Carta de la semana: “Central Río Cuervo”
Esta semana se dio a conocer que la Comisión de Evaluación Ambiental (CEA) de Aysén aprobó por unanimidad la Central Cuervo, la que sería la segunda mayor hidroeléctrica en los últimos diez años. Esta central es parte del complejo hidroeléctrico Energía Austral que se proyecta en la Patagonia y que incluye otras dos centrales.
Respecto a esto, Claudio Meier, académico de la Universidad de Concepción, envió una carta al diario La Tercera en donde critica la aprobación de la central considerando el impacto que ésta tendría en el medio ambiente de la región y las incongruencias que él junto a otros académicos encontraron en los Estudios de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto.
La carta fue publicada este jueves 12 de septiembre y la encontrarás después del salto.
Señor director:
La aprobación de la Central Río Cuervo ejemplifica la inoperancia del Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental (Seia). En uno de los mejores lugares en el mundo para hidroelectricidad verde, se aprueba un proyecto con impactos que no se permitirían en ningún país civilizado.
Un diseño de pasada ambientalmente amigable generaría más de 500 MW con impactos mínimos. No se perdería el lago Yulton, con 70 km2 de aguas claras, probablemente el más grande que queda en Chile sin salmónidos introducidos. No se perderían las lagunas Quetru ni los extensos humedales ubicados entre los dos lagos, ni el río Desagüe.
¿Qué aprobó la institucionalidad ambiental? Se represará el lago Meullín, formando un embalse de 140 km2 de aguas turbias, que inundará dos lagos, lagunas, humedales, ríos, bosques, en un sector con altos riesgos geológicos. En 2007 y 2009 varios colegas de la Universidad de Concepción revisamos los EIA, destacando las falencias de los estudios y del proyecto, y abogando por una central de pasada. Pero increíblemente el Seia acaba de aprobar el diseño original.
Para generar 600 MW en vez de 540, ¿vale la pena perder 140 km2 de territorio prístino? En 1959 se propuso en Nueva Zelanda un proyecto similar, pero un 9,4 % de la población firmó una petición para salvar el lago. El gobierno aprobó la central, pero sin tocar las cotas del lago. Ha pasado medio siglo, y acá no aprendemos de los errores ajenos: vamos de ida cuando los demás vienen de vuelta.
Este ejemplo muestra que el Seia requiere una reforma, al menos para el caso de proyectos hidroeléctricos. Como está hoy, aprueba centrales iguales a las que se construían hacen 100 años en el norte, sin cambiarles nada de fondo.
Claudio Meier Vargas
M.Sc. Ingeniería Hidráulica Ph.D. Ecología de Ríos