Sector Bilbao-Amapolas suma 19 edificios en los últimos cinco años
Por Evelyn Briceño, La Tercera.
La zona delimitada por Tobalaba, Bilbao, Amapolas y Rosita Renard comenzó auge en 2008.
Los añosos adoquines de calles Coventry y Montenegro son testigos del cambio radical que vive el barrio. En el cuadrante ubicado al interior de las avenidas Bilbao y Tobalaba y de las calles Amapolas y Rosita Renard, los vecinos se despiertan junto al ruido de los autos o de los camiones cementeros. “Dejó de ser un lugar tranquilo”, dice Jeanne, quien vive en Coventry con Diego de Almagro.
La consultora AGS Visión Inmobiliaria contabilizó un total de 19 proyectos inmobiliarios dentro de esta zona. En 2008, sólo había tres edificios, pero fue a partir de ese año, según señala la empresa de estudios, que la oferta de departamentos se disparó, pues se modificó la norma constructiva del sector, permitiendo alturas de hasta siete pisos.
De los 19 inmuebles que se levantaron entre ese año y hoy, 12 ya están totalmente comprados y cinco están en proceso de venta. Los otros dos, ubicados en la calle Coventry y La Giralda, recién comienzan a parar sus cimientos.
AGS Visión Inmobiliaria señala que para esta zona, los precios del suelo han pasado de 15 UF por m2 a 25 UF por m2, en los últimos cinco años. Esto significa un incremento de hasta un 80%. “En los proyectos hoy en venta, los valores oscilan entre 2.300 y 7.340 UF”, explica Esteban González, director de la consultora.
El auge ha hecho que los vecinos reciban todas las semanas ofertas por sus casas. Carmen, quien vive hace 35 años en Montenegro, cuenta que le han ofrecido al menos en cinco oportunidades comprar su vivienda. “Partieron con $ 200 millones. Hace un mes me ofrecieron $ 300 millones. Pero yo todavía lo estoy pensando”, asegura.
Algunos residentes se niegan a vender. En Montenegro, al llegar a La Verbena, varias casas dejan ver carteles en los que se lee claramente: “No se vende, no todo es plata”. Eso no quita que haya otros dispuestos a vender: de hecho, en varias calles, como Celerino Pereira, La Giralda, Coventry y Diego de Almagro, ya se observan casas deshabitadas.
Hace cinco años que en esta zona en la que limitan Providencia y Ñuñoa (Eliecer Parada las separa) las respectivas municipalidades permiten que en la primera franja, entre Av. Tobalaba y San Juan de Luz, se construyan hasta siete pisos. Y hacia el surponiente, entre San Juan de Luz y Amapolas, cinco.
Las consecuencias
Los más contentos con la habilitación de nuevas viviendas fueron los santiaguinos que buscaban vivir en un sector que todavía es residencial -de pequeñas calles y plazas- con la comodidad de un departamento.
Contentos están también los antiguos almaceneros del barrio. Don Héctor, dueño de un local de abarrotes en Diego de Almagro con Montenegro, hace 25 años, lamenta la partida de algunos clientes antiguos, pero se alegra por la llegada de más familias. “Eso beneficia mi negocio”, dice.
Sin embargo, los que decidieron permanecer en residencias que datan de mediados del siglo XX, no han visto con buenos ojos el surgimiento de estos nuevos inmuebles.
Por un lado, se quejan del constante ruido que provoca la entrada y salida de camiones y de las obras de la construcción (ruidos de maquinarias). Y por otro, están molestos por los atochamientos que se han producido en calles que antes no tenían la misma carga vehicular, pues habían menos residentes.
El director del Laboratorio Ciudad y Territorio de la U. Diego Portales, Genaro Cuadros, quien, además, vive en el sector, dice que en las horas punta, el taco por Amapolas, al llegar al semáforo de Av. Ossa, se extiende por dos cuadras. “Esto no había sucedido nunca y en los próximos años será peor, pues en este sector se seguirá construyendo”, explica el experto.
Un dato que es corroborado por AGS Visión Inmobiliaria: “A futuro se puede esperar una proliferación de proyectos de mediana altura e incluso, pequeños condominios de town houses, una mezcla entre departamento y casa”, señala González.
Para Jeanne es evidente que en su barrio seguirán edificando en altura. “Por mis 900 m2 de terreno me ofrecieron $ 400 millones hace un par de meses”, cuenta. Y aunque la suma es elevada, hasta el momento ella no está interesada en vender.