Restaurantes crean nuevo barrio gastronómico: La Pequeña Providencia
Los dueños de restaurantes de las calles Cirujano Guzmán y General Flores se están organizando para potenciar este circuito culinario.
Las casas de las calles General Flores y Cirujano Guzmán son de las pocas de la zona céntrica de Providencia que todavía se conservan casi intactas. Construidas en los años 30 para los jefes y oficiales de Carabineros bajo el concepto de ciudad-jardín, ninguna es igual a la otra y tampoco sus jardines, que aunque pequeños, tienen rosales y árboles. Algo poco común en este sector de la comuna.
“Son casonas de uno o dos pisos, que parecen estar dentro de un jardín”, precisa Montserrat Palmer, reconocida arquitecta de la U. de Chile y quien realizó una investigación sobre el concepto de “barrios-jardín” de Providencia.
Originalmente, eran más de 80 inmuebles, pero hoy se mantienen en pie menos de la mitad. Desde hace tres años, en varios de estos caserones se han instalado restaurantes, bares, cafés y hostales, motivadas más que nada por la ubicación -al lado de una importante arteria- y la tranquilidad del sector. “Es como un oasis”, dice Eugenio Fraumene, dueño del bar Amaretto, ubicado en General Flores.
De a poco los locales fueron ofreciendo varias alternativas culinarias, y hoy el sector ya se presenta como un polo gastronómico y turístico que, incluso, tiene nombre: La Pequeña Providencia (ver infografía). “Este barrio es como una muestra en miniatura de lo que era la antigua comuna, la residencial. Por eso le pusimos así”, explica Fraumene.
El circuito fue adquiriendo también aires más cosmopolitas. Ahí funcionan dos hostales y dos bed & breakfast, cada uno con restaurantes cuyas cartas son internacionales. Está, por ejemplo, el Les Comperes, cuyo sello es la comida belga, y su plato estrella, los choritos al vapor. En la misma calle, Nam se especializa en la cocina thai, y Asia Lima, en la fusión de las gastronomías de Perú y Japón.
En Cirujano Guzmán, en tanto, conviven las tapas catalanas de Cadaqués con las especialidades peruanas de Pachakama y los sushis de Yoko Benkei.
A esos se suman varias cafeterías, que ofrecen café de grano, pastelería fina y sandwiches gourmet. De hecho, la más nueva de todas, Santa Koffein, abrió sus puertas recién el sábado pasado.
Se forma el “polo”
En plena esquina de ambas calles se impone el Cadaqués, uno de los primeros restaurantes del sector. Jorge Ramírez, uno de sus socios, cuenta que entonces la mayoría de las casas ahí eran residenciales. “Sólo estaba el bar Umma en Pérez Valenzuela”, afirma.
El año pasado, el dueño de Amaretto convocó a una reunión a los diferentes locatarios con la idea de potenciar el barrio. De esos encuentros nació el nombre del barrio y la idea de crear una asociación.
El 22 de junio será el lanzamiento de La Pequeña Providencia, y para la ocasión planean cerrar las calles y realizar una feria de vinos y quesos. La idea es que los restaurantes y bares instalen stands donde ofrezcan degustaciones y donde las viñas den a probar sus caldos. Lo mismo los productores de queso. “Queremos hacer un evento temático al mes”, explica Fraumene.
Además, el área de Barrios, Patrimonio y Turismo de la Municipalidad de Providencia trabaja en un plan de mejoramiento integral de los espacios públicos en la zona.
Aunque será en las próximas semanas que se diseñe el proyecto, el arquitecto de ese departamento, Nicolás Cañas, adelanta que incluye nuevas luminarias, renovación del pavimento, soterramiento de cables y ensanchamiento de las veredas.
“La idea es dejar la calle de una pista y ampliar las aceras para que los restaurantes instalen terrazas. Creemos que puede convertirse en un circuito gastronómico familiar como el paseo El Mañío de Vitacura”, explica Cañas, con miras a que las mejoras estén listas en 2014.
“El sector pasó de ser residencial a comercial y sus locatarios se están organizando para que el municipio los apoye en que sea caminable y con espacios públicos de calidad”, dice el director de Barrios, Patrimonio y Turismo, Angel Cabeza.