Carta de la semana: “Salvar al Hospital del Salvador”
Esta semana, la Municipalidad de Providencia y el Ministerio de Salud acordaron la aprobación del anteproyecto que contempla la construcción de un nuevo edificio de cinco pisos para el Hospital del Salvador. Ante esto, el arquitecto y asesor urbanista de la Municipalidad de Providencia, Jaime Márquez, escribió una carta a El Mercurio donde manifiesta su disconformidad porque no se haya concretado la propuesta que por años consideró reconstruir el antiguo patio del hospital junto con sus pasillos y la capilla, nombrada Monumento Nacional, con la idea de conservar la memoria de este lugar. Por el contrario, la nueva propuesta pretende demoler la abandonada ala de maternidad para construir el edificio que albergará, entre otras cosas, al Instituto Nacional de Geriatría.
Desde hace muchos años, con la participación de numerosos directores del Hospital del Salvador (Montt, Vacarreza, Barrohilet), varios grupos de médicos y arquitectos (como nos consta personalmente) estudiamos el histórico complejo del “hospital con pabellones” que conforma un modelo de construcción de la primera época de la salud pública. Esos estudios fueron progresando hasta elaborarse creativas propuestas, a la manera como se hace en países que valoran su patrimonio, y se avanzó en proyectos que lograban generar diseños, incorporando al mismo tiempo las más modernas técnicas de salud.
El desafío incluía salvar el parque interior (en el que generaciones de médicos recuerdan haber estudiado y pololeado en él), la capilla protegida -ya declarada monumento histórico- y reconstituir las estructuras, aprovechando los pabellones actuales, para instalar allí consultas ambulatorias, manteniendo la figura del frente de calle Salvador. Con imaginación y real voluntad, todo ello es posible. Fue así como se ensayaron diversas alternativas, pero todas fueron siendo desechadas por un “supuesto apuro”, que ha perdido años desde aquella “urgente” indefinición.
Una vez más, la insensibilidad, la torpeza (y quizás qué intereses inconfesables) sacrifican el verdadero valor de nuestra ciudad a una mal entendida modernidad.
Jaime Márquez Rojas
Arquitecto, Asesor Urbanista
Municipalidad de Providencia