Columna: “Urbanidad”
Por Igor Fracalossi Arquitecto y Urbanista UFC, Ceará, Brasil, Magister y Doctorando en Teoría y Crítica de la Aquitectura, Pontificia Universidad Católica de Chile.
La ciudad debe integrar e incentivar el diálogo entre las diferencias. La ciudad debe albergar tanto al peatón como a los automóviles, y también a los tranvías, ciclistas, microbuses, metros, skates. Debe dar lugar tanto a la picada y a la botillería, como al centro comercial. Debe ser tierra tanto para las torres de incontables pisos como para la vivienda social. La belleza de la ciudad está en su singular diversidad.
Para de hablar mal de tu ciudad. Cosas malas siempre van a existir. Excremento siempre será tirado en algún lugar. Hablar mal de los excrementos hace que ellos alcancen distancias inimaginables. Practica la indiferencia urbana. Cosas sobre las cuales nadie habla, no serán recordadas, y luego no existirán. Como, por ejemplo, el número 168 de la calle Ararius, que existe a partir de ahora. Pare de hablar. Proponga soluciones. La crítica es siempre creativa y propositiva. La palabrería es apenas opinión sentimental. ¿Hicieron algo malo? Muestra lo que sería mejor. Corazón caliente, mente fría. No espere nada. ¿Estás queriendo que te paguen por la idea? Ya sé que no podemos contar contigo. Haga lo que crees que es lo mejor. La auto-crítica es una crítica universal. Lo mejor es siempre lo mejor primero para ti. Si es verdaderamente lo mejor para ti será lo mejor para los otros. Sé verdadero y ten confianza. Respeta y cultiva la ciudad. Ella es nuestra madre. No dejamos que hablen cosa alguna, verdades o mentiras, sobre nuestra madre. Defiéndela. Jamás ría de sus defectos. Reír de la ciudad es reír de si mismo.
Lucha por abandonar la hipocresía. No existen soluciones a largo plazo. No aquí, no ahora. Eso es una invención de los que se dicen «políticos». Los políticos de hecho son y debemos ser nosotros mismos. Concejales, diputados, senadores, etc., son servidores públicos. Sirven al público y a lo que es público. Deben servir. Si no sirven, debemos hacer que sirvan o encontrar otros que sirvan. Pero la mejor solución es siempre ésta: no espere que alguien te sirva, sírvete a ti mismo. Haga. El largo plazo implica el surgimiento de nuevos problemas, y otras soluciones para ellos. Las soluciones para las ciudades de hoy son y deben ser drásticas.
¿Necesitamos estacionamientos? No. Deseamos estacionamientos. (Porque tenemos autos). Pero lo que necesitamos de hecho es no necesitar autos. ¿Y cómo no necesitar de autos? Haciendo con que sea imposible manejar en auto. Cerrando calles, estacionamientos y bombas de bencina. Acuérdate conductor: tú no estás en el taco, tú eres el taco. La preferencia de circulación es siempre del peatón sobre los autos. Siempre. El peatón no cruza la calle. El auto es quien cruza la vereda. Alarga las veredas. Necesitamos caminar. ¿No tenemos espacio? Tenemos de sobra: la calle es espacio. Disminuye las calles y aumenta las veredas. Aumenta los paseos. Aumenta los jardines. Amplia las ciclovías. Que crezcan los árboles. Tal vez llegue el día en que tendremos sólo veredas. El auto pedirá permiso para cruzar nuestra vereda (sin tocar la bocina). ¿Es cómodo manejar en auto? No. Cómodo es caminar a pie, en la sombra, con brisa en el rostro, escuchando música e tomando helado.
Los árboles no son sinónimos ni implican inseguridad. Lo que implica inseguridad son la iluminación y visibilidad inadecuadas. ¿Ya percibiste que la iluminación pública es una iluminación para la calle y para los autos? La iluminación de las veredas y para los peatones es urgente. Iluminación y arborización son socias. ¿El árbol está comprometiendo los cables del alumbrado público? Reordena los cables. Ellos se adecuan al crecimiento de los árboles (o entierra los cables de una vez). Y por favor: nunca cortes los árboles de nuestras veredas, plazas, parques, e incluso aquellos que quedan al medio de la calle. Ellos son los mejores: un divisor central natural, donde podemos subir a tirar cosas a los autos que pasan. Árboles son sinónimos de sombra. Sombra es sinónimo de bien-estar y calidad del ambiente. ¿No hay espacio para árboles? Inventa alternativas: marquesinas, toldos, banderillas, ropas colgadas… Las soluciones más arcaicas son las más originales. Qué ciudad linda sería esa.
No todo en la ciudad tiene que tener importancia. En verdad, pocas cosas deben sobresalir: solamente aquellas que representan y refuerzan nuestra historia y carácter. Una ciudad donde todo se destaca es un circo de calle. Por ejemplo: edificios de viviendas deben ser el telón de fondo de la ciudad, deben formar un conjunto homogéneo que resalte la vida urbana. Conténtate arquitecto con este hecho: arquitectura residencial está en el interior del lar, en el acto de habitar. Nada de fachadas raras, veredas multicolores, rejas extravagantes, conserjerías monumentales. Los ingredientes son básicos: arborización alta y densa para sombreamiento, franjas de arbustos y gramineas, pavimentación funcional y resistente, e iluminación de baja altura para los peatones. Lo importante es: cómo las diferentes soluciones y hechos urbanos se relacionan.
La ciudad debe integrar e incentivar el diálogo entre las diferencias. La ciudad debe albergar tanto al peatón como a los automóviles, y también a los tranvías, ciclistas, microbuses, metros y skates. Debe dar lugar tanto a la picada y a la botillería, como al centro comercial. Debe ser tierra tanto para las torres de incontables pisos como para la vivienda social. La belleza de la ciudad está en su singular diversidad.
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