Por favor, no hagamos el logo!
Por Rodrigo Guendelman
Los santiaguinos tenemos un problema. Serio. Y urgente. No se trata del smog ni del sistema de transporte público. Es algo que tiene solución inmediata si la presión es suficientemente grande. Pero tenemos los días contados.
Este 9 de octubre se decide según votación, en el sitio Santiagodestinoturistico.cl, cuál de los dos logos finalistas será el ganador del concurso –que se llama igual que el sitio- impulsado por Sernatur, seis municipalidades metropolitanas y agrupaciones turísticas locales. ¿Su objetivo? Potenciar a la capital de Chile como destino de visitas nacionales e internacionales.
Suena bien en el papel. De hecho, la idea de que Santiago tenga un logotipo inspirado en el famoso “I love NY” o el “I amsterdam” parece una excelente idea. El problema está en el método de selección. Y, especialmente, en el resultado.
Vamos primero al método. “Durante el semestre, una comisión superior conformada por representantes de estas entidades y expertos en diseño, estuvieron recibiendo más de 40 propuestas gráficas y, luego de algunas preselecciones, escogieron dos”, informaba el diario La Tercera hace algunos días. Y agregaba que “los ciudadanos serán los encargados de seleccionar la marca ganadora, la que se podrá ver en el sitio Santiagodestinoturistico.cl hasta el 9 de octubre. A través de la web, estos podrán votar por la que más les guste y durante los días 7, 8 y 9 del próximo mes, en computadores ubicados en once estaciones de Metro”.
Primera reflexión. ¿Porqué los ciudadanos recién importamos cuando ya han sido elegidos los dos logos finalistas? Mucho más sano e inteligente habría sido que hubiésemos podido conocer las 49 propuestas que se presentaron y votar con suficiente tiempo, información y difusión. Pero no, las cosas se hicieron a puertas cerradas, entre pocas personas y sólo nos ofrecen decidir entre lo más pobre o lo más malo. Vamos al resultado.
Los dos logos seleccionados como finalistas permiten concluir una de las siguientes alternativas: o los diseñadores de Chile son incapaces o el jurado es tan miope como ingenuo. Si no, cómo se explica que el logo de los “rayitos de sol” sea una copia burda del que utiliza la Fundación para la confianza. Insólito, considerando que la comisión técnica que evaluó las propuestas incluye a gente como José Allard, director de la Escuela de Diseño de la UC.
Por su parte, el logo que emula el plano cuadriculado (o trazado en damero) no sólo se aprecia básico y pobre en su planteamiento visual, sino que permite deducir que, para el jurado, el Santiago de hace 500 años dice más sobre nuestra ciudad que el Cerro San Cristóbal (el tercer Parque Metropolitano más grande del mundo), el GAM, la cordillera, el río Mapocho, La Moneda, La Vega o tantos otros íconos capitalinos. Pero todavía falta la guinda de la torta.
Tal como se puede leer debajo de ambos logos finalistas, “Siente todo Chile” es el slogan. El único. No hay alternativas. Es decir, el slogan viene predefinido por los organizadores. Aquí ni siquiera hubo concurso. Dígame, ¿usted entiende qué diantres significa “Siente todo Chile”? ¿Sería algo así como que Santiago es Chile? O sea, ¿una estocada más a los eternos intentos de descentralización? Ni siquiera eso es claro.
¿Puede haber algo peor que un logo débil, anticuado y con un slogan incomprensible? Sí: uno copiado, sin contexto, igual de débil y con un slogan incomprensible. Esas son las dos opciones que “generosamente” nos ofrece el “concurso para la creación de la marca turística del destino Santiago”.
Tenemos poco tiempo para salvar a nuestra ciudad de este desastre de imagen. La propuesta de esta columna no es sólo informar y advertir. Queremos llamar a la acción. Para eso, les pedimos que tuiteen solicitando que se repita el concurso y que se abra a la comunidad. Usando el hashtag #stgonologo, les pedimos dirigir los tuiteos a la Municipalidad de Santiago (@muni_stgo), a la Municipalidad de Providencia (@muni_provi) y a Sernatur (@sernatur_RM). Utilicen Facebook, Instagram, mails y espacios en medios de comunicación (si los tienen). Sólo un ruido fuerte y desagradable para los oídos de los organizadores puede cambiar las cosas. Si no, inevitablemente nuestro querido Santiago terminará “haciendo el logo”.