“Un campo de refugiados también es una ciudad” / 20 de Junio: Día Mundial de los Refugiados
Por Ana Asensio
¿Qué papel tiene la arquitectura en un conflicto?
La arquitectura para emergencias es apasionante. Es la simplificación de las necesidades básicas de los seres humanos hecha arquitectura. La escasez de recursos, la necesidad masiva de supervivencia.
Cuando pensamos en arquitectura de emergencias a menudo nuestra mente se va a pueblos arrasados por una inundación, un huracán, un tornado. Familias incomunicadas que lo han perdido todo, y, por consiguiente, pueblos que reconstruir. Pueblos y vidas que reconstruir.
Tras una catástrofe se empieza una nueva casa para una nueva vida. Un nuevo futuro que reconstruya un pasado convertido en escombros. Pero muchas otras emergencias tienen una índole aún más dramática: Los conflictos políticos y armados desplazan cada año a millones de personas.
En el último censo realizado, según datos de ACNUR (finales del 2012 sobre los movimientos durante el 2011) se estimó que “43,3 millones de personas en todo el mundo fueron desplazadas por la fuerza debido a los conflictos y la persecución. Entre los refugiados y las personas en situaciones como refugiados, los niños constituyen el 46 por ciento de la población.876.100 solicitudes de asilo o de la condición de refugiado se presentaron en 171 países o territorios.15,5 millones de desplazados internos, beneficiados de la protección y de las actividades de asistencia del ACNUR. Se identificaron unos 3,5 millones de personas apátridas en 64 países. Sin embargo, el número real de personas apátridas en el mundo se estima en hasta 12 millones”.
Sumémosle a eso todas aquellas vidas que llevan años, décadas, viviendo en campos.
Personas que no empezarán de cero con una nueva casa, sino que huyen por salvar la propia vida, contando sólo con el peso que la espalda puede soportar. Peso y pesadumbre en la mochila, para amueblar casas que no son hogares, con habitantes que “no son ciudadanos”.
Un campo de refugiados también es una ciudad.
Una ciudad “efímera y temporal”, en teoría. No nos engañemos. Sólo en el Sáhara viven centenares de miles de personas refugiadas desde 1975. Es una ciudad nueva, sin lazos sociales, porque sus habitantes han sido colocados en ella como piezas en un puzzle. Ciudad de habitantes expatriados, de pasado destruido o robado, presente espeso, sin nacionalidad ni nombre, y futuro incierto. Ciudades perdidas en el espacio y diluidas en el tiempo. Un denso standby al cual la arquitectura no suele dar la mano amistosamente.
Pero no una ciudad efímera. Es una ciudad planificada pero sin un origen natural y una evolución. Es una generación espontánea, constante y permanente en su mayoría, pero no asentada. Urbes no reconocidas de ciudadanos invisibles, olvidados. Ciudad en una constante mesa de operaciones, vidas anestesiadas, en perpétua espera.
Y la pregunta que me surge es: ¿Qué papel tiene la arquitectura en un conflicto?
Un campo de refugiados no sólo necesita una habitabilidad básica. No sólo es necesaria el agua potable o la evacuación de residuos. A menudo hablamos de la responsabilidad e influencia que tiene la arquitectura en la vida de las personas. De cómo puede hacer feliz o desgraciado a quien la habita.
Un campo de refugiados no sólo necesita médicos, psicólogos, profesores. Necesita arquitectos. Necesita una identidad nacida de la creación de espacios. La arquitectura es la expresión de cada pueblo, de cada sociedad, y estas ciudades lo imploran.
No hay recursos. Pero a diario vemos construcciones hechas sin recursos; y no sólo en los barrios informales de las ciudades. Lo vemos en congresos, workshops y masters que se visten de vanguardia hablando de arquitectura efímera y autoconstrucción.
La arquitectura lo puede. La arquitectura, se lo debe. Para que un día dejen de llamarse “campos de refugiados” y puedan llamarse “Ciudad vida”. “Ciudad viva”. Ciudad pasado, presente, futuro.
Algunos datos de la ONU y ACNUR: Aclaraciones sobre los términos utilizados:
Hay varios tipos de personas desplazadas por la fuerza. Pero todos tienen algo en común: Cada minuto, ocho personas lo dejan todo para huir de la guerra, la persecución o el terror.
- Refugiados. Los refugiados son nuestra principal prioridad y nos preocupamos por ellos en todos los rincones del mundo.
- Solicitantes de Asilo. Los solicitantes de asilo necesitan ayuda y asesoramiento mientras se aplica el estatuto de refugiado.
- Desplazados Internos. Personas que huyen de sus hogares por causas parecidas a las que motivan la huida de los refugiados, pero que no cruzan una frontera internacional.
- Apátridas. La vida sin una nacionalidad. Millones de personas alrededor del mundo se encuentran atrapadas en un limbo jurídico y no son consideradas como nacionales por ningún país afectando el disfrute de sus derechos básicos.
- Retornados. Los repatriados son los que consiguen volver a casa – la mejor solución duradera.
Si estás interesado en seguir proyectos implicados con las poblaciones desplazadas, puedes visitar la actividad de ACNUR, de Arquitectos sin Fronteras, o Architecture for Humanity.
Originalmente publicado en Plataforma Arquitectura