Gran Avenida, 1995
En lo alto de la imagen se indica el paradero: el número 26. Desde que a principios del siglo XX el tranvía Santiago-San Bernardo ocupó el espacio del antiguo Camino de la Polvareda, sus paradas se numeraron. De la 1 a la 41. En 1925 se decide el ensanchamiento de esta vía, que tomó seis años, tras los cuales el extenso tramo quedó bautizado como Gran Avenida. En 1941, y como conmemoración de los 400 años de la fundación de Santiago, es rebautizada Gran Avenida Isabel La Católica, aunque 10 años después toma su nombre actual: Gran Avenida José Miguel Carrera, una vía de 13 kilómetros que hace un siglo unió dos ciudades y que hoy es un continuo capitalino como hay otros. Aunque sea más que eso para sus habitantes (algunos de los cuales, antes o ahora, la han llamado cariñosamente “La Grana”). Por de pronto, se trata una de las principales arterias del área sur de la capital.
Y si el número es el 26, más o menos a la altura del 8900, quiere decir que estamos en La Cisterna, que hacia el sur están El Bosque y San Bernardo, y que hacia el norte, en la dirección en que lleva la liebre Conchalí-El Bosque vista por la izquierda, está San Miguel, que se extiende hasta el paradero 17 (mientras La Cisterna lo hace del 18 al 28, ubicándose numéricamente su municipio casi en el centro exacto). Apenas a dos cuadras del espacio fotografiado está el paradero 25, donde la arteria vertebral se encuentra con la Circunvalación Américo Vespucio, el anillo vial que inició su construcción en 1962 para conectar distintos puntos de la ciudad sin meterse al centro. Por entonces, a diferencia de hoy, no había aún una estación de Metro ni pasaba la segunda por debajo de la primera.