Arquitectos rescatarán la historia de la piscina escolar del barrio Mapocho
Tres profesionales se adjudicaron un Fondart para estudiar esta obra emblemática de Luciano Kulczewski.
Pocas personas saben que la Piscina Escolar de la Universidad de Chile, el recinto de estilo art decó ubicado en Av. Santa María, a pasos de Av. Independencia, en un comienzo estuvo rodeado por árboles y jardines y no como se le ve hoy, flanqueada por el cemento de las avenidas que la rodean y los puestos de la Pérgola de las Flores, instalada ahí desde mediados de los 40.
Otro antecedente poco conocido de este recinto es que hasta hace un par de años funcionó, en el primer piso, una peluquería. Era administrada por un privado y hasta el lugar llegaban los clientes más variopintos. Son antecedentes que ha ido recabando la arquitecta de la U. de Chile María Magdalena Barros, quien desde abril investiga la historia de este recinto deportivo construido en 1929 por el arquitecto chileno Luciano Kulczewski, para la rama de natación de la casa de estudios.
El trabajo de esta arquitecta, que es miembro del comité de Patrimonio del Colegio de Arquitectos, es financiado por un Fondart que la profesional se ganó este año, para recopilar todos los antecedentes necesarios para postular al edificio como Monumento Histórico.
La investigación la desarrolla en conjunto con otros dos arquitectos, Pamela Domínguez y el polaco Christopher Dabrowsky, especialista en la obra de Kulczewski.
La piscina del barrio Mapocho fue un encargo que el Presidente Carlos Ibañez del Campo le hizo al renombrado arquitecto de origen polaco, conocido por la construcción de poblaciones para la nueva clase media santiaguina del siglo pasado en barrios de Providencia e Independencia, entre otros.
Arreglar la piscina
El corazón del edificio es la piscina, que mide 25 metros de largo por 16 de ancho. Originalmente era temperada a través de calderas y hoy se utiliza un sistema mixto de electricidad y petróleo.
“Es una de las obras más signficativas de Luciano Kulczewski”, afirma el arquitecto y autor de un libro de este polaco, Fernando Riquelme.
Por su parte, Barros cuenta que, a pesar de ser un hito dentro de la ciudad, no había mucha información acerca de éste. El Fondart le entregó financiamiento suficiente para recabar antecedentes y postularlo como Monumento Histórico ante el Consejo de Monumentos Nacionales. De obtener esta categoría, serviría para postularlo, a su vez, a fondos destinados a su recuperación.
El inmueble está hoy deteriorado. “Está rayado con grafitis y se han desprendido elementos decorativos. Sin embargo, lo más complejo está en su entorno, ya que se le adosó un edificio (el de la pérgola) y afuera se instala comercio informal. De todos modos, es valioso que siga funcionando”, explica. Hoy, en el recinto entrenan diariamente más de 700 personas, según su administrador, Luis Gálvez.
A fin de año, cuando termine la investigación, se lanzará una serie de postales de la piscina y se realizará una exposición de fotografías itinerante.