El último espacio verde de Bangkok: ¿Más edificios o un parque y un museo?
Una parcela de unas 80 hectáreas abandonada en el centro de Bangkok, con muchos árboles, una laguna y antiguos talleres de reparación de trenes que fueron construidos en 1900. Eso es Makkasan. O eso será hasta que se tome una decisión sobre su futuro, pues sus propietarios quieren convertirlo en un conjunto de rascacielos con tiendas, oficinas y hoteles de varias estrellas.
Sin embargo, muchos ciudadanos están convencidos de que Makkasan tiene un gran potencial como parque y museo de trenes. Impulsados por la campaña “Makkasan Hope“, unas 22 mil personas (casi el mismo número de habitantes que tiene Bangkok) han firmado una petición en línea que exige que el Estado sea quien lleve a cabo este sueño común.
Las razones son varias. La capital de Tailandia cuenta con escasos 3 mts. de áreas verdes por habitante. Por otro lado, diferentes estudios demuestran que el acelerado crecimiento urbano ha afectado el clima de la ciudad, donde el año 2004 la temperatura máxima promedio fue de 26 ̊ C y en 2009, de 39 ̊ C. Así, quienes apuestan por que Makkasan se convierta en un parque argumentan que ninguno de estos antecedentes ayudan a Bangkok; menos ahora que acaba de ser catalogada como “la ciudad más visitada del mundo“.
A fines del año pasado, la empresa Ferrocarril del Estado de Tailandia (SRT), propietaria del terreno, anunció que pretende maximizar el uso del suelo y construir un nuevo barrio de edificios en altura. El plan llamado “Makkasan Complex” fue elaborado en 2005 y costaría $200 mil mill. de baht tailandés (unos $12 mil millones de pesos chilenos).
El problema es que Bangkok tiene una deficiencia importante de áreas verdes. Según el índice de “Ciudades Verdes de Asia” hecho por Siemens, en su zona metropolitana hay 3 mt2 por persona, muy por debajo de lo que tienen sus ciudades vecinas de similar desarrollo: Singapur cuenta con 66,2 mt2 de espacio verde por persona, Kuala Lumpur tiene 43,9, Hanoi 11,2 y Manila 4,5. Mientras que Bangkok ni siquiera cumple con los 9 mt2 que recomienda la Organización Mundial de la Salud.
El parque público más grande de Bangkok es Suan Luang Rama IX. Sin embargo, su ubicación a 20 kilómetros del centro de la ciudad, hace que sea difícil de visitar. Por el contrario, Makkasan está a sólo tres o cuatro kilómetros del centro. El parque Suan Lumpini también está cerca, pero tiene un tamaño muy inferior al que podría tener el parque de Makkasan.
Por todo esto, siguiendo el ejemplo de los ciudadanos de Estambul (Turquía) que lucharon por que no se destruyera el último parque de la ciudad, los jóvenes Punlarp Punnotok y Jatuporn Tansirimas impulsaron la campaña “Makkasan Hope” en Facebook bajo el lema “Queremos que Makkasan sea un parque y un museo”.
En menos de nueve días, 10 mil ciudadanos tailandeses firmaron para presentar al ministro de Transporte tres peticiones principales: 1) que Makkasan ser desarrollado para servir al bien común y no a los intereses comerciales, 2) que los espacios verdes sean preservados tanto como sea posible y 3) que la audiencia pública se celebrará a solicitar las necesidades de los residentes de Bangkok antes de proceder con el desarrollo de la tierra. Además, los habitantes de Bangkok quieren participar en el proceso de planificación del uso de la tierra desde el principio, ya que están muy conscientes de que -cualquiera sea el proyecto que se haga en Makkasan- éste los va a afectar de una manera u otra.
Makkasan Hope ha organizado actividades como cicletadas y conciertos para difundir el sueño de crear el parque más importante de la ciudad.
Un patrimonio industrial desperdiciado
El terreno de Makkasan fue donado a los ferrocarriles por el rey Chulalongkorn (Rama V por ejemplo), hace más de 100 años. Allí fue construido en 1922 una gran plata de reparación de trenes de ladrillo rojo y que hoy en Tailandia es reconocido por ser “patrimonio industrial” por ser un testimonio vivo del desarrollo de Tailandia durante la Revolución Industrial. De hecho, en 2006 ganó el Premio a la Mejor Conservación de la ASA.
Pese a su importancia, los talleres de trenes no están abiertos al público. Por el contrario, están constantemente vigilados por guardias, rodeados por una valla anti-robo de 2,5 metros de altura, y son más conocidos como “el cementerio de trenes”. La forma más fácil de ver la gran zona verde es mirando hacia abajo mientras viaja en el tren Airport Rail Link. Desde allí, se ven los edificios de ladrillo entre medio de árboles tropicales.