán una duración aproximada de 14 días y que sólo se harán en los primeros tres metros de la fachada. Una comisión evaluadora dará la venia para continuar con el resto de la construcción que fue declarada Monumento Histórico en 2010.
“El Consejo de Monumentos aprobó pintar de un color blanco marfil. Pero de todas formas hay que esperar lo que diga la comisión”, afirma De Requesens.
Como la casa está protegida patrimonialmente,cualquier intervención debe ser autorizada por Monumentos Nacionales.
Sin embargo, hace dos años, la Municipalidad de Santiago pintó la fachada por orden de la Junta de Vecinos sin permiso del Consejo de Monumentos, entidad que reclamó por esa decisión.
Anteriormente, el frontis se pintaba todos los lunes. “Aparecía un grafiti y se borraba de inmediato. Cuando me hice cargo de este procedimiento, la fachada estaba en una situación tan ruinosa que estuvimos obligados a crear este proyecto de recuperación y mantención”, remata De Requesens.