En busca del símbolo urbano que reemplazará las antenas del San Cristóbal
Hace algunos días el ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez, anunció que su cartera había comenzado los estudios previos a un nuevo proyecto que reúna de manera armónica las 11 antenas de televisión, telefonía y radio que alcanzan hasta los 90 metros de altura y que desde los años ’60 ensucian la vista hacia la Virgen del Cerro San Cristóbal. Dentro del plan del ministerio, este proyecto debería incluir ascensores y un mirador panorámico, lo que junto al hecho de estar en uno de los parques urbanos más grande del mundo, lo transformarían en un nuevo hito arquitectónico, urbano y turístico de Santiago.
Aunque muchos aplauden la iniciativa, la preocupación está en el cómo, es decir, el éxito o fracaso del proyecto dependerá en gran parte del diseño de esta estructura. Es por esto que el ministerio anunció que su definición dependerá de un concurso arquitectónico internacional que podría lanzarse a principios del 2014. No obstante, desde ya se miran ejemplos de distintas ciudades del mundo que han resuelto con creces la misma problemática. Algunos de ellos son la Torre de Collserola en Barcelona, la “Sydney Tower Eye” en Sidney, y la “Space Needle” (Aguja Espacial) en Seattle.
¿Qué hace que éstas estructuras que agrupan antenas sean tan reconocidas? Desde 1994 que no se pueden poner más. En ese momento había más de 15 antenas que en la cima del cerro competían y le ganaban en protagonismo al mirador de la Virgen. Estaban ahí porque servían de financiamiento al Arzobispado de Santiago y al Parque Metropolitano, pero entre el 2004 y el 2011 el Arzobispado se propuso disminuir la contaminación visual uniendo las seis antenas que estaban en su terreno dentro de una sola.
La oportunidad que abrió la Televisión Digital
Con la Ley de Antenas aprobada el año pasado, se popularizó la discusión sobre las afecciones a la salud de las personas que las antenas de celulares generan y los “creativos” diseños que las empresas utilizaban para disminuir la contaminación visual o simplemente intentar que pasaran desapercibidas. Finalmente se prohibió -de manera retroactiva- que se emplazaran cerca de hospitales, colegios y jardines infantiles.
Sin duda, esta discusión hoy es un terreno ganado ante los cambios que pueda generar la llegada de la Televisión Digital el 2016, cuando las antenas de transmisión análoga, que en promedio tienen un diámetro de cuatro metros, tengan que ser reemplazadas por las digitales, de la mitad del tamaño. Es este despliegue forzado de recursos que el Minvu quiere aprovechar para proponer una solución arquitectónica que a la vez sirva a lo urbano, turístico y económico.
A continuación te mostramos los ejemplos de torres que considera el Minvu como antecedentes para el concurso arquitectónico que abrirá, posiblemente, a inicios del próximo año.
Torre de Collserola, Barcelona
Cuando Barcelona se preparaba con años de anticipación para recibir a los Juegos Olímpicos de 1992, surgió la necesidad de reunir las antenas que había en la ciudad en un solo lugar para cubrir de mejor forma los servicios de telecomunicaciones que transmitirían el evento a todo el mundo. Así, el ganador del concurso fue el arquitecto Norman Foster, por poseer un proyecto donde destacaba la adaptación al paisaje, el menor impacto, la esbeltez y novedad. Foster definió su diseño como “un nuevo símbolo para la ciudad, una torre constante en su lugar y a la vez cambiante según el momento y la perspectiva“.
La Torre de Collserola es un complejo que incluye la torre de 266 metros de alto, un edificio auxiliar y la urbanización exterior. A 115 metros de altura, el mirador de la Torre de Collserola es el más alto de la ciudad y, al igual que las antenas del San Cristóbal, se ubica sobre un cerro. La torre se presta tanto para visitas del público como para eventos. Por todos sus méritos, la estructura pertenece a la Federación Mundial de Grandes Torres.
Sydney Tower Eye, Sidney
La Torre de Sidney, popularmente llamada “Centrepoint Tower”, fue diseñada por el arquitecto australiano Donald Crone y comenzó a construirse en 1975, en pleno centro comercial de la ciudad. Tras su apertura al público en 1981 se convirtió en todo un referente urbano para los australianos y el mundo. Con 309 metros de altura es la segunda torre más alta del hemisferio sur y destaca por tener capacidad para hasta 960 personas en todos sus niveles.
Además de los pisos destinados a las transmisiones y navegación, la torre aprovecha otros espacios para las atracciones: dos restaurantes giratorios, un cine 4D, una terraza al aire libre y un suelo de cristal a a 268 metros de altura, y un mirador implementado con binoculares y pantallas táctiles interactivas que muestran los hitos urbanos más importantes de Sidney.
Space Needle, Seattle
Mucho tiempo antes que las otras dos torres, la Aguja Espacial de Seattle fue construida en 1965, como idea de Edward Carlson e inspirada en la torre de Stuttgard de Alemania. Sin embargo su antigüedad no opaca sus atributos, los que hacen que hoy esta torre sea un referente para el Minvu. Tiene 184 metros de altura, está implementada con 25 pararrayos y diseñada para soportar terremotos de hasta 9,5 grados Richter.