6 casos exitosos de librerías comunitarias que promueven el acceso a la lectura
Hace un tiempo les mostramos que en Nueva York se habilitaron librerías públicas en las cabinas telefónicas en donde los transeúntes podían tomar un libro y donar otro con la única condición que una vez leído lo devolvieran para que otra persona lo tomara prestado. Este tipo de biblioteca se ha replicado como intervención en otros países con el objetivo de promover el acceso libre a la lectura.
En la reciente Bienal Internacional de Diseño, realizada en Saint-Étienne, en Francia, se expuso Livre Exchange, una instalación que sigue esta tendencia. Diseñada por Didier Muller, miembro del colectivo francés House Work, el proyecto consistió en colgar de los árboles cajas transparentes con libros en su interior.
Más info y otros casos de librerías públicas después del salto.
La colección de pequeñas casas fue diseñada por Nathalie Faessel para que actúe como un refugio para los libros en caso que llueva. Al igual que la intervención hecha en Nueva York, la única regla era que los visitantes tomaran un libro mientras estuviesen en el parque y lo devolvieran, aunque fuese en otra caja, una vez que terminaran su paseo.
Este proyecto se enmarcó en el tema central de esta versión de la bienal que fue afianzar la empatía de los ciudadanos con su ciudad, construyendo sus espacios públicos entre todos.
Siguiendo el ejemplo de las cabinas telefónicas en Nueva York, la compañía británica British Telecom, operadora de las clásicas cabinas rojas, decidió no retirar algunas de ellas que están en zonas más despobladas con el fin de destinarlas a los grupos comunitarios que quisieran convertirlas en librerías públicas.
En Holanda, se dispuso un gran contenedor sobre un camión para acercar los libros a las comunidades que no tienen los recursos económicos para construir una biblioteca permanente. Ideado por el arquitecto Jord den Hollander, BiebBus funciona como una biblioteca infantil móvil que cuenta con una biblioteca en el primer piso y con una sala de lectura en el segundo.
En Argentina, el artista Raúl Lemesoff también creó una biblioteca móvil y pública, llamada “Arma de Instrucción Masiva”. Ésta fue construida a partir de un Ford Falcon de 1979 que fue equipado con estantes y 900 libros. Con su librería, Lemesoff ha recorrido todo el país y espera llevar su proyecto a los barrios de Perú y Bolivia.
En un costado de la calle Otets Paisiy, una de las principales avenidas de Plovdiv, en Bulgaria, se dispuso un viejo trolebús que fue rescatado para ser convertido en la biblioteca Otets Paisiy Trolebús. Diseñado por la firma local Studio 8 1/2, fue creado no sólo para fomentar la lectura, sino para revitalizar esta zona de la ciudad. Su interior se habilitó con cómodos lugares para leer algunos de los 600 libros que contiene.
Hace 55 años por la calle pasaban trolleys, pero actualmente es un paseo peatonal, lo que ha incrementado el interés de los habitantes por conocer este nuevo formato de librería.
Con la creación de estos nuevos lugares de lectura ha aumentado el interés de los habitantes por desarrollar iniciativas comunitarias que revitalizan los espacios públicos. Asimismo, permiten que elementos que para algunos ya estaban en desuso vuelvan a alargar su vida útil con una misión educativa y democratizadora como es ampliar el alcance de la lectura, sobre todo en los lugares más apartados.
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