Decisiones que tomar
¿Existe la ciudad perfecta? Sustentable, bien conectada, equitativa, justa, intensa, linda y planificada. Muchas, o todas, las decisiones que se toman en temas de ciudad, históricamente, buscan satisfacer los ideales estéticos e ideológicos de la cultura que en ese momento la habita y a la vez la esta formando. La forma que adquiere una ciudad por lo tanto es el resultado ideales, deseos, e incluso miedos que tiene esta sociedad.
Así, mientras el ideal del conocimiento griego da origen al ágora, el miedo medieval creó ciudades amuralladas. En Latinoamérica, ideales utópicos dan origen a nuestra trama fundacional perfectamente emplazada y medida. Y en el siglo XX, las extensas urbanizaciones americanas de casitas blancas, demostraban un ideal de familia. A través de los siglos ha sido natural para el ser humano tomar decisiones sobre el medio que lo rodea y transformarlo, no sólo para sobrevivir, sino que primordialmente para poder habitar la materialización de sus creencias. Es por esto que la ciudad debe ser transformada, usada y pensada por cada uno de sus habitantes: la propiedad intelectual de una urbe no es exclusiva del urbanista.
Pero esto no ocurre, pues como suele suceder, el tiempo complica las cosas. Actualmente nuestra sociedad tiene ciertos ideales, los que me atrevo a decir, son radicalmente distintos a los de hace cincuenta años, ya que ha cambiado la economía, las distancias, las instituciones tradicionales, la ecología, la tecnología, los ideales de belleza, etc. Ha cambiado nuestra manera de pensar, y en consecuencia, nuestra manera de vivir, pero ¿han sido acordes a este proceso las transformaciones de la ciudad? Lamentablemente, dentro de esta sociedad tan compleja y especializada, me pregunto acerca de cuales son las reales posibilidades que tenemos de transformar la ciudad donde vivimos, en la ciudad en dónde queremos vivir. La gran cantidad de normativas, leyes interminables y redundantes, o inexistentes, justificaciones numéricas para hacer o no hacer, no sólo atan las manos de organizaciones ciudadanas sino que sobretodo la de los mismos políticos y planificadores que has crean. La realidad es la siguiente: si pretende hacer un cambio por la vía tradicional, tome asiento: su numero es el 98 de 100 y ojo, está recién en la primera oficina que debe visitar.
Pese a que creo firmemente en que una norma bien escrita es capaz de cambiar el destino de una ciudad, y con ella el de sus habitantes, la imposibilidad de tener la continuidad, presupuesto y voluntades reunidas en un margen razonable de tiempo, lo que serían unos 20 años al menos, dentro de una cultura como la nuestra, donde la norma es un modo de mitigación más que de planificación, resulta mejor creer en utopías. ¿Será necesario ser tan drástico?
A continuación quiero presentar dos ejemplos de ciudades reales y actuales, que al parecer nada tienen en común, excepto por el hecho de que sus habitantes tomaron una decisión conjunta, y con esfuerzo y constancia lograron vivir como querían dónde querían, superando nuestras dos barreras más comunes: la economía y la normativa.
La ciudad libre de Christiania: por sobre la normativa
1971. Un grupo de idealistas decide derribar las barreras de rodean un área de 34 hectáreas para que sus hijos tengas un lugar donde jugar. Pronto, un joven pone un aviso en el diario: toma el bus nº8 hacia la libertad. El lugar se va llenando de gente que no quiere vivir más bajo la sociedad tradicional y decide comenzar a construir su propio sueño. Actualmente tiene Christiania (1) cerca de 1000 habitantes y una gran demanda.
En esta comunidad eso sí hay reglas: no a la violencia, no a las armas, no a las drogas duras (hasta el 2004 eran legal la marihuana y en achís). También tienen su propio sistema de manejo de residuos. Si logras obtener un espacio para vivir en Chistiania, tendrás desde el inicio acceso a baños comunales, mientras no tengas el propio, y productos mucho más baratos que en el resto del país, pues tienen su propio sistema de impuestos, ya que de hecho no se consideran parte de la Comunidad Europea. Y si te vas, tu propiedad debe ser dejada para que sea libremente usada, ya que no te pertenece.
Hoy en día Christiania está, según muchos, en peligro, el gobierno está en contra de su sistema de impuestos y del consumo de drogas blandas por lo que la policía se ha tomado la ciudad en ocasiones violentamente, pese a que los christianitas compraron el terreno. Dicen que su esperanza está en los jóvenes.
