El mercado Tirso de Molina se pone gourmet
En el último año, este popular recinto de Recoleta vio llegar varios restaurantes con cocina internacional.
Por Darío Zambra, La Tercera
Una tarde de febrero pasado, un chef tailandés llegó hasta la cocinería de María Cristina Rosales, en el segundo piso del Mercado de Abastos Tirso de Molina, que hasta antes de su remodelación compartía espacio y era conocido como “Vega Chica”. Waranyakon Ruangsawang quería abrir su propio negocio y estaba en busca de un local, pero Rosales le advirtió que no había espacios disponibles. Por eso, le propuso que se hiciera cargo de la cocina de su restaurante. “Aquí servíamos comida típica chilena, como cazuela y carne al jugo. Pero como en este mercado casi todos ofrecían lo mismo y como la competencia era fuerte, pensé en cambiar la especialidad. En eso estaba cuando apareció este chef”, cuenta Rosales.
Ese fue el origen de Luck Thai, que inauguró en febrero de este año en el local 199 y que tiene al tailandés a cargo de la cocina. Su especialidad son las preparaciones de ese país del sudeste asiático, con su plato estrella, el khow pad saparrod: la mitad de una piña rellena con trozos de la misma fruta, arroz frito, pollo, camarones, salsa de soya y uva.
No es el único plato exótico que se puede encontrar en este popular mercado de Recoleta, ubicado entre La Vega Chica y el río Mapocho. En Diner Sabores, de México (local 234), ofrecen calabacitas con puerco (carne de cerdo en trocitos con calabacitas, elote, salsa mexicana y queso), servidas con arroz y frijoles. Todo por $ 3.900.
Para los santiaguinos que llegan a este lugar a abastecerse de frutas y verduras frescas, estas preparaciones han salido a hacerle la competencia a las cazuelas de vacuno, los porotos con riendas y la merluza con agregado, los platos por definición en este recinto. Esto, porque en el último año la oferta gastronómica del Tirso de Molina se amplió y sumó cartas más gourmet. No sólo se ve comida thai y mexicana, sino también colombiana y peruana. “Es una oferta muy variada, con cocinas de todo el mundo y de buena calidad. Y lo mejor es que sus precios son accesibles al bolsillo”, asegura Consuelo Goeppinger, crítica gastronómica de Nirvino.cl y quien visita con frecuencia las cocinerías de este mercado.
Cómo llegó a lo de hoy
A mediados de los 70, decenas de vendedores del centro y del barrio Mapocho fueron ubicados en un área verde frente a La Vega Chica, en lo que se conoció como el Mercado de Abastos Tirso de Molina. “Eran locales precarios, como los de la ferias, y rodeados de rejas. Por eso lo llamaban la jaula”, recuerda Nelson Palacios, uno de los locatarios más antiguos.
Para ordenar el lugar, la ex alcaldesa de Recoleta Sol Letelier decidió ubicar en el primer piso a los vendedores de frutas y verduras y en el segundo, a los restaurantes. Fue así como Iglesis Prat Arquitectos se encargó de remodelar el mercado y poner su sello de hormigón armado en sus 8.200 m2. Desde entonces hasta ahora, no ha hecho más que crecer en oferta para paladares más exigentes.
El primer “gourmet” en abrir ahí hace dos años fue Juanito Ollas (local 311). Su propietario, Juan Mancilla, fue jefe de cocina en la Embajada de Chile en Roma y con esa experiencia llegó a ofrecer ahí platos como el salmón bañado en salsa de alcaparras y la feijoada, preparación típica de Brasil. “La calidad de su comida es muy buena y los precios también”, sostiene la crítico gastronómica Pilar Hurtado.
A pasos de ahí se inauguró, el año pasado, Patacón Pisao (local 299), cuyo plato estrella es la contundente bandeja paisa, el plato típico de Colombia: frijoles, porotos rojos, arroz, huevo, chicharrones, palta y plátano maduro frito.
El último hit del Tirso de Molina es otro restaurante tailandés, Than-Isan (local 278). Su dueña lo abrió a fines del año pasado y los fines de semana -cuando va más gente al mercado- varias personas esperan de pie por una mesa. Una de las razones de su éxito es la encargada de su cocina, que hasta el año pasado trabajó en el Lai Thai, el popular restaurante del barrio Franklin. Ella es la responsable de preparaciones todavía poco conocidas por el paladar capitalino, como el nuagnam-man hoy (vacuno salteado con verduras, en salsa thai, acompañado de arroz blanco) y el exótico postre de helado frito con frutillas y salsa de chocolate.
Quienes van a estos restaurantes acostumbran a terminar el almuerzo en Café Café y Algo Más (local 218), una cafetería en la que, además, ofrecen postres. Tiene apenas un año, pero su chocolate caliente español y el suspiro limeño con oporto lo han hecho conocido entre los asiduos al Tirso de Molina.