Restaurantes con un toque patrimonial
Jerôme Reynes, el creador de Le Fournil, abrirá nuevos locales en el Castillo del Parque Forestal y en la Casa Maroto.
por Patricio Cofré A.La Tercera
Jerôme Reynes llegó a Chile en 1997 con la idea de traer el estilo y sabor tradicional del pan francés a Santiago. Para eso creó Le Fournil, los restaurantes-cafetería que ya suman una decena de locales en la capital. Hace cinco años vendió el negocio, pero recién en marzo terminó su relación con el proyecto. En ese momento dejó la gerencia general de la cadena, que creó hace 16 años, para desarrollar nuevos espacios culinarios.
Estos tendrán una particularidad: estarán enclavados dentro de importantes edificios patrimoniales de la ciudad, como el Castillo del Parque Forestal y la Casa Maroto. “En la vorágine del desarrollo de los últimos años, los santiaguinos se habían fascinado con lo moderno, haciendo una especie de negación de sus raíces, de la arquitectura de la ciudad y su patrimonio, pero eso está cambiando”, explica Reynes.
El primero comenzará a funcionar entre diciembre y enero en el inmueble construido a principios de 1900 frente al Museo de Bellas Artes. Allí se ofrecerán productos nacionales con denominación de origen como la langosta de Juan Fernández o limón de Pica, con preparaciones especiales a cargo de un chef francés.
En la misma fecha se abrirá en la Casa Maroto el restaurante La Fabbrica. Este inmueble, que data de 1920, se ubica en Hanover con Av. Ossa y fue restaurado por Mall Plaza Egaña para incluir la propiedad en la oferta del centro comercial. Allí compartirá espacio con el Club de Jazz y servirá pizzas y pastas.
Estas propuestas se suman a los locales que Reynes ya habilitó en Santiago. De hecho, ayer comenzó a funcionar Uncle Fletcher, una hamburguesería premium en una antigua casona del Barrio Bellavista en la esquina de las calles Dardignac y Mallinkrodt. Además de estos, está Bocanariz, el restaurante que tiene desde 2012 en barrio Lastarria.
El empresario reconoce que apostar este tipo de espacios conlleva un mayor número de trámites y dificultades para obtener permisos. Pese a eso, reconoce que los resultados son mejores. “Trabajar en un lugar donde debes recuperar molduras, puertas, vidrios y una arquitectura antigua es algo muy inspirador. Eso termina siendo muy atractivo para el público”, asegura.
Su idea, incluso, busca recuperar la historia de cada lugar para que su nuevo uso sea más relacionado al que tuvieron en sus orígenes. “La Casa Maroto es de estilo italiano y por eso decidimos que su propuesta fuera de pastas y pizzas. En cambio el Castillo del Parque Forestal fue un lugar donde muchos franceses que trabajaban en la construcción de obras en el sector se reunían para debatir sobre ellos. Por eso decidimos que fuera un chef francés que trabaja con productos chilenos”, explica. “Yo quiero que mis proyectos tengan un poco de lo que a mí me gusta cuando viajo: mezclar el patrimonio con gastronomía de excelente nivel y que eso esté en medio de lugares tradicionales de la ciudad”, concluye.