Proyecto de marina pública junto a mall Barón / Fondo regional para transporte / Nuevo café literario en Bellavista

Nunca he estado de acuerdo con las estrategias del señor Zumelzu, pero me parece indelicado atacar sus motivaciones personales, toda vez que este señor está representando a un grupo de oposición de gran extensión, y no intereses personales de ninguna clase.
En estos debates tenemos que comenzar por respetarnos unos a otros; le sugiero prudencia en este sentido.

Yo estoy en contra de una rifa, de un negocio sucio, pero no doy nombres de personas, y cada uno sabrá identificarse donde corresponda en esta arena de controversia y discusión abierta y pública.

En cuanto a la comparación con el mall de Castro es totalmente válida porque en ambos casos se ve que el fin es inmobiliario. Los constructores reconocen este fin abiertamente, y se entiende que no les importa el hecho de que la demanda local será diez o veinte veces inferior a la oferta comercial prevista en ambos megaproyectos.

Dicho de otra forma, están vendiendo elefantes blancos, pero sacan provecho visible del negocio con los terrenos obtenidos. Mientras haya ganancia, poco importa si los elefantes son blancos o verdes.

Y ya que estamos, en vista de que la defensa del Mamut está interesada en continuar apoyando la rifa de Barón, procedo a reavivar mi campaña de Perlas, con el fin de estimular la memoria de los lectores.

1. Se trata de un negocio inmobiliario – hoy plenamente reconocido como tal por todo el mundo – pero que los tripartitos (EPV, Muni y Mamut Plaza) desde el comienzo han querido presentar como una inofensiva CONCESIÓN de terrenos, a sabiendas de que el proyecto mata al puerto al impedirle DEFINITIVAMENTE la expansión al norte y el correspondiente acceso por Cabritería.
Este camuflaje (hoy inservible) cumplió su función en su momento: sirvió para lograr los permisos y coronar la rifa en Barón.
La mera existencia de este camuflaje, y la furibunda insistencia de los defensores (NO DOY NOMBRES) en que no había ningún negocio inmobiliario, nos da una idea de la actitud malsana, reprobable, deshonesta y de mala fe que ha rodeado esta rifa DESDE EL COMIENZO MERO.

Esta vez hay un giro novedoso en mi campaña: me dirigiré no sólo a los lectores sino también a los posibles clientes que comprarían locales, oficinas, estacionamientos y/o departamentos en Puerto Barón, para que adviertan a tiempo el peligro, tal como lo hizo Ripley al retirarse de Mall Castro, actitud que no me canso de aplaudir.
También me estoy dirigiendo a Falabella, una firma de excelente trayectoria en Chile y una verdadera embajadora de la empresa chilena en el exterior, para que no termine su nombre involucrado en este desgraciado capítulo de nuestro maltratado desarrollo portuario, cuya defensa no dejaré mientras haya puerto que defender.
En cuanto a Urenda, Von Appen y compañía, creo que están defendiendo sus propios intereses comerciales, pero nuestro puerto seguirá funcionando eternamente, ya sea con Sudamericana de Vapores o con cualquier naviera del presente o del futuro, un futuro que no debiera estar amenazado por una triste venta de calcetines, que se pueden vender igual o mejor en cualquier otra parte en donde no encontrará una oposición tan masiva y contundente como la que ha encontrado en Barón. Aquí parece que se tratara de una “inversión en el orgullo empresarial” que menciona Peter Drucker: una inversión destinada más a aplastar una oposición molesta que a una verdadera ganancia para el progreso económico local y regional, acarreando un deterioro de la imagen de los mismos patrocinadores.

Saludos muchos.

Va a resultar que los ejecutivos de EPV son magos diplomados: saben de todo, de puertos, de malls, de promoción inmobiliaria, de deportes náuticos, de patrimonio, son unos genios que le hablan de tú a tú a la Unesco, a la Contraloría y a todo el mundo. Lo que es tener el respaldo de una firma adinerada; los gatitos se transforman en tigres de la noche a la mañana.

Aun más raro es que MALL PLAZA sea, en adelante, quien va a manejar las nuevas concesiones para deportes náuticos. Aparece otra vez la magia del dinero. Mall Plaza sabe de museos, de deporte náutico, de centros de convenciones, de hotelería, de acuarios, DE TODO.
El sector Barón se ha vuelto un escenario de prestidigitación en toda la línea, como esas comidas precocinadas “agregue agua caliente y ya”, ¡sabiduría instantánea!.

Otra cosita. La aceptación, por parte de EPV, de que las futuras concesiones de deporte náutico queden en manos del Mamut revela, sin lugar a dudas, las verdaderas intenciones de esta rifa: los terrenos de Barón jamás volverán al patrimonio estatal; cayeron en el agujero negro de la angurria inmobiliaria. Adiós desarrollo portuario, adiós conciencia cívica de un ciudadano porteño que antes defendía su puerto y que hoy acepta pajaritos de colores.

Ahora al menos reconocen que se trata de un negocio inmobiliario. Varios defensores del mall se despelucaron durante AÑOS alegando que allí no había ningún negocio inmobiliario.

Yo remato con mi tesis actual: el florecimiento de los malls no busca ninguna meta comercial sino inmobiliaria. Saben perfectamente que en lo comercial habrá conflicto entre una oferta desmedida y una demanda exigua. Recientemente una profesional del turismo nos aclaró que el turista viene con su tiempo contado y no lo va gastar estúpidamente encerrándose en un mall para perderse los ascensores, los miradores y el laberinto de las calles y pasajes en los cerros.

Conclusión: el negocio inmobiliario es el nuevo paradigma, la nueva estrategia. Cómo será de bueno este negocio que meten triquiñuelas y marrullerías en cantidad (25 según mis cuentas).