Columna: Déjà vu Inmobiliario / Una española en Chile
Por Ana Asensio
“Esto ya lo he vivido”
Y no lo soñé, de eso estoy segura. Vi monstruos gris-cemento hacer grises las ciudades, para después hacer grises las miradas de las personas. Vi las calles cambiar, las playas desaparecer. Vi todo eso hace demasiado poco, y sucedió demasiado rápido.
Se llamó Burbuja Inmobiliaria; Ocurrió en España. Ahora vivo en otro país, en otro continente. Un maravilloso Chile bañado por el Pacífico, abrazado por los Andes, aderezado con glaciares, con lagos, con desiertos. Un Chile que crece, cada día más, centralizado en la súper metrópoli. Santiago.
Despierto cada mañana junto mi ventanal, y encuentro grúas que levantan murallas de hormigón con la facilidad de un pájaro construyendo un nido de ramas. Murallas que tapan la gran montaña, agujereadas por ventanas en las que pronto tintinearán las luces de sus nuevos propietarios. Sus nuevos e hipotecados propietarios.
Recién llegada al país, vagaba por las calles buscando un departamento para arrendar (un piso para alquilar, como decimos los españoles). Buscaba en esas nuevas torres de veinte plantas que se erigen orgullosas y altivas junto a sus pequeñas vecinas, las antiguas construcciones santiaguinas, de no más de 3 niveles de altura, y muros de adobe, o quincha. Las nuevas edificaciones apenas terminadas se vestían con carteles de provocativas letras rojas: “VISITE PILOTOS”, “ENTREGA INMEDIATA”, “LA VIVIENDA DE SU FUTURO”. En esos panfletos gigantes aparecían también felices parejas abrazadas, de sonrisas blancas y rubios cabellos.
En el suspiro de apuntarme en la lista de “buscadeptos”, aparecían familias apresuradas en persecución de su vivienda del futuro. “¿Quedan departamentos?”; “Salieron a la venta hoy, y se han agotado, lo siento”. Su agobiada mirada lo decía todo: Nunca tendremos un lugar para vivir. Mientras tanto, me invadía una infinita tristeza. “Ésto ya lo he vivido”. Se llamó Burbuja Inmobiliaria; Ocurrió en España; Ya está en Chile.
“La compra masiva de vivienda produce dos efectos. Como los productores de vivienda están sujetos a una ley de suelo restrictiva, no se construye al ritmo que se demanda y por tanto los precios suben. Se crea un “antimercado”, es decir, las subidas de precio hacen de reclamo para los inversores, que ven que un piso puede duplicar su precio en pocos años. El efecto especulativo sube aún más los precios y esto anima aún más a los jóvenes a darse prisa o de otro modo ‘no podrán comprar jamás’”. [Roberto caldera. Burbuja inmobiliaria española y su relación con la crisis económica actual]
El proceso de una burbuja inmobiliaria es sencillo, y te rodea con la naturalidad del estado del bienestar. Un proceso sencillo, para un bienestar efímero. Como se suele decir, “pan para hoy y hambre para mañana”. Esto no es ni más ni menos que el concepto de Sostenibilidad Económica.
La explosión de dicha pompa de exponencial crecimiento también es rápida e inesperada. Como el crack del 29. Todas las crisis se cocinan a fuego lento y aparecen tras un quake. Un factor externo que tambalea ese equilibrio inestable. ¿Qué ocurriría, por ejemplo, si se devaluara el valor del cobre? ¿Cómo competiría Chile en el mercado internacional? ¿En qué basaría entonces su riqueza? Me gustaría compartir con vosotros un vídeo, conocido por todos los españoles, que explica de manera cómica este hecho:
Supongo que la situación es familiar para muchos chilenos. En la prensa nacional ya se empieza a hablar de la burbuja como un fenómeno palpable en el país, pero de una posición paternalista, tranquilizadora y protectora de ese crecimiento:
“Las cifras del sector muestran que, en doce meses, a septiembre del año pasado, el stock de departamentos disminuyó en 9,6% mientras la venta de ese tipo de propiedades se incrementó en 18,1%. El stock de las casas, en el mismo período, presentó una disminución de un 6,2% y las ventas, un aumento del 2,2%. Este dinamismo se basa, sin duda, en factores económicos tales como: el crecimiento del país, la disminución del desempleo y las auspiciosas perspectivas futuras. Aparentemente, no corresponde, por lo tanto, buscar una posible burbuja inmobiliaria en el dinamismo del sector. […]
Dados los antecedentes actuales en Chile, parece apresurado hablar de burbuja inmobiliaria y lo prudente es más bien referirse al dinamismo en el sector de la construcción e inmobiliario, producto de las condiciones económicas del país. Como parte de este proceso, se observa un descenso en el stock de propiedades y un incremento en los niveles de ventas. Ambas situaciones han provocado un aumento en los precios de las viviendas, impactando también los montos promedios de créditos para adquirirlas, otorgados por los bancos a sus clientes. Esto no constituye una condición de riesgo mayor, ni menos es un reflejo de lo sucedido, el 2008, en Estados Unidos.
Las lecciones aprendidas en la década de los ochenta nos permiten mantener, en Chile, un sistema financiero sólido, lo que ha permitido sortear con éxito las crisis: asiática, subprime y la europea actual. […] Finalmente, se debe señalar que el desafío de hoy no está en discutir si estamos o no en un proceso de burbuja inmobiliaria, sino que en cómo mantener los niveles actuales de crecimiento del país y por implicancia del sector inmobiliario, el cual es una fuente de empleo para un grupo importante de la fuerza laboral de nuestro país.” [Rossi, Maruzzella, Vicedecana Economía y Negocios de la UNAB. Publicación en La Segunda. Jueves 07 de Febrero de 2013].
Otros factores diferencian España de Chile. En mi país de origen hay (o había…) un férreo sistema sanitario y educativo público. ¿Cómo soportaría la población chilena una crisis? Ninguna lección aprendida es suficiente si no se pone en práctica. Ningún sistema financiero es sólido, porque nunca depende sólo de sí mismo.
Hablamos constantemente de sostenibilidad ambiental, pero no la veo cuando visito ciudades costeras y encuentro grandes edificios en la orilla del mar, bloqueando las vistas de las tradicionales construcciones portuarias en colina. La sostenibilidad también es económica, y no la vivo cuando hablo con jóvenes inteligentes y valientes, que tienen que pagar durante toda su vida su propia educación, su salud, y también, su gran esperanza de “hogar”. Casi hablamos de “sostenibilidad histórica” cuando buscamos aprender del pasado y reinterpretarlo, por dibujar ciudades que sean el hábitat de millones de vidas; y no lo descubro en compañeros y profesionales que se hacen partícipes de esa pompa perecedera.
Chile es un lugar hermoso, lleno de personas emprendedoras y luchadoras. España también lo era, pero ahora la arrasa el tsunami de la tristeza. Este alargado país que toca el fin del mundo es revolucionario, joven y activo. España lo era, pero ahora envejece sin sus promesas emigrando.
Sueño en un parpadeo, recibiendo todas las sensaciones que se respiran en el aire te tierras extrañas. Sueño a mi país de acogida escuchando a sus jóvenes, creciendo de la mano de sus paisajes, aprendiendo de su cultura ancestral. Quizás pronto abra los ojos y encuentre todas esas ambiciones. Quizá un día despierte junto a mi ventanal y pueda decir “Ésto ya lo he vivido. Y sí lo soñé, de eso estoy segura”.