El último proyecto de Fernando Castillo Velasco
Cuatro meses antes de morir se dedicó a proyectar el futuro centro cívico de Huechuraba. Aunque no lo verá, este año parte su construcción.
Por Darío Zambra, La Tercera
Iba a cumplir 95 años a mediados de agosto. Pese a su edad, el arquitecto Fernando Castillo Velasco seguía trabajando. Lo hacía en una oficina dentro de su casa, ubicada en un edificio que está a un costado de la Quinta Michita, el conjunto de 25 casas de La Reina que se convirtió en la primera de sus emblemáticas comunidades.
“Al papá le era cómodo tener la oficina ahí. Cada vez que se sentía cansado, se iba a recostar un rato. Luego, continuaba su labor”, recuerda su hijo Cristián.
La última vez que Castillo Velasco trabajó en ese espacio fue la noche del lunes 15 de julio. Falleció al mediodía del jueves siguiente y esa misma tarde tenía agendada una reunión con Ignacio Troncoso, Eduardo Pino y su hijo Cristián, los tres arquitectos socios de su oficina.
En ese encuentro planeaban afinar los detalles del último proyecto del premio nacional de Arquitectura y ex intendente de Santiago: el plan maestro del primer centro cívico de Huechuraba. “Trabajó intensamente en esa obra y se desvelaba por ella. Algunos fines de semana nos llamaba temprano por teléfono y decía: ‘Me desperté porque tengo una idea nueva para el proyecto’”, asegura Eduardo Pino.
El último encargo
A mediados de 2011, la Municipalidad de Huechuraba impulsó una licitación para diseñar un edificio emplazado en Av. Recoleta (ver infografía) y que debía albergar distintas dependencias que hasta hoy están distribuidas en varios lugares de la comuna (algunas se cayeron con el terremoto de 2010).
El proyecto se lo adjudicó esa vez la oficina Iglesis Prat, creadores de la Torre Telefónica y del centro cívico de Vitacura. Entregaron su propuesta de diseño a mediados de 2012. “Era un edificio de 3.000 m2, tres pisos y cubierto de vidrio. Las obras iban a partir este año, pero el nuevo alcalde, Carlos Cuadrado, decidió revisarlo”, sostiene el arquitecto Jorge Iglesis.
Sin embargo, el nuevo jefe comunal decidió desechar esa propuesta. El concejal Eduardo Flores explica que se iba a construir sobre parte de una plaza y que eso al edil no le había gustado.
En marzo pasado, Cuadrado conoció en un evento a Ignacio Troncoso, uno de los socios de Fernando Castillo Velasco, y le preguntó si éste seguía vigente. “Le dije que sí, y a la semana siguiente lo contactó para encargarle el edificio consistorial”, cuenta el profesional.
Desde entonces, el creador de la comuna de La Reina se concentró casi por completo en esta iniciativa. “Estaba entusiasmado”, afirma su hijo Cristián.
Este encargo era su primer proyecto en Santiago de relevancia pública en más de tres décadas. Esto, porque desde fines de los 70, cuando regresó de su exilio en Inglaterra, sólo levantó comunidades residenciales en la capital, en comunas como Las Condes y La Reina.
Lugar de encuentro
Pese a que le encomendaron el diseño de un edificio para el municipio, Castillo Velasco decidió crear el plan maestro de un centro cívico que interviniera toda esa zona, donde además funcionan un liceo, una parroquia y varios servicios (ver infografía).
“Su idea fue generar un espacio que hiciera converger a todos los vecinos y que se convirtiera en un punto de encuentro”, explica su hijo.
Fue así como planteó emplazar, en la parte posterior del terreno, el corazón del proyecto: un edificio de tres pisos, hecho de hormigón y con revestimiento de ladrillos, detalle característico en sus construcciones. A futuro, esta edificación albergará la alcaldía y el Concejo Municipal, entre otras dependencias. “Es sencillo, amable y no rompe la escala del barrio”, cuenta Cristián.
A un costado de ese lugar, se deja un espacio disponible para erigir otro inmueble, destinado a diferentes servicios comunales, que se desarrollará a futuro.
La puerta de entrada a estos edificios será una plaza pública de 10 mil m2 que, además de áreas verdes, contará con una explanada para eventos, un auditorio, zonas de juegos y un paseo semipeatonal adoquinado, que conectará Av. Recoleta con el edificio consistorial.
Cristián Castillo asegura que el proyecto es fiel a la obra de su padre. “Es un lugar ‘para’ y ‘de’ la gente, al igual que las comunidades que desarrolló. En esas casas había un diseño inicial, pero luego conversaba con los ‘comuneros’ para saber qué los representaba. En este centro cívico hicimos lo mismo, reuniéndonos y escuchando a los funcionarios de la municipalidad”, asegura.
Al momento de morir, el diseño de esta obra estaba casi listo. Hoy son sus socios los encargados de terminarla y verla construida. La idea es partir con las obras este año. “Estamos haciendo todo lo posible para lograr el proyecto que el papá buscaba. El dejó su espíritu en esto”, remata su hijo Cristián.