La Pequeña Providencia pudo ser mayor
Por Miguel Laborde, El Mercurio
Valiosa es la iniciativa de los comerciantes de las calles General Flores y Cirujano Guzmán, quienes, con sus hostales, restaurantes y cafés han creado un nuevo rincón en Providencia, el que inauguraron oficialmente el sábado pasado.
Hay un atractivo visual en estas calles de los años 30, en las que se nota el origen común, como orgullosa “Población de Jefes y Oficiales de Carabineros”.
La necesidad de densificar para no seguir creciendo en extensión, obliga a demoler barrios enteros, pero también a seleccionar cuáles pueden ser remansos de baja altura; para tantos que viven o trabajan en ese entorno, el salir a este acogedor ambiente a la hora de almuerzo, o al atardecer, es un aporte importante para su calidad de vida. Así lo ha identificado la municipalidad, que lo tiene entre los siete barrios patrimoniales que pronto pasará a ser de baja velocidad, con un máximo 30 kilómetros por hora para la circulación de vehículos.
Eso sí, aunque en la escala comunal es un nuevo valor de Providencia, es algo pequeño para constituir un polo de la ciudad.
Ya es tarde, lamentablemente, por demoliciones, para sumar las dos calles vecinas hacia el oriente, Santa Beatriz y Antonio Bellet, las que nacieron en los mismos años y con un carácter similar, al urbanizarse parte de la quinta del Mercado Municipal; con ellas, este polo habría sido gravitante.
La calle Antonio Bellet es muy interesante. En gran medida -20 casas- fue obra de Ernesto Ried, compañero de Pedro Prado en busca de una arquitectura nacional; son líderes universitarios los que, hacia el Centenario, criticaron el afrancesamiento de la sociedad chilena y reivindicaron la América Latina.
La casa chilena no tenía por qué ser de adobe, pero, como los ingleses de entonces, pusieron en valor lo espontáneo y sencillo, lo natural, que se estaba perdiendo.
Ernesto Ried llenó una época con sus propuestas para mejorar Santiago. Como bombero, se le veía acudir raudo a los incendios en su moto con sidecar .
Tenía el sentido de lo público en las venas, y no es casualidad que Arturo Alessandri Palma le encargara su casa. Porque contra los conventillos integró el Consejo de Habitaciones Baratas, lidera una campaña pro leche pasteurizada por la mortalidad infantil, promueve el Parque Balmaceda y la forestación del San Cristóbal, para que Santiago respirara mejor, y denunció el paso de camiones municipales con tierra y flores en dirección a casas de autoridades…
Relegado a Vicuña por defender a la viuda de Antonio Bellet, ante dignatarios ansiosos de quedarse con alguna de estas casas durante la dictadura de Ibáñez, logró huir cruzando la cordillera. En Córdoba ensayó su arquitectura más desnuda.
No era un tema de estilos. Ried buscaba favorecer una cierta manera de vivir en el Valle Central de Chile, una sobria y digna medianía, apropiada a la realidad nacional, reflejada en esas casas que cayeron este año. El que Santiago y Providencia, que tanto han avanzado en sus catastros patrimoniales, aun tengan pérdidas, demuestra la necesidad nacional de perfeccionar estos inventarios; hasta las inmobiliarias lo agradecerán, para saber a qué atenerse con exactitud.
El programa municipal para poner en valor la Pequeña Providencia, que incluye hundir cables, ampliar veredas, cambiar luminarias y renovar pavimentos, tal vez pueda extenderse, hasta Santa Beatriz y Antonio Bellet, para sumar al menos la Biblioteca Municipal, el Mercado Municipal, Sernatur y, al fondo, la Librería Contrapunto con acceso por la Costanera y vista al parque ribereño del río.
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Calles General Flores y Cirujano Guzmán
Hay un atractivo visual en estas calles de los años 30, en las que se nota el origen común, como la orgullosa “Población de Jefes y Oficiales de Carabineros”.