Santiago bajo el agua, historia repetida
Por Vanessa Díaz B. Centro de Documentación, El Mercurio. (26/05/2013)
Pese a las diferentes medidas para prevenir que las lluvias de invierno no causen un colapso en la región, estas parecen no ser suficientes para evitar las ya tradicionales inundaciones.
El pronóstico del tiempo prevé lluvias durante los próximos días en la capital y no es arriesgado apostar que habrá calles anegadas en distintos puntos de la ciudad. Hace solo una semana, un temporal, que incluyó granizos y relámpagos, anegó la estación de Metro Los Leones y dejó dos autos bajo el agua en Ñuñoa.
Los orígenes de este constante problema -que se debe tanto a factores naturales, por ejemplo, los desbordes de los ríos Mapocho y Maipo, como a la expansión y transformación urbana de Santiago- datan de fines del siglo XIX. Debido al rápido paso desde una ciudad rural a una más moderna, no es de extrañar que las medidas de prevención adoptadas por los distintos gobiernos parecieran no ser nunca suficientes.
En 1947 la preocupación estaba puesta en las inundaciones que por ese entonces se producían en el barrio alto por el desborde del canal San Carlos. El entonces director del Departamento de Hidráulica del Ministerio de Obras Públicas y Vías de Comunicación, Eduardo Aguirre Solís, defendía a su cartera de las críticas que señalaban que dicha situación se repetía año tras año argumentando que esto se debía, entre otras razones, a la “estrangulación” del sistema de desagües en la Plaza Pedro de Valdivia.
En 1953, las fuertes lluvias que duraron alrededor de cuatro días causaron un completo desastre en los sectores más humildes de la urbe. Centenares de familias eran trasladadas a albergues improvisados y las fotos de avenidas y poblaciones anegadas abundaban en los diarios de la época. Superada la emergencia y para que no volviera a ocurrir este tipo de situaciones, todos los años se reunían los alcaldes de las comunas más afectadas con algún representante del gobierno de turno para acordar medidas tales como realizar obras de canalización y captación de aguas.
Siguiendo con esta idea es que en abril de 1966 se inicia la denominada “Operación Invierno”, que consistía en realizar trabajos de levantamiento de calles, construcción de canales de desagüe, cunetas, soleras y aceras en 25 poblaciones. Sin embargo, esto no evitaría nuevas escenas de automóviles atrapados por el agua, personas debiendo ser evacuadas nuevamente y las inundaciones que se produjeron en los lugares de siempre.
Cansados de todo esto, para el gran temporal de 1972 dirigentes de juntas de vecinos y varios habitantes de poblaciones periféricas protestaban por faltas de medidas de prevención adecuadas para hacer frente al invierno. “El Mercurio” señalaba en un artículo que las calles eran “verdaderos lodazales”.
Diez años después, en junio de 1982, un intenso temporal causó una de las inundaciones más gigantescas de la historia de Santiago: el desborde del río Mapocho junto con la salida de otros cauces, como el zanjón de la Aguada y el canal San Carlos, dejaron a miles de damnificados y “postales” como la Rotonda Pérez Zujovic completamente bajo el agua con autos atrapados, que todavía permanecen en el recuerdo de cientos de santiaguinos.