Crimen y castigo: el museo de la PDI
Por Vadim Vidal, La Tercera. (13/04/2013)
[historias policiales] En Avenida Independencia 56 se ubicará el Museo de Investigaciones. Uno de sus tesoros será el libro del Departamento 50, una sección especializada en seguir a los ciudadanos alemanes residentes en Chile durante la Segunda Guerra.
Roberto Schmied Marambio ingresó a Investigaciones en 1931 y en 1958 ya era su Director General. Era una especie de sabueso, vestía de traje y corbata, pañuelo asomado en el bolsillo superior, se peinaba a la gomina y, para completar el cuadro, mantenía su pipa encendida mientras interrogaba. Era de hacer amigos en los barrios en los que les tocaba trabajar y llegó a conocer tanto la calle, que escribió el primer “Argot del delincuente chileno”. Fue el primer director de la institución en hacer lo que ellos llaman “la línea”, o sea, empezar desde abajo, en las patrullas, hasta llegar a lo más alto.
Tras su muerte en el año 2000, su escritorio de roble americano, su máquina de escribir Underwood portátil de 1938, la lámpara de bronce estilo Bauhaus de 1940, el teléfono de baquelita y la miniatura en bronce del cuartel general de Investigaciones que adornaban su lugar de trabajo, fueron donados por su familia al Museo Histórico de la Escuela, emplazado en el subsuelo del moderno edificio a la entrada de Av. Pajaritos.
Por razones de seguridad, ese recinto no se puede visitar. El público general tampoco puede ver la colección de viejas placas y armas requisadas de la época de la Guerra del Pacífico ni documentos que hoy parecen excéntricos como los expedientes del Departamento 50, brigada de contraespionaje que vigilaba los movimientos de los alemanes en el país durante la Segunda Guerra.
Estas colecciones verán la luz pública cuando la PDI inaugure su Centro de Extensión Cultural en el señorial palacio que está al inicio de calle Independencia, en el número 56. El edificio fue donado a la institución en 1989 y su pasado se remonta a comienzos del siglo pasado, cuando fue el pabellón principal del Instituto de Higiene, el antecedente de lo que hoy es el Instituto de Salud Pública.
De estilo neoclásico, si se observa desde la vereda de enfrente, se ven las similitudes con la Estación Mapocho, su gemelo al otro lado del Mapocho. Ambas edificaciones fueron ideadas por el arquitecto Emilio Jecquier, también responsable del Museo de Bellas Artes y la Bolsa de Comercio. El Instituto de Higiene fue levantado en 1903 y funcionó en el mismo lugar hasta 1924.
En 1929 se reabrió con el nombre de Instituto Bacteriológico, el que si bien tenía su sede en la calle Borgoño -vereda norte de la misma manzana- mantenía sus oficinas administrativas en el palacio de Independencia. En 1947, el Instituto se traslada a calle Maratón en Ñuñoa, pero el edificio siguió ligado al servicio público, primero como sede de la Quinta Zona del Servicio Nacional de Salud (SNS) y luego como Secretaría Regional Ministerial de Salud. El terremoto de 1985 le ocasionó graves daños y estuvo deshabitado, hasta que en 1989 fue donado a Investigaciones.
Como el FBI
Miguel Vargas trabajó en la Jefatura de Educación de Investigaciones y como tal, le tocó habitar el señorial edificio como sede del Instituto Superior, donde se preparaba a los futuros jefes de brigada. “En el primer y segundo piso estaba la Academia y en el tercero las oficinas. Después del terremoto de 2010 se hizo muy peligroso trabajar ahí, sobre todo en el tercer nivel, donde cedieron algunos pisos”, recuerda.
Desde que se habilitó en 1999 la sede en Pajaritos, toda el área académica se fue trasladando hasta allá, dejando en Independencia la Unidad del Crimen Organizado y la Brigada de Derechos Humanos. Desde 2010 que está deshabitado y quedó como recuerdo de sus años de academia un inmenso vitral con el escudo de la institución.
“En 2004, un grupo de oficiales propuso utilizarlo como Centro de Extensión Cultural y nos gustó tener la posibilidad de conectar a la comunidad con la cultura policial, que la gente vea que detrás de un policía no sólo hay procedimientos y formación científica, sino que también un gran interés por el arte”, señala Víctor Donoso, director de la Escuela de Investigaciones.
La idea es que en sus salones se exhiban exposiciones de pintura y fotografías, junto a espectáculos de música, teatro y danza. “Se está haciendo un modelo de gestión con encuestas a la comunidad, para saber a ciencia cierta qué se hará. No se descarta levantar una sala de artes escénicas aparte del edificio”, señala Leopoldo Courbis, arquitecto consultor del proyecto.
“El modelo a seguir es el museo del FBI”, remarca Paula Ilabaca, gestora cultural de la institución, quien indica que se postulará a fondos del Gobierno Regional para obtener los $ 2.800 millones que contempla la remodelación. “La idea es que esté funcionando entre 2015 y 2020”, añade.
Las salas de exhibición estarán en el primer nivel y en el segundo habrá una sala de conferencias y el museo, cuya pieza fundacional será el viejo escritorio de Roberto Schmied.