Habrá que ver si un modelo tan peculiar es capaz de sobrevivir en este mundo globalizado. Pese a que creo que un modelo así es utópico, lo que significa que no es replicable y sólo capaz de satisfacer las necesidades de un numero limitado de personas, siempre bajo condiciones muy específicas, y usualmente aisladas, es destacable el hecho de que sean capaces de vivir todo este tiempo en paz (interna), con ideales firmes, y tal como ellos se lo propusieron: si ellos pudieron cambiar así de drásticamente su sociedad, de una manera sostenible, como no vamos a poder cambiar el sistema presupuestario municipal, de manera que sea más justo, por ejemplo. Esto nos demuestra que más que normas escritas necesitamos voluntades firmes.
Khayelitsha y Nyanga: superando las predicciones económicas
Al otro lado del mundo, a Ciudad del Cabo 1200 personas llegan a mensualmente en busca de casa y trabajo, y esto hace que el desempleo crezca entre un 30-40%. Como si esto fuera poco el suelo de estas comunidades es duna arenosa, y contiene especies vegetales altamente dañadas, con lo que el problema ecológico y económico tiende a crecer. Pero hubo una organización que no se dejó embargar por la situación y le puso al menos un alivio. Abalimi Bezhekaya (2), es el nombre de una organización de Agricultura Urbana y Acción Medioambiental, y significa Granjeros de Casa en isi-Xhosa, el idioma de la comunidad en donde trabaja; desde 1983 pretende dar una solución tanto al hambre como a los problemas medioambientales. Ayudan a personas individuales, grupos y comunidades a iniciar y mantener cultivos permanentes de comida orgánica y a conservar la naturaleza como base de un modo de vida sustentable. También ayudan a crear puestos de trabajo, aliviar la pobreza, y a renovar el ecosistema.
Pese al escepticismo inicial, hoy en día alimenta a más de 15.000 personas provenientes de 2.500 familias, basándose en los cultivos de cada hogar. Es por esto que suelen trabajar con madres y abuelas, quienes representan a todo el clan. Y no sólo eso, también buscan producir para un mercado, de manera de crear trabajo. Desde 1991 ha recibido numerosos premios.
En las comunas de Khayelitsha y Nyanga, mantienen dos enfermerías y escuelas de entrenamiento sin fines de lucro, llamadas People`s Garden Centres, en las que dan consejos, información, y subsidios a los materiales básicos para comenzar el jardín tales como árboles, nutrientes para el suelo, semillas, herramientas básicas, y pesticidas. Cerca de 1000 personas son entrenadas anualmente. Abalimi también estableció el Manyanani “Parque de Paz, Lo Hacemos Juntos”, una comunidad única y centro medioambiental , y actualmente también trabajan en M oya we Khaya, “Spirit of Home”, un hogar multicultural e intergeneracional pan-africano, el cual brinda un lugar de intercambio intercultural saludable.
Es así como una iniciativa proveniente de las personas, ha transformado en 30 años una ciudad, cuyas perspectivas eran desfavorables, y mucho peores a las nuestras. Es decir, el factor económico en sí no es una piedra de tope decisiva al tomar decisiones de ciudad.
Santiago de Chile: ¿que harás?
Una de las cosas que más me sorprende cuando reviso la historia de la ciudad de Santiago, es que entre los 50 y los 80`s los problemas de déficit habitacional se superaron y desde esa época estamos en el mismo discurso: mejorar la calidad de la habitación y mejorar el acceso al beneficios, mediante mixtura social y mejor localización de la vivienda social. En general es lo que se propone en las distintas candidaturas, y es lo que todos sabemos y queremos. Sin embargo, tenemos las manos atadas, o creemos tenerlas: ¿qué necesitamos para generar un cambio? Según lo que vimos en Christiania, Khayelitsha y Nyanga, tan sólo tener un ideal y trabajar por él. No es necesario tener dinero o una normativa demasiado elaborada: es necesario creer y perseverar en materializar la ciudad que vaya acorde a nuestra manera de pensar.
[1]Fuente: http://www.christiania.org/
[2]Fuentes: http://www.abalimi.org.za/; SMALL, Rob, Grassroots Urban Farming Initiative, Topos Magazine nº80, 2012